El presidente del Festival de Jazz de Vitoria, Iñigo Zárate, asegura que esta nueva edición -que regresa tras la cancelación del año pasado por la covid- "es una gran fotografía del jazz actual, de lo que se escucha en los clubes" y matiza que "aunque no haya superestrellas mediáticas, sí son estrellas musicales". El vitoriano analiza en una entrevista con Efe los entresijos de un certamen que cambia de escenario y se celebrará en el Iradier Arena, un espacio multiusos adaptado a esta época de pandemia para albergar eventos culturales, aunque desde la organización tienen la intención de retornar a Mendizorroza, su escenario habitual. El Iradier Arena de momento dispone de 600 localidades para esta edición, aunque el presidente desvela que se podría a llegar hasta los 1.000 espectadores si da tiempo a reubicar butacas y ampliar el aforo.

Si el Festival genera por sí mismo una expectación especial entre los miembros de la asociación que trabajan todo el año para dar forma a la programación, la situación generada por la covid-19 ha generado "una especie de miedo escénico" antes del inicio. "Este año será diferente", asume Zárate, que añade que se podrá comprar en el recinto, pero se deberá consumir sentado. Precisamente el cartel de esta edición, que se celebra del 14 al 18 de julio, está condicionado por una considerable bajada de presupuesto que se ha reducido hasta "menos de la mitad de un año normal" y rondará los 350.000 euros. La organización ya busca nuevas fuentes de financiación. De hecho era uno de los objetivos desde que en 2019 entró la nueva junta de administración, pero apenas ha habido tiempo de mover ficha en este terreno. "Tenemos muchos frentes abiertos para mejorar el festival", señala.

Iñigo Zárate se considera un "friki" del jazz y por eso opina que no se habría bajado del barco aunque le hubieran avisado de todos los problemas que iba a tener, sobre todo por culpa del coronavirus. "Si ha supuesto un reto para las familias, en eventos multitudinarios roza la heroicidad conseguir sacar algo adelante en estos momentos", afirma el presidente, satisfecho por el ritmo de venta de entradas; aunque reconoce no tener una referencia concreta por ser una edición especial. Entiende además que "la gente tenga miedo" a ir a este tipo de certámenes.

bajada de presupuesto

Evidentemente, el cartel parte de las limitaciones de la pandemia y de un presupuesto más bajo con el que han jugado para completar "un cartel muy equilibrado con una buena fotografía del jazz actual, de lo que esta pasando y se escucha en los clubes" y que tendrá representación internacional, nacional y local. Zárate hace un repaso por la programación pero se detiene con atención en el trío de la guitarrista Mary Halvorson; en Antonio Sánchez y su cuarteto con Donny McCaslin, Miguel Zenón y Scott Colley y en Anne Paceo, que participará en un colofón con la percusión como protagonista. Destaca también a los galardonados con el Premio de Jazz Letter One Rising Stars de los dos últimos años y no se quiere olvidar de la apuesta local. "Las mañanas están orientadas a gente de casa y están representadas diferentes escuelas, muy potentes que sacan músicos con un nivel increíble desde muy jóvenes".

Dentro de sus objetivos está captar nuevos públicos y en esta edición se intentará sobre todo con Dora Postigo: "Tiene muchos seguidores jóvenes, formación de jazz y puede ser una buena puerta de entrada para que este público sea capaz de escuchar jazz a través de alguien que conoce". Y es que el público del Festival de Jazz de Vitoria es muy variado. "Hay de todo, gente muy audiófila y melómana que sabe muchísimo y gente que va a pasárselo bien y no necesita mayor excusa", destaca con orgullo Zárate, abierto a escuchar propuestas del público como hizo el año pasado con una encuesta. Quedan "muchos objetivos por cumplir, desde el tipo de programación a los nuevos públicos", concluye el presidente de un "festival excepcional para un momento excepcional".