Desde su terraza en Barcelona, con poco más que un cubo de fregar, fueron una de las pocas noticias positivas del confinamiento. El trío Stay Homas animó el encierro desde una azotea que llevó a medio mundo, a través de la redes sociales, canciones frescas a ritmo de funk, reggae, rumba, pop y ritmos latinos y africanos. El grupo busca la profesionalidad con la grabación de su debut y una gira internacional en 2021 que pasará por la sala bilbaina Santana 27 (23 de abril) e Iruñea, en Totem, un día después. Las entradas están a la venta. "Económicamente no estamos para tirar cohetes", explica uno de sus miembros, Guillem Boltó.

¿Cómo han vivido el fin del confinamiento? Habrá supuesto un 'flash' ¿no?

—Ha sido todo un mogollón de cosas, una vorágine que nos está costando asimilar. Ahora ya está todo más estabilizado, pero al principio fue una locura inesperada que nos oyeran y escribieran desde todos los lados.

¿Ha costado mantener la cabeza fría?

—Los tres nos hemos ayudado en ese sentido porque nos podríamos haber vuelto gilipollas, pero al final el éxito solo eran números y ceros en Internet. ¡Es que todavía no hemos hecho un concierto! Hay que confirmar el proyecto y, por ello, no hay que subirse a las nubes.

Además de firmar con Sony, ¿ese número de escuchas llenas de ceros se ha traducido en algo palpable económicamente?

—Han salido ya algunas fechas para conciertos con gente sentada, alguna cosilla, pero todo queda a expensas de la gira de 2021. Y con las canciones cobramos lo que hemos ido colgando. En lo económico tampoco es para tirar cohetes. ¡Todavía no hay yate! (risas).

Han analizado la razón de su éxito tras la tormenta inicial?

—Se debió a varios factores y ayudó que todo el mundo estuviera en casa y con el móvil atento a lo que pasaba. A la vez, solo llegaban noticias malas a todas horas y que tres tíos cantaran en una terraza cada día era de las pocas buenas.

El buen rollo siempre estuvo ahí, como la sencillez y la frescura.

—Y que los temas de las canciones eran muy cotidianos, trataban de cosas que le podían pasar a cualquiera. Empatizaron bastante por ello.

Y ahora, con la gente en la calle ¿el grupo cree que tiene vida tras el confinamiento?

—Queremos trascender a esa coyuntura y sacar el disco en otoño. No queremos ser una anécdota. Al principio le cantábamos al confinamiento, pero luego fuimos diluyendo el mensaje y tratando de las cosas que nos pasan, en general. La lectura es más amplia en las últimas canciones.

Han publicado una 'mixtape' titulada 'Desconfination'. ¿Cierre de etapa?

—Tampoco, pero sí despedirla. Estaba colgada en YouTube, pero no en Spotify. Las cinco grabadas son las elegidas por la gente. Seguiremos haciendo canciones en la terraza, pero queremos vivir de esto y hacer música. Además, al principio teníamos muchas limitaciones musicales, estuvimos sin instrumentos y nos apañamos sin batería y bajos. Y tocando un cubo.

¿Cómo se han sentido en el primer paso por el estudio de grabación?

—Increíblemente, es de lo más guay para un músico. Allí piensas y estudias cosas antes de grabar. Esos temas funcionaban ya antes con guitarra y cubo, pero al poner cuatro elementos más siguen funcionando. Estamos muy contentos y descansando tras los cuatro meses más intensos de nuestras vidas. Necesitábamos hacer planes, ver a nuestros amigos, disfrutar del verano€ Luego llegará el disco y pensar y pulir cosillas.

No sé si retomarán canciones del confinamiento, pero seguro que el disco será muy ecléctico en ritmos. Es otra de sus señas de identidad ¿verdad?

—Es lo que más nos gusta, tocar el estilo que nos apetezca sin cortarnos ni pensar si gustará o no. Hoy, con la gente que oye Spotify, se tiene playlist con canciones muy diversas. Y artistas que pasan del pop al trap y el reggetón en el mismo disco, y el público no se sorprende.

Y con los idiomas, lo mismo. Solo falta el euskera.

—Cantamos en inglés, portugués, castellano, catalán€ el euskera se nos atraganta, no acaba de salir (risas). Yo creo que habrá varios en el futuro disco, cuyo contenido es un misterio. Puede que hagamos mitad nuevas y el resto ya conocidas. Veremos cómo encaja y avanza todo. Hemos hecho ya 29. Preferimos menos y más cuidados.

¿Un debut doble? Sería muy ambicioso.

—Sobre todo ahora, que se consumen canciones sueltas, más que discos. Sería como el mundo al revés (risas).

La gira será en 2021, pero también va a ser de locos, con varias fechas agotadas casi un año antes.

—Es lo más heavy de todo. Una cosa es que te escuchen porque el mundo es muy amplio, pero que compren entradas y vayan físicamente, nunca lo hubiera creído. Iremos a Latinoamérica y a ciudades europeas también. Nos va a hacer muy felices ir a tocar al otro lado del mundo.

¿Con el cubo de fregar también?

—(Risas). Veremos cómo son los conciertos. No serán como los de la terraza, sino con un toque evolucionado sin ser una big band. Igual llevamos varios elementos más, puede que dos músicos más, incluido un bajista. No es lo mismo tocar en una terraza que en un festival ante miles de personas. Se añadirán cosas que hagan sumar a la propuesta.

¿Y habrá espacio y tiempo para los proyectos personales de cada uno de ustedes?

—Mis dos compañeros iban a ir con Nil Moliner, pero no pudieron. Y habrá que ver si con Búhos y Doctor Prats se puede cuadrar este año. El próximo creo que será difícil compatibilizarlos con Stay Homas. Hoy es nuestro proyecto principal, totalmente. No queremos que se apague la llama y aprovechar la oportunidad. La cosa es que no se nos vaya de las manos ningún proyecto.

¿Creen que Stay Homas tendrán un segundo disco?

—Esperamos que sí, y sería totalmente diferente al primero, seguro.

"Solo llegaban noticias malas y que tres tíos cantaran en una terraza era de las pocas buenas"

"Han salido ya algunas fechas para conciertos con gente sentada, pero todo queda a expensas de la gira"