¿Cuándo comienza un concierto? ¿Con la cola previa? ¿Con el apagado de luces? ¿Con los teloneros? ¿Con la aparición del artista principal? No, mucho antes. Arranca en el ascensor en el que un niño de unos nueve años es incapaz de contener la emoción por ver a su artista preferida, comienza cuando piensas el conjunto ideal, comienza cuando te montas en el coche y repasas las canciones.

El joven niño se montó en el ascensor que baja hacia el Bilbao Arena junto a dos jóvenes adultos, no podía contener la sonrisa y los nervios. Cuando otro de los ocupantes pronunció unas primeras palabras, él preguntaba:"¿Ha dicho algo del concierto?", era incapaz de no anunciar a los cuatro vientos que iba a ver el pasado domingo a una cantante y bailarina que admira: Lola ÍndigoLola Índigo. Bailaba, se contoneaba, soltaba gritos ahogados de la emoción y aún ni había entrado al recinto.

Llegados al control de seguridad: revisión de bolso y petición de entradas. Avanza la fila y de nuevo uno de los trabajadores pide los tickets y guía hacia la puerta más cercana al asiento, porque con el coronavirus, da igual grada que pista, todos están sentados. Una vez más, ya a punto de cruzar el umbral para acceder en el estadio, una vez enseñas las entradas y te instan a emplear el gel hidroalcohólico, también aprovechan para recordar el uso de mascarilla en todo momento y la obligatoriedad de permanecer sentado en el asiento el tiempo que dure el concierto.

El rosa y las plumas reinan en el Bilbao Arena, todo siguiendo la estética del último disco de la cantante, 'La Niña', un álbum que acumula miles de reproducciones y un disco platino en su tracklist: La Niña de la Escuela con Tini y Belinda. En el ambiente se respira la emoción y los nervios y los comentarios incrédulos: "¿Cómo vamos a aguantar aquí sentadas sin bailar?".

VISITA DE UN COMPAÑERO

Entre los asistentes uno de los compañeros de concurso de la cantante y cara del grupo musical, Mimi Doblas, el extriunfito Juan Antonio que fue a ver a su amiga en su ciudad natal. También había quien repetía, una mujer animaba al público con un "quiero ver a Bilbao animado". Confesaba que el sábado había estado en Gasteiz viendo el concierto y que los ánimos no fueron los óptimos.

Rápidamente y sin apenas espera las luces se atenúan anunciando que en unos breves instantes arranca el periplo de esta noche: La Niña Tour en Bilbao. El público comienza a calentar motores con aplausos y vítores. "Lola, Lola, Lola", resuena en toda la cancha, Las gradas responden a la pista con un taconeo intenso hasta que llega el momento: las luces se apagan por completo y estalla un profundo y más intenso chillido de emoción.

Suena el sonido de una caja de muñecas y unas deslumbrantes luces rosas empiezan a brillar. En el escenario se ve una plataforma a dos alturas con forma ovalada. En lo más alto de ella aparece Mimi y en el resto del escenario las Lolas, bailarinas y conformantes del grupo artístico Lola Índigo, entre ellas la bilbaina Saydi Lubanzaido.

El show no ha arrancado y ya resuma empoderamiento femenino y poderío. "¿Cómo está Bilbao?", pregunta Mimi y acto seguido invita a dar palmas. Lleva un vestido rosa fucsia de vinilo mientras que sus compañeras de escenario van vestidas al puro estilo de unas colegialas, todo acorde a esta nueva era de estas artistas.

La coreografía está minuciosamente preparada, como ya anunciaron al principio del recorrido del grupo, esto es un show de canto y baile. Cada movimiento acompaña a un acorde. No hay ni un solo desliz, está todo calculado. Ni un vuelo de falda por el aire impide que las bailarinas continúen mostrando su arte.

Desde La Niña de la Escuela, a Culo, pasando por Trendy, el ritmo del espectáculo va in crescendo hasta que deciden decelerar para una canción más calmada. Aparece el guitarrista Rubens, amigo y compañero del grupo, con la guitarra clásica para que suene la balada.

Con la calma llegan las confesiones. Mimi abre su corazón al público y asegura que ha sido "un año muy duro" para ellas. "Lo que nos llena es estar aquí con vosotros en directo", confiesa, "somos pocos los artistas con la oportunidad de seguir girando".

DE UNA BALADA A OTRA

Linternas de los teléfonos encendidas para recibir a La Llorera, una canción que tal y como contaba la cantante la escribió como "terapia" durante las grabaciones cuando tocaba cantar una canción animada, pero no se sentía con ganas de ese ritmo. "No sé cantar algo que no siento", se sinceraba.

Quiso aprovechar la oportunidad para dedicársela a todos los que estuvieran atravesando un momento difícil en sus vidas. El sentimiento se notaba en cada palabra de la canción que cantaba, tanto que consiguió que las lágrimas brotasen de unos cuantos pares de ojos.

Para contrarrestar la pena, sonaba Mujer Bruja, una canción que hizo que todos despertasen de su letargo y cantaran al unísono. Como ya vaticinaban unas jóvenes al inicio, era difícil aguantarse las ganas de bailar, y lo único que conseguía que eso no sucediera era contonearse en la silla.

El concierto se acercaba a su fin y la cantante se tomó un momento para bromear: "Había traído a Bilbao la sudadera y el plumas, pero parece que he pillado un día bueno". Tras ello da paso a su tema Spice Girls, una canción cuyo vídeo grabó en Ibiza con sus amigas y que le acompaña cuando se siente sola. "Echo de menos mi vida normal, pero merece la pena por estar aquí", expresaba.

También Saydi se tomó unos minutos para hablar a la ciudad donde se crió, a la "capital del mundo". "Estoy muy contenta de estar en la ciudad que me ha visto crecer y bailar por todas las esquinas, barrios y txosnas", reconocía con la voz quebrada la bailarina bilbaina.

Mimi ponía punto y final con la canción que la lanzó a la fama, su single debut que acumula un triple disco platino: Yo ya no quiero ná. Muy agradecida, emocionada y con una sonrisa en la cara cerraba el concierto. Instaba a todos los presentes a perseguir sus sueños. "Los mismos que se reían de nosotros, ahora trabajan para nosotras", concluía Mimi Doblas.