donostia - Tras debutar con om, la donostiarra de adopción -nació en la Nochevieja de 1993 en Mallabia- ha terminado por consolidarse con eason, publicado a comienzos de 2018. Ahora, la artista despide la gira de este álbum con unos conciertos muy especiales y rodeada de invitados.

Ha cuidado su voz para el concierto de ayer el Kursaal. ¿Fue diferente a los del resto del año?

-Siempre necesito tiempo para mí antes de los conciertos: a veces horas, a veces días, a veces semanas. Creo que es así como se concentran y preparan mi cuerpo y mi mente, y a veces me resulta difícil respetar ese proceso. Así que me lo he tomado con calma y cariño. Me gusta que sea así. El concierto del Kursaal fue especial y con muchos momento únicos en varios aspectos que el público descubrió allí, junto a nosotros.

¿Qué supone para usted cantar en ese lugar?

-Es un honor y un fruto magníficamente sabroso de todo el trabajo que estamos haciendo. Estaba nerviosa porque quería hacerlo bien, pero sobre todo quería disfrutar y que el público disfrutara con nosotros. Que se convirtiera en una celebración de la música, de nuestra suerte y de las cosas de la vida que nos han traído hasta aquí.

¿Qué balance hace del 2018?

-Ha sido un año muy intenso, muy interesante y vivo. He trabajado mucho y he visto resultados que me llenan el corazón de alegría. Mi cuerpo se ha cansado mucho, pero al mismo tiempo he recargado pilas para seguir con esta vida que llevo ya eligiendo desde hace un par de años.

¿Ha notado diferencias entre la promoción del primer y el segundo disco?

-Sí. En general, todos los procesos han sido más conscientes con eason, incluida la promoción.

Tras el buen recibimiento de crítica y público a ‘om’, ¿le daba vértigo dar a conocer su segundo trabajo?

-Sí. Me daba mucho vértigo, pero tenía muchísimas ganas. Creo que era un cúmulo de sensaciones. Obviamente, la presión y las expectativas eran mayores, y eso hace que los miedos crezcan. Pero el público me ha recibido con los brazos abiertos y nos están cuidando muy bien.

Este año ha tocado fuera de Euskal Herria: en Sevilla, Barcelona, México...

-Con om también tuvimos la oportunidad de girar por el Estado y aquel primer contacto fue muy importante ya que vi que mi música había recorrido un camino sin mí a distintos lugares. En esos sitios después me acogieron con mucha dulzura. Esta vez los conciertos estatales han sido más conscientes, y además hemos podido tocar en México, que es sin duda una de las mejores experiencias que me ha dado el 2018. Fue todo un sueño, dormimos muy poco pero soñamos mucho.

En sus redes sociales puso que un taxista en Barcelona le había reconocido. ¿Nota que cada vez es más conocida fuera de aquí?

-Sí, y me pilla siempre por sorpresa. Eso me da mucha fuerza y me motiva a seguir trabajando duro.

No obstante, uno de los conciertos más especiales del año lo vivió en el Jazzaldia.

-Total. Fue mágico. Estábamos todos súper nerviosos, la playa llena, la puesta de sol espectacular? De repente todo fue surgiendo, encajando y me duró la sonrisa para el resto del verano. Me emociono cada vez que lo recuerdo. Donostia es una ciudad muy especial para mí. Me explotó el corazón.

Dedicarle un disco a Donostia, prácticamente la convierte en donostiarra ¿no?

-(Risas) Sí, me siento muy arropada, me siento en casa. Es como si lo malo de la vida se alejara de mí cada vez que llego aquí, como si me hablaran las calles y el mar. Ojalá dejen de convertirla en un agujero de dinero y nos dejen a sus enamorados vivir en ella dignamente.

¿Sigue buscando de qué maneras puede utilizar la voz?

-Creo que es un proceso muy interesante que nunca dejará de sorprenderme. Sigo conociendo mi voz y mi cuerpo para usarlo de una manera sana y no invasiva. Espero que la salud me acompañe largos años para seguir investigando.

Con ‘eason’ ha dado un salto todavía mayor de géneros, entre el pop, el rock, los sonidos latinos? ¿Dónde se siente más cómoda?

-Me siento cómoda cuando hago lo que quiero, sea donde sea. No soy ninguna experta, ni muy buena etiquetando géneros, pero creo que tampoco es tan necesario. Intento desacomplejarme lo máximo que puedo y ver qué sale desde ahí.

En cuanto al idioma, más de lo mismo. ¿Lo escoge en función de lo que quiere transmitir o por alguna otra razón en particular?

-No lo escojo, viene solo, dependiendo de la melodía o de la frase, no lo hago conscientemente. Ha llegado un punto en el que ya no reparo en el idioma en el que escribo, ni en el que canto. Supongo que será porque nuestro idioma principal es la música.

Con tanta mezcla de sonidos e idiomas, ¿Izaro se busca a sí misma?

-La pureza está en la mezcla. Somos variedad, cambio constante. No creo que me busque, creo que simplemente me reflejo.

¿Cómo se presenta el nuevo año?

-Se presenta cargadito y, espero, con espacio y tiempo para componer. Tengo distintos proyectos en mente y muchísimas ganas de ponerme a trabajar.

¿Qué le pide al 2019?

-Le pido salud para mí y para los que quiero. También le pido empatía, paz y paciencia y fuerza para seguir con nuestras luchas.