JOSÉ y Carmen venían con la esperanza de ver la exposición Chagall. Los años decisivos, 1911-1019, finalizada el pasado domingo, y de ahí los rostros de desilusión que mostraban tras salir del Museo Guggenheim. “El edificio es muy bonito, muy vanguardista desde el punto de vista arquitectónico, pero la obra no nos ha gustado mucho”, coincidía la pareja, proveniente de México. Ambos reconocían no disfrutar del arte moderno, un hecho que ya habían evidenciado durante su visita al Museo Guggenheim de Nueva York. “Tenemos que reconocerlo, es que no nos gusta. Teníamos ilusión por ver la exposición de Chagall, pero hemos llegado tarde, una lástima”, señalaba José.

Esta pareja mexicana forma parte de los miles de turistas que han pasado este verano por el museo, que ha batido todos los récords de visitantes desde su apertura. En los últimos tres meses han visitado el museo 445.147 personas, lo que supone 17.383 más que el mismo periodo de 2017 y 32.005 más que en 2016, unas cifras que confirman la tendencia al alza de los últimos años. Un realidad que constata Begoña Japeño, camarera del kiosco bar La Terraza. “Hay más turismo extranjero, se nota que cada vez viene más gente de fuera y también que el turismo dura más en el tiempo. Es decir, la temporada fuerte empieza antes, en junio, y se alarga hasta el último día de agosto, dura todo el verano”, explica, y apunta: “Los cruceros también han traído mucho gente, esa es gente que viene de golpe”.

En septiembre, en cambio, se nota la vuelta al trabajo y, sobre todo, al cole. “El turismo estatal ha bajado mucho, los peques han vuelto al colegio y eso se nota, pero todavía se ven bastantes turistas. En realidad, en los últimos años, hay turismo durante todo el año”, sostiene Begoña. Carlos Arancibia coincide con ella. El joven está al frente del puesto de helados Loco Polo que el bar del Guggen-heim ha instalado, por primera vez este año, en la explanada del museo. “Durante el verano han venido muchas familias, pero ahora se ve más gente mayor y parejas sin hijos”, explica. Él ha sido el principal testigo del boom de turistas que ha registrado el museo y asegura que durante Aste Nagusia “se rompieron todos los récords”.

“Ha habido tres o cuatro días en los que la cola llegaba hasta la carretera”. Y, claro, su puesto de helados se ha visto muy beneficiado con la afluencia de turistas de este verano. “Para cubrir gastos necesitamos vender unos 200 helados y muchos días hemos vendido entre 600 y 700 helados. Ha sido un verano muy bueno para todos”, reconoce.

“Un caos, pero para bien” También ha sido un bueno verano para las tiendas de souvenirs como Irrintzi, ubicada frente al Guggenheim. “Esto ha sido el caos absoluto durante este verano”, asegura su dependienta Evelyn Mena, “pero para bien”, aclara entre risas. “La explanada del museo estaba siempre llena de gente y las calles de alrededor también, y eso ha sido así hasta el último día de agosto”, asegura. “Es mucho trabajo pero hay que aprovechar estos meses porque ahora ya se nota que hay mucha menos gente”, explica Evelyn.

Entre los turistas que ayer visitaron el museo se encontraban Werner y Christiane Kurz, una pareja alemana que visitaba por primera vez Bilbao. “Nos encanta la arquitectura moderna y este edificio es espectacular”, aseguraban antes de entrar.