El tránsito vital del padre José Ramón Scheifler Amezaga entre su Bilbao natal y la casa de venerables jesuitas de Loiola fue largo y fructífero. Más de un siglo empleado a conciencia en el estudio, la docencia, la producción de pensamiento y el compromiso con su tiempo, la Compañía de Jesús y su pueblo.Dentro de su producción intelectual, al margen de la teológica, se cuentan más de un centenar de los editoriales de DEIA y cerca de otros mil artículos de opinión, entre ellos los que firmaba con el seudónimo Javier Bilbao, que los lectores recordarán.

Manu Basterretxea, uno de los ocho sacerdotes vestidos de blanco que ofició ayer la misa memorial en la capílla gótica de la Universidad de Deusto, se refería a él como “el padre Jose Ramón”. Basterretxea declamó el texto póstumo del pensador jesuita. Reveló que quien fuera decano de la Facultad de Teología de la Universidad dejó escritas instrucciones sobre las lecturas y los cánticos. También expresó que “José Ramón pedía perdón a quienes pudiera haber dañado sin pretenderlo y quería dar gracias a Dios, a su familia y a la Compañía por haber contribuido a una vida feliz”. El texto de despedida de Scheifler Amezaga mostraba una referencia directa a la elegida lectura sobre el profeta Elías. “He tratado siempre, con tesón, de buscar la verdad siempre y en todo”, confesó Scheifler por boca de Basterretxea. “La verdad siempre corre más que uno y exige un ejercicio continuo de libertad. No existe acto auténticamente humano sin libertad”, continuó. “La persona libre suele ser temida por peligrosa. Y el precio a pagar es la soledad”, recalcó. “He querido enseñar a no tener miedo a pensar, ese pensar que empieza por dudar. En la enseñanza se dejan retazos del alma”, reconocía quien fuera profesor en Oña y en la Universidad Deusto, miembro del Instituto de Estudios Vascos y patrono vitalicio de la Fundación Sabino Arana, donde, además, ejerció la dirección científica de estudios como Galíndez, la tumba abierta.

La otra vocación del intelectual era servir. “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”, subrayó el padre José Ramón en la voz de Basterretxea. Dejó frases para la guerra del 36 y la posguerra, en las que recurrió a la “ambrosía del humor”. Y también evocó los “turbulentos, pero intensos, fecundos y creativos años 70”.

La celebración, en la que sonó una versión al órgano de Txoria Txori concluyó con versos del poeta León Felipe: Nadie fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios por este mismo camino que yo voy. Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol... y un camino virgen Dios.

Entre las personalidades asistentes al acto de despedida se contaban la secretaria del Euzkadi Buru Batzar del PNV y presidenta de la Fundación Sabino Arana, Mireia Zarate; el exsenador jeltzale Iñaki Anasagasti, la filóloga Rosa Miren Pagola o la periodista Carmen Torres Ripa, así como el exdirector de DEIA y de la Fundación Sabino Arana, Iñigo Camino.