Bilbao - A Cristina García Rodero la fotografía le sirve "como pretexto para hablar de la vida", según confiesa ella misma. A los 11 años empezó a interesarse y a los 16 era ya más que un juego, empezaba a ser una necesidad. En 1973 una beca de la Fundación Juan March le cambió la vida, se echó a la carretera con su cámara al hombro para retratar los pueblos españoles en busca de fiestas, ritos, procesiones? Le supo a poco y, una vez finalizada la beca, siguió viajando durante 15 años retratando esa España oculta, que salía de la dictadura franquista, escenas impactantes, algunas de las cuales recuerdan al realismo mágico practicado durante algunos años por quien fue su maestro de pintura, Antonio López. "He viajado casi siempre sola para evitar las distracciones y he trabajado dando clases y conferencias para costearme los viajes, lo que me ha dado libertad", explica una de las mejores fotógrafas contemporáneas.

En 2009, la artista manchega se convirtió en miembro de la mítica Agencia Magnum, que fundaron, entre otros, Robert Capa y Cartier-Bresson; tiene un World Press Photo en la categoría de Arte, el Premio Nacional de Fotografía, la Medalla de Oro al Mérito y su localidad natal, Puertollano (Ciudad Real), le acaba de poner su nombre a un museo. Ahora, presenta una exposición en la Sala Rekalde de Bilbao, dependiente de la Diputación, y nos lleva a dar un paseo por 40 años de carrera, desde los rincones cercanos hasta los más alejados del globo a los que se ha trasladado con su cámara (antes Nikon y ahora Canon; antes con película, ahora en digital).

La muestra, que fue presentada ayer con la presencia de la artista y la diputada de Cultura, Lorea Bilbao, lleva por título Con la boca abierta, y en ella realiza un recorrido por los diferentes estados de ánimo que atraviesa el ser humano en su vida: alegría, placer, dolor, pena, llanto, carcajada... El viaje fotográfico comienza con una imagen del nacimiento de un niño que, al exhalar su primera bocanada de aire, nos otorga el principio de todo, y acaba con el último suspiro de un velatorio en Georgia.

Todas las obras tienen como eje central la boca: "Siempre me habían interesado los ojos y la cara de las personas porque creía que lo decían todo, hasta que me di cuenta, repasando las fotografías que había hecho a lo largo de mi carrera, que la expresión de la boca refleja mejor que cualquier otra cosa, incluidos los ojos, las emociones de las personas. Es un espejo real del ser humano", subraya Cristina García Rodero

Entre las miles de instantáneas realizadas durante las últimas décadas, esta fotógrafa, curiosa y vital, ha seleccionado 63 para esta exposición "en las que se aprecian su interés por las individualidades y su necesidad de aproximarse a la gente, buscando siempre una relación cercana con las personas", explica Lorea Bilbao.

García Rodero es una fotógrafa "intuitiva", según ella misma reconoce, que asiste sin hacerse notar, sin molestar, con el don de la invisibilidad a fiestas populares, a rituales en Haití, a las manifestaciones del culto al personaje mítico de María Lionza, la diosa de los ojos de agua, en Venezuela, a festivales de cine erótico, a concentraciones de masas como las Love Parade de Alemania... En sus imágenes hay drama, pero también hay sentido del humor como en la instantánea de unos travestis tomada en Tolosa en los años 70: "Siempre he considerado que el humor es muy importante en la vida, te ayuda a vivir, a olvidarte de las cosas duras, por eso en mi obra he intentado jugar con el humor, incluso reírme de mí misma que es lo más sano que hay". Y, como prueba de ello, se expone en la Sala Rekalde una instantánea de una prostituta de Madrid riendo ante la cámara. "Conectamos muy bien, no le importó que la retratara; en la foto se está riendo de mí porque me tuve que apartar porque casi me atropella un coche cuando hacía la fotografía", explica García Rodero.

blanco y negro Todas las imágenes están en blanco y negro, aunque en su trabajo también ha utilizado el color. Como en una de sus últimas series, un encargo de la Fundación Vicente Ferrer sobre el papel de la mujer y la situación de la educación, la sanidad y la justicia en la India. "En realidad, abandoné el blanco y negro en 2008 y me pasé al color en formato digital; pensaba que ya por la edad no lo iba a utilizar, pero vi que podía sacar fotografías por la noche incluso solo con unas pocas velas, que se consigue mejor definición en las escenas nocturnas. De todos modos, para esta exposición he decidido que todas la fotografías se muestren en blanco y negro, incluidas las más recientes; para ello he pasado algunas a blanco y negro, que es otra de las ventajas que tiene el digital", señala García Rodero.

En su universo creativo predominan las historias de mujeres, porque en definitiva cada instantánea de esta artista cuenta un relato: "Me resulta más fácil relacionarme, tengo la sensibilidad de mujer y podemos hablar de nuestros secretos, de nuestras vidas, no hay ningún otro interés que el meramente humano. Y aparte, me interesan los temas de mujer".

Confiesa que no lleva muy bien lo de posar para que le hagan fotografías: "Pero nunca me niego; a lo largo de mi vida mucha gente me lo ha permitido, así que no me puedo negar. Las imágenes las he obtenido de forma espontánea, no me gusta preparar las escenas, soy consciente de cuando se hace, las cosas cambian". La exposición Con la boca abierta de Cristina García Rodero permanecerá en la Sala Rekalde de Bilbao hasta el próximo 17 de mayo.