BILBAO. Mimo, bailarín, escenógrafo, coreógrafo y pintor. Lindsay Kemp se atrevió con todo durante los 80 años que duró su intensa vida. El artista falleció la noche del pasado 24 en la ciudad Italiana de Livorno, dejando en el recuerdo de muchos escenarios grandes momentos.

El Teatro Arriaga de Bilbao fue una de las tantas salas que pudo disfrutar del arte de Kemp. La villa acogió en 2005 El último baile de Elizabeth, un cuento fantástico en el que Kemp interpretaba a la reina virgen en las últimas horas de su vida. Kemp explicó entonces que había tenido que esperar más de medio siglo para interpretar aquel rol. Sin embargo, la espera mereció la pena, ya que el Arriaga quedó rendido ante su gran interpretación.

El mítico artista había nacido en South Shields (Escocia) el 3 de mayo de 1938. De joven se vio obligado a hacer de bufón para sobrevivir en contextos tan divergentes como el norte urbano de Inglaterra y el Colegio Náutico al que le enviaron sus padres para que siguiera la carrera de marinero de su padre. Pero aquello no era lo suyo. Tras ser expulsado de la escuela Naval por haber representado Salomé con un traje de siete velos que se había hecho con papel higiénico, se adentró en el mundo que él realmente amaba: la danza y el teatro.

Empezó a estudiar pintura y diseño en la Escuela de Arte de Bradford, danza con el ballet Rambert y con Sigurd Leeder, y cursó estudios de mimo con Marcel Marceau. Dio sus primeros pasos en el mundo del espectáculo en teatros marginales de Londres y pronto fundó su propia compañía, la Lindsay Kemp Company, en 1965, con la que realizó la primera gira internacional en 1973.

Trabajador incansable

Como para todo genio, los inicios no fueron fáciles. Los primeros espectáculos fueron considerados por el público y la crítica demasiado vanguardistas para la época, y no tuvieron mucha aceptación. Sin embargo, no tardaron en llegar los éxitos que todo genio merece. La primera gran ovación pública llegó con Flowers (1968), un espectáculo inspirado en la obra de Jean Genet Our Lady of the glowers, que trajo a Madrid en su primer viaje en 1977. Le siguieron Salomé (1976), Mr. punch’s pantomime (1975) y A midsummer night’s dream (1979), obra con la que alcanzó la fama en Italia en los 80. Ese mismo año, estrenó en Roma el espectáculo Duende, dedicado a García Lorca y en noviembre de 1983 regresó a los escenarios británicos para presentar en Londres Nijinsky, mientras que en 1968 puso en escena The big parade.

Dos años después, presentó en Italia Alice, una versión de las obras de Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas y Alicia a través del espejo. En el Estado, esta obra estuvo protagonizada por Nuria Moreno y fue llevada a los escenarios de Sevilla, Barcelona y Madrid entre 1988 y 1989.

Como actor, Kemp participó en películas como Valentino, The wickerman, Sebastine, Jubilee, The loves of lady Purple, mientras que como coreógrafo creó el ballet The parades gone by para Ballet Rambert, que fue un éxito.

Relación con Bowie

En sus 80 años, marcó un hito en la historia por el cual será siempre recordado: la dirección del espectáculo Ziggy Stardust para el cantante David Bowie. Kemp fue quien enseñó a exteriorizar toda su expresión corporal al creador de Starman.

Bowie sentía a Kemp como un referente y como una fuente de inspiración. La relación entre los dos era tan estrecha que fue el propio Kemp quien alejó de la cabeza de Bowie la idea de hacerse monje budista.

En 2005, Kemp declaró a DEIA que había “desparecido la magia del teatro”, aunque confiaba en que era “algo momentáneo”. “En un futuro la imaginación volverá a los escenarios. Hay que enseñar al público a soñar”, explicó Kemp a este periódico. Trece años después de aquellas palabras, se ha bajado el telón de la vida de Lindsay Kemp dejando mucha magia en todos los escenarios que pisó.