The KillersBorn to runNebraska

El guapo y mesiánico Flowers se fue a vivir a Las Vegas, donde la música coreable y pop con profusión de sintetizadores de sus últimos discos encontraron la ubicación perfecta en esa ciudad-decorado artificial y colorista donde parece que todos los sueños son posibles. Imploring the mirage fue su 6º disco, cuya edición se vio retrasada por la pandemia y la gira prevista acabó yéndose al traste. Sin conciertos, Flowers optó en 2020 por meterse de lleno en la composición y grabación de su 7º álbum, Pressure machine. “Todo quedó en punto muerto”, asegura el cantante y teclista. “Yo nunca había tenido que enfrentarme antes al silencio. Y de él comenzó a florecer este disco, lleno de canciones que, de otro modo, se habrían apagado frente al bullicio típico de otros discos nuestros”, explica.

Lejos del bullicio artificioso y a veces de cartón piedra de un grupo pop de éxito. Así suenan varias de las nuevas canciones del grupo, marcadas por el repaso costumbrista y conceptual que Flowers realiza a un pequeño pueblo de EE.UU., a su realidad cotidiana, sueños, logros y fracasos de sus habitantes, a sus secretos y cruda realidad. Y le resultó fácil porque regresó a Nephi, localidad de poco más de 5.000 vecinos donde creció hasta su adolescencia, en el estado de Utah.

El álbum se centra en su regreso a Nephi, un pueblo sin semáforos, “en medio de la nada”, aclara el batería del grupo, Ronnie Vannucci Jr. “Durante el covid-19 era como si todos estuviéramos en medio de la nada”, según el cantante, que lidia con sus recuerdos con emoción, ternura, tristeza y esperanza. “Espero haber hecho justicia a estas historias y a las vidas de este pequeño pueblo”, desea.

Con los textos completos antes de tener una sola nota musical por vez primera en su carrera, Flowers entrega el mejor disco de la última década y media de The Killers. Quizás el mejor que pueda grabar el grupo, un trabajo de ritmos pausados, con guitarras acústicas, armónicas, violines, mandolinas y pianos. Supura el ambiente que Springsteen logró en Nebraska, pero suena menos arisco y sobrio, más cercano a Tunnel of Love. Flowers también reconoce la influencia de Nick Cave y Johnny Cash como “grandes narradores de historias”, en Desesperate things, que explica la historia turbia de un asesinato.

Ese ambiente desnudo y folk, de guitarras y armónicas, se evidencia en el corte titular, de ecos country y cantado en falsete; en Runaway horses, compartido con la gran Phoebe Bridgers y un lírico violín, basado en las elecciones vitales, o en Terrible things, que narra la historia de un homosexual en un pueblo pequeño donde debes ser vaquero, cazador y gustarte el fútbol. La portada del CD es una fotografía de Wes Johnson tomada en el pueblo. Muestra varias cruces con un alambre de espino en primer plano. Las cruces que portan muchos de sus habitantes, “sueños de alambre y púas” en calles que parecen “arenas movedizas”, canta.

Pressure machine es un álbum conceptual cuyos temas están ligados por declaraciones de los vecinos de Nephi, que aportan una pátina documental a un repertorio que en Quite town ofrece rock pop, con teclados, guitarras y bases marcadas, al igual que en Another life, con ecos de los Fleetwood Mac de Stevie Nicks; el eléctrico Cody; Sleepwalker, con ecos de Born in the USA o el himno electrónico In the car outside, espoleado por New Order y el pop de estadio. Y el disco desnudo y rural que deseábamos se acaba quedando a medio camino.

El disco concluye con el vals folk The gettin by, con cita a Mansion on the hill, de Springsteen, y Flowers proyectando un aura de esperanza sobre esos personajes rurales (su familia incluida) a los que respeta por su lucha diaria. Gente que se casa con su pareja del instituto, que no cierra la puerta de noche, que apenas ha salido del pueblo, vota a Trump y se aferra a sus “ideales y tradiciones” (religión incluida), mientras descansa en el porche, protegida por la sombra de las colinas. Él, como otros de sus personajes, cogió un tren o un coche, y huyó. A pesar de ello, ahora regresa al pueblo con respeto y emoción.