El compositor bilbaino Gabriel Erkoreka estaba ayer miércoles entusiasmado, “todavía no he salido de la sorpresa”, confesaba poco después de conocer la noticia de que había conseguido el Premio Nacional de Música en la modalidad de composición. El jurado de este prestigioso reconocimiento, que concede el Ministerio de Cultura y Deporte, y que está dotado con 30.000 euros, destacó la proyección internacional de su música y la “brillantez” de su trayectoria como creador, además de “la riqueza de su lenguaje compositivo en el que destaca la personal fusión de la sonoridad de instrumentos tradicionales vascos” en obras como Zuhaitz o ZuhaitzBasalt“Es uno de los reconocimientos más importantes para la creación musical; me han premiado por mi trayectoria artística hasta la fecha. Ahora queda la responsabilidad del camino por recorrer porque la composición es una carrera de fondo. El camino es largo y creo que todavía me queda mucho por hacer”, reconocía Erkoreka.

Un premio que se le ha otorgado tras una época difícil para toda la sociedad como la que hemos vivido con la pandemia, “especialmente para las artes escénicas, para la música. Se paró toda la actividad, no había conciertos... Ahora porque estamos saliendo, pero los primeros meses de la pandemia fueron especialmente duros y bloqueantes para la creación. La gente puede pensar que los compositores hemos tenido la posibilidad de encerrarnos para componer, pero no es lo mismo que lo hagas libremente, a que lo tengas que hacer a la fuerza”.

Pasados esos primeros meses de pandemia, Gabriel Erkoreka ha cogido con gran impulso antiguos proyectos y ha comenzado otros nuevos: “Ahora que estamos saliendo de esta situación, tengo varios proyectos encima de la mesa. Acabo de terminar un ciclo de cuatro baladas para piano, que he concluido de componer a finales del verano, y Alfonso Gómez, un pianista de Gasteiz, acaba de grabar un CD con toda mi obra que tengo compuesta para piano hasta la fecha, entre otros”. Erkoreka ha terminado Ametsak III, (sueños, en euskera), la última parte de una serie que refleja su continuado interés por los procesos mentales, y muy especialmente por aquellos que afectan a la memoria y su funcionamiento. “Además, estoy metido de lleno en el siguiente encargo, un concierto para piano y orquesta que estoy haciendo para la BOS, para el centenario de la Sinfónica de Bilbao, que se podrá escuchar en Euskalduna en noviembre de 2022, una orquesta que forma parte de mi vida, en la que he estrenado muchas obras”.

trayectoria

Nacido en Bilbao en 1969, desde el principio, quiso crear su propia música. Desde que terminó sus estudios de posgrado en composición en la Royal Academy of Music de Londres, Gabriel Erkoreka no ha parado de crear, tarea que compagina también con su profesión de docente en Musikene y con la de coordinador del Ciclo de Música Contemporánea que la Fundación BBVA organiza en Bilbao. Sus obras han sido interpretadas en la Biennale de Venecia, en la Musikverein de Viena, en el Wigmore Hall de Londres, en el Toru Takemitsu Festival en Tokio, en el Festival de Nuevas Músicas de Sydney o en el Festival Time of Music de Finlandia.

Siempre ha reconocido que el encuentro con Carmelo Bernaola fue esencial en su carrera. “Creo que sobre todo me inculcó la capacidad de autocrítica para poder avanzar. Al margen de todo el aprendizaje técnico, también me dio mucha confianza antes de salir al extranjero, y me animó muchísimo. Después aterricé en Londres, y lo primero que aprendí de Michael Finnissy fue que necesitaba plasmar mis ideas en el papel con una mayor precisión. Me impresionó mucho su sabiduría enciclopédica. Pero si tengo que quedarme con lo esencial de su enseñanza, sin duda diría que la actitud de compromiso con el arte”.

Más que de inspiración, Erkoreka prefiere hablar de intereses o motivaciones a la hora de escribir música. Entre ellas, la naturaleza o, mejor dicho, el interés por preservarla, que aparece en algunas de sus obras como Nubes, Océano o NubesOcéanoIzaroTambién el folklore vasco y la música tradicional de diversa procedencia, que ha utilizado en varias ocasiones como pretexto para la experimentación con el concepto de sonoridad de un lugar. Y, finalmente, otra constante ha sido su interés por el funcionamiento de la mente humana, algo que empezó a plasmar de forma explícita a partir de su obra Trance para ensemble. A esta obra le siguieron otras como Ertzak (Aristas), o Ekaitza para violonchelo y orquesta, que estrenó Asier Polo con la OSE, y en la que explora estados tormentosos de la mente.

Desde los estrenos en 2013 de Duduk III en Londres y Tientos y batallas, para cuarteto de saxofones, piano y percusión en Madrid, un encargo del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), ha vivido otros hitos importantes, como la premiére de su obra sinfónica Tramuntana en 2017 en L’Auditori de Barcelona, o el estreno en el Guggenheim de su obra Hamar, un recorrido musical por el museo que el compositor vasco realizó para su décimo aniversario.

El jurado ha premiado la proyección internacional de su música y la “brillantez” de su trayectoria.

“Estoy muy contento con este premio; ahora que estamos saliendo de esta pandemia, tengo muchos proyectos”

“El camino de un compositor es largo y creo que todavía me queda mucho por hacer”

Premio Nacional de Música