- “Antes de nada, gracias, gracias por confiar en mi propuesta”. Es la primera frase que Nora, protagonista de la película que lleva su nombre, dice. La dice, además, con ilusión y nerviosismo, pendiente de que le concedan un trabajo con el que siempre había soñado. Pero sus planes cambian cuando muere su abuelo, quien le deja en herencia una Dyane 6 vieja con la que Nora se lanzará a hacer un road trip sin rumbo por la costa vasca, con las cenizas de su abuelo a cuestas. Es el argumento de Nora, película dirigida por Lara Izagirre y protagonizada por Ane Pikaza que llega a los cines el próximo 3 de septiembre, después de haber participado el año pasado en la sección Zinemira del Festival de Cine de Donostia y en la Muestra Internacional de Cine y Mujeres de Iruñea, entre otros certámenes.

En la película, intimista, natural y “artesanal”, como define su directora, la protagonista entenderá que no es una viajera nata y que su sueño de ser una escritora de viajes nada tenía que ver con ella, que solo era una excusa para darse una oportunidad de ser libre, de crecer, de cerrar heridas y de por primera vez, permitirse a ella misma ser feliz. “Me gustan las películas que se parecen a la vida, donde no es todo feliz ni triste, donde se puedan dar situaciones tan naturales como acabar riéndote en un entierro”, dijo ayer Lara Izagirre tras la presentación ante la prensa de la película, en la que estuvo acompañada por el actor Iñigo Aranbarri, quien da vida a Joseba, un instructor de padel surf, y por Paula Olaz, compositora de la banda sonora junto a Pascal Gaigne. “Se trata de una película muy artesanal, porque todo lo que se ha hecho cuenta con una energía especial, y todo tiene un por qué, aunque no fuese buscado”, añadió la directora del largometraje, en el que se habla en euskera, castellano, francés e inglés.

Precisamente, esa energía de la que Izagirre habla es la que sintió “en cuanto Ane (Pikaza) entró por la puerta el día del casting”. “Fue la única actriz que llegó tarde a la prueba, y en cuanto entró, lo supe. Necesitaba una chica como ella: patosa, pero no demasiado; graciosa, pero no excesivo”, contó la cineasta, quien afirmó que trabajar con la actriz bilbaina ha sido “un auténtico placer”, porque “la conexión fue instantánea”. También la sintió con Iñigo Aranbarri, cuyo personaje fue el que más quebraderos de cabeza le supuso. “Yo me había hecho una idea en la cabeza de que quería un chico un tanto chulito, ligón y euskaldun, pero ninguno terminaba de encajar con el personaje hasta que llegó Iñigo”, señaló Izagirre, directora también de la película Un otoño en Berlín. Él le dio al personaje, según explicó el actor, “un poco más de empatía de la que tenía en un inicio, porque era necesaria”. El filme fue rodado por diferentes lugares de la CAV e Iparralde, como Amorebieta, la Reserva de Urdaibai o Hendaia.