bilbao - Sus viñetas contra el machismo invadieron Metro Bilbao, con sus banqueros de talla 66 se rio sin piedad de la clase empresarial y con sus becarios retrató con sarcasmo la precariedad laboral, criticando a la burbuja política alejada de la sociedad española. Ayer se apagó el trazo del humorista gráfico Antonio Fraguas, más conocido como Forges, que con sus “chistes en serio”, con sus blasillos, los Marianos y Conchas o sus funcionarios profundos curaba los males de la sociedad e iluminaba la vida con su humor.
El genial humorista fallecía a los 76 años de edad a consecuencia de un cáncer de páncreas, que le habían detectado hace solo un año, que le mantuvo alejado de los actos públicos, aunque no abandonó sus lápices hasta el final. Su visión irónica de la actualidad tuvo precisamente ayer su último episodio en la viñeta que publicó en El País, y en la que uno de sus personajes más reconocibles, posado sobre una cuerda floja destensada, comentaba: “Esto del año político flácido es irreparable. Recognes”.
Forges plasmó durante más de 50 años su visión de la realidad en publicaciones como Hermano Lobo, La Codorniz, El jueves, Pueblo, Informaciones, Diario 16, El Mundo o El País, periódico en el que publicó sus viñetas durante los últimos 23 años. En los más de “ochenta y pico mil” dibujos, como así cifraba las obras que había realizado, siempre hacía gala de ese espíritu crítico y reivindicativo que lo acompañó durante toda su vida. Nada ni nadie se salvó de su pluma; como él mismo decía: “Los humoristas tenemos que hacer pensar y llorar”.
Forges fue el segundo de los nueve hijos del matrimonio formado por Antonio Fraguas Saavedra, periodista gallego, escritor y entonces alto funcionario de la Vicesecretaría de Educación Popular, germen del Ministerio de Información y Turismo; y de María Ascensión de Pablo López, ama de casa donostiarra nacida en Barcelona, profesora de francés. Como él mismo confesó, empezó a dibujar de niño cuando le diagnosticaron una encefalitis. Durante los meses de cama aprendió a emborronar rollos y rollos de papel higiénico.
Con 12 años, obtuvo un Premio Nacional de Redacción. Pese a ello, abandonó los estudios de Bachillerato para incorporarse en 1957, como técnico, a Televisión Española, en su sede del Paseo de La Habana, en la sección de Telecine. Más tarde, fue destinado al repetidor de televisión de Sollube, en Bilbao, época en la que surgió su gran admiración por la capital vizcaina y por el Athletic. Forges se definió siempre como medio gallego y medio catalán, nacido por accidente en Madrid, y del Athletic de Bilbao.
universo forgiano Cuando le confesó su vocación de dibujante a su padre le dijo: “Que se reconozca un dibujo tuyo a quince metros”. Y así lo hizo. Su obra es inmediatamente reconocible por sus dibujos de trazo grueso y línea constante. Pero también fue capaz incluso de crear un lenguaje propio a través del cual era reconocible al momento. Del mismo modo que su dibujo es caricaturesco, su lenguaje es también una caricatura de lo que se habla en la calle.
Para darle un estilo más personal a sus viñetas y enfatizar en su mensaje, Forges añadía sufijos a las palabras, juntaba una frase entera formando una sola palabra e incluso se las inventaba. Tontérrimo, sociata... Algunos de sus términos, como muslamen o bocata saltaron de sus dibujos al lenguaje de la calle y fueron recogidos después por el diccionario de la Real Academia.
Aunque su reconocimiento fue creciendo, en los últimos años había entablado con Hacienda una batalla para recuperar los cuatro años de pensión que le habían quitado. El humorista gráfico, miembro de la plataforma Seguir Creando, defendió el derecho a compatibilizar la producción artística de los creadores con la jubilación con un mensaje claro: que el Gobierno de Rajoy les “devolviera” lo que les ha “cobrado” a todos los que estaban en su situación.
Según contó a Efe en 2017, a sus 75 años, se encontraba en una situación “de película” ya que tuvo que devolver a Hacienda los cuatro últimos años de pensión, una cantidad que rondaba los 160.000 euros. “¿Cómo es posible que exista un gobierno en el siglo XXI que tenga por misión ningunear a la cultura de todas las maneras posibles?”, denunció con una voz enérgica ausente de cualquier nota de humor.
Pero además, según denunciaba también, había dejado de percibir la pensión “generada” como trabajador técnico de TVE. “¡Y no pasa nada! -exclamaba-. No está arreglado, y es tan sencillo como decir se suspende esta actuación administrativa, y lo pueden hacer perfectamente. Yo acuso al Gobierno del PP de que se dedica a robar a determinadas personas, casualmente, y a otras no”. Por eso, nunca dudó en afirmar que había llegado el momento de que todos, “en bloque”, llegarán hasta el Tribunal de Estrasburgo para denunciar “la actitud del Gobierno”: “Porque hay mala fe y eso va en contra de los derechos humanos”.