donostia - Fue el momento “más inoportuno para poner coherencia en su vida”. Es lo que piensa el director Alejandro Amenábar sobre el 12 de octubre de 1936, día en el que el filósofo y literato vasco Miguel de Unamuno pronunció la sentencia “Venceréis pero no convenceréis”, en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, en un acto presidido por Carmen Polo, mujer del dictador Francisco Franco que aún resuena en nuestros días, y en el que se produjo el famoso encontronazo con el fundador de la Legión Millán-Astray, cuando gritó aquello de “¡Muerte a los intelectuales!”. “Fue la mañana en la que Unamuno la lió parda”, reconoció el director de Mientras dure la guerra, título de la última película de Amenábar que pudo verse ayer en el Zinemaldia y que compite por la Concha de Oro. El largometraje, ambientado en verano y otoño de 1936, nos enseña a un intelectual contradictorio, “a una mosca cojonera brillante”, que en un inicio, apoyó el alzamiento, incluso, aportando seis meses de su sueldo para poner “orden” en la República. Unamuno (Karra Elejalde) creía que el alzamiento iba a servir para depurar el sistema. “Yo no he traicionado a la República, la República me ha traicionado a mí”, llega a decir en determinado momento.

Preguntado por la “equidistancia” de su personaje ante los horrores que se estaban cometiendo, Karra Elejalde, que para caracterizarse como un anciano Unamuno pasaba horas en sesiones de maquillaje, contestó, precisamente, de una forma equidistante. A su juicio el trabajo del actor es hacer lo que le dice el director y meterse en los personajes, al tiempo que explicó que para preparar el papel no le interesaba conocer qué era lo que creía el filósofo de sí mismo, sino lo que “el resto decían de él”.

En cuanto al enfrentamiento entre el autor de Niebla y Millán-Astray, interpretado por Eduard Fernández, y que desde el inicio de la producción causó cierta polémica en colectivos vinculados a la Legión -amenazaron con denunciar a Amenábar en el caso de que considerasen que Mientras dure la guerra difamase a su fundador- Amenábar explicó que se han documentado todo lo posible al respecto para poder recrear el “espíritu” de los discursos de unos y otros. No obstante, reconoció que la referencia exacta por la cual el tullido Millán-Astray saltó contra Unamuno, una referencia al poeta José Rizal, uno de los héroes de la independencia de Filipinas, no se ha incluido en la cinta porque eso hubiese obligado a explicar al espectador quién era aquel escritor.

La “vocecita” de franco El título de Mientras dure la guerra procede de una frase eliminada de un documento que se debatió en la llamada Junta de Defensa Nacional de Burgos, presidida por el general Miguel Cabanellas (Tito Valverde), y que transformó a Franco (Santi Prego) en caudillo ad aeternum o, por lo menos, hasta su muerte, como finalmente fue.

El largometraje toma la figura de Unamuno como eje para contar también una historia de sublevación dentro de los sublevados. No en vano, expone cómo los militares que se alzaron, no lo hicieron en contra de la Segunda República, sino en contra de su Gobierno. El propio Amenábar expuso que la sociedad de su generación ha pasado de “puntillas” por hechos que él mismo desconocía antes de abordar este proyecto como que, en un inicio, de los cuarteles del Bando Nacional colgaba la tricolor que, en un golpe de efecto, fue sustituida por la monárquica.

De hecho, la figura del dictador eclipsa, en cierta manera, a la del intelectual. Prego interpreta a un Francisco Franco que, incluso, llegó a provocar carcajadas en el patio de butacas. Amenábar y Alejandro Hernández han querido ser “rigurosos con el guion” y sumergirse en “la verdad más profunda” del dictador. El cineasta reconoció que ha querido “jugar” con todos los “elementos ridículos” que caracterizaban al dictador, como su “vocecita”.

Precisamente, el actor destacó que trabajó durante seis meses para encontrar la voz con la que interpretar a su personaje: “La voz era su máscara”. “Franquito es un cuquito que va a lo suyito” es una frase pronunciada por Sanjurjo que se repite en un par de ocasiones como manera de desmerecer al dictador, pese a que Amenábar demuestra cómo fue capaz de “sobreponerse a su vocecita y a su timidez” e instaurar una dictadura que duró hasta su muerte.

Levantarse Pese a estar ambientada en 1936, la de Amenábar tiene guiños intencionados al presente. “La película llama la atención sobre el repunte del fascismo. Algo que estaba extinto, pero los extremos han vuelto”, advirtió el responsable de Abre los ojos, que también añadió: “Si Miguel de Unamuno fue capaz de levantarse, ¿nosotros por qué no?”.

Amenábar regresa con este filme a Donostia cuatro años después de presentar, fuera de competición, Regresión, un thriller psicológico protagonizado por Ethan Hawke y Emma Watson.