Inquieto, perfeccionista y amante de los retos, como el que en 2018 le hizo asumir la dirección del Ballet Nacional del Sodre (BNS), Igor Yebra (Bilbao, 1974) se despide de Uruguay, país donde lo ha dado "absolutamente todo" y del que se va "sin resquemor" pese a su controvertida no renovación en el cargo.

Horas antes de abordar el vuelo que le reunirá con su familia, el bailarín y coreógrafo repasó en una entrevista sus casi tres años de trabajo en el país suramericano. Pese a no que no pudo completar "un proyecto a cinco años" con el ballet que preparaba sobre la poeta uruguaya Delmira Agustini (1886-1914) y así cerrar una suerte de trilogía nacional -con El Quijote del Plata (2018) y La tregua (2020)-, Yebra califica de "apasionante" la improvisación con que se trabaja en Latinoamérica. "En toda Latinoamérica creo que hay mucho trabajo por hacer y te dan la calma y el tiempo. Eso no te lo dan en Europa. No puedes improvisar porque tienes una temporada hecha y no hay esa locura como hay aquí a veces", explica.

En una "visión grande de internacionalización" del BNS, proceso iniciado por su antecesor, el argentino Julio Bocca (2012-2018), y continuado por él, Yebra soñaba con la denominación de Ballet Nacional de Uruguay e insiste en que "ha sido un tiempo escaso" para completar su labor.

"Uno deja un lugar donde lo ha dado absolutamente todo, sin ningún tipo de reserva y sin esperar nada a cambio, casi como un amor, o como yo considero que se tiene que hacer en el amor: uno lo da todo y no espera nada y, de repente, te encuentras con que del otro lado te dejan y te queda esa sensación extraña", define Yebra su salida del BNS. Consciente de que la no renovación en su cargo ha sido "una decisión política", motivada por el cambio de autoridades en 2020, reconoce que no guarda "odio o resquemor" y que se queda con "el cariño y el apoyo brutal" de mucha gente, como los numerosos representantes del mundo de la cultura que firmaron recientemente una carta de apoyo a su gestión.

"Llega una gente nueva, tiene una idea nueva, les gusta lo que tú haces, pero tiene una idea nueva y deciden cambiar. La vida es así y yo lo acepto, tal cual es, porque sé que las cartas son estas. Hay que aceptarlas, lo cual no quiere decir que no duela", explica.

La pandemia, lo que, en opinión del bailarín y coreógrafo vasco, supone que la temporada 2021 "está perdida" y que "hasta mediados de 2022 no empezará a tomar vuelo". Entre sus proyectos inmediatos están "sujetar, sostener y dar apoyo" a la escuela de danza que tiene en Bilbao, que atraviesa "un momento complicado", y un "desafío" del que no quiere ofrecer detalles.