bilbao - Woody Allen, que esta semana ha estado buscando localizaciones para la película que rodará en Gipuzkoa, pasó ayer por Bilbao para ofrecer su otra faceta: la de músico. Y armado de su clarinete ofreció un concierto alegre de jazz de Nueva Orleans, como integrante de la The Eddy Davis New Orleans Jazz Band.

Quien guste de la filmografía de Allen sabe tanto de su entusiasmo por el jazz, que pone sonido a muchas de sus películas, de Annie Hall a Acordes y desacuerdos, como de su pasión por el clarinete al estilo de su héroe George Lewis, que toca por el mundo desde hace casi cuatro décadas.

La orquesta de Allen, a pesar de lo rimbombante del nombre, es solo un septeto dirigido por Davis y su !banjo!, que sorprendió al público por practicar un jazz rudimentario, sencillo y alegre, surgido de los tugurios de Nueva Orleans, en el habitual tono distendido que practican en el Café Carlyle de Nueva York. A pesar de la lejanía del público y de la solemnidad del palacio bilbaino, convencieron con una propuesta alegre de jazz, blues y ragtime mayormente instrumental y creado, en algún caso, hace casi un siglo.

Bien secundado por el grupo, especialmente por el pianista Conal Fowkes y el trompetista Simon Wettenhall, que se lucieron en sus solos, Allen, que no siempre acertó con la nota adecuada, especialmente en los pasajes más lentos, convenció con piezas como la sentida St. Louis blues (Cab Calloway) y rítmica cubana de la muy aplaudida Para Vigo me voy.