Michael Fabiano: “Si no cantase, no estaría cumpliendo con mi deber con el mundo”
El tenor Michael Fabiano cantará ‘Le Chevalier des Grieux’ en la ópera ‘Manon’, de Jules Massenet, que la ABAO-OLBE sube a escena el próximo día 20
bilbao - Lleva más de 12 años recorriendo los mejores teatros de ópera de todo el mundo. Nacido en Estados Unidos, Michael Fabiano proviene de una familia italiana y cuenta con premios como el Richard Tucker, además de ganar el concurso Metropolitan Opera Auditions y el Licia Albanese. Tras debutar en Bilbao con la ABAO en 2011 con el rol de Edgardo di Ravenswood en Lucia di Lammermoor junto a Diana Damrau, el tenor vuelve al Euskalduna para cantar en la ópera Manon, de Jules Massenet, en sustitución de Celso Albelo.
Participará en ‘Manon’ en el Palacio Euskalduna a partir del día 20, ¿qué supone esta ópera para usted?
-Para mí este rol en Manon es uno de esos papeles que los tenores siempre quieren cantar porque, aunque es un papel lírico, es necesario que el artista esté abierto durante toda la ópera, es decir, debe hacer un gran trabajo de expresión y lograr explotar la voz. Hay otros roles como Il Duca en Rigoletto, en los que el tenor no puede explotar la voz si quiere continuar cantando toda la noche. Sin embargo, en Manon el tenor tiene que ser grande toda la noche. Para mí cantar un personaje así es mejor que cualquier otro, en los que debo hacerlo de un modo sistemático durante toda la obra. Esos no me gustan tanto como este trabajo en Manon.
¿Supone entonces un trabajo mayor que otros papeles?
-Sí, porque además Manon no se representa mucho en el mundo de la lírica. Yo busco oportunidades siempre de cantar esta ópera porque no hay muchas ocasiones de hacerlo. Por eso, en cuanto me llamaron para interpretar este papel en el Euskalduna, acepté inmediatamente. Es una oportunidad de mostrar que tengo muchos colores en la voz. Il Duca, por ejemplo, es un hombre malo y brutal, y debe cantar alto toda la noche. En Manon puedo cantar lírico y forte. Por eso es tan especial para mí.
Debutó con la ABAO en 2011, ¿qué recuerda de aquella actuación?
-Fue una de las actuaciones que recordaré toda la vida, porque fue la primera vez que canté con una amiga mía, la soprano Diana Damrau, quien era una artista muy importante en el mundo de la ópera. Antes de esa obra no había cantado con mujeres tan importantes. Fue un punto de inflexión. Lo máximo es que el público era como una bomba, y me quedé impactado y emocionado tras bajar del escenario, porque nunca en mi vida había vivido un momento así.
Comenzó su carrera como tal a los 22 años, ¿qué balance hace tras 12 años sobre los escenarios?
-Arranqué mi carrera a los 22 años, muy joven, porque hay cantantes que comienzan en nuestro mundo con 27 o 28. Yo llevo dedicándome a este trabajo desde hace casi 12 años, y llegar en este momento a Bilbao para interpretar Manon, y además poder hacer otros conciertos en muy poco tiempo, es una oportunidad para decir “gracias”, al mundo, al público y a Dios. Hay numerosos cantantes que trabajan muchísimo y que no tienen la oportunidad de ascender en esta profesión.
¿Qué le aporta la ópera que no le aporte el resto de la música para dedicarle todo su tiempo?
-La ópera me encontró a mí. Cuando tenía 18 años quería ser un hombre de negocios pero, después de seis meses en la universidad, comencé a estudiar voz con un profesor muy importante, el famoso artista George Shirley, el primer tenor africano americano que cantó en el Met Opera de Nueva York. Él me decía siempre que yo tenía una voz muy importante y que debía darla al público. Me explicó que, de otro modo, no estaría cumpliendo con mi obligación con el mundo. La palabra “obligación” es muy importante para mí, porque siento que todos nosotros tenemos nuestro deber, nuestra obligación de hacer algo importante en la vida. Una de mis obligaciones es cantar, por eso en ese momento cambié mi carrera.
En una entrevista dijo que tenía una mente muy metódica, ¿cree que es indispensable mucha disciplina para dedicarse a la música?
-Yo vivo cada día como un sacerdote. No bebo alcohol, no frecuento bares e intento cuidarme. Estudio cada día, ya que es muy importante para mí estar informado, no solamente de la música, sino conocer toda la información que envuelve a la misma, ya sea en libros, poemas... Estudio estas cosas todos los días, es vital para mí saber las políticas que envuelven el mundo de la lírica. Este tipo de melodía es importante para todos nosotros y necesitamos conocerla: ella es la razón por la que la música en sí existe. Sin ella, el resto de estilos no surgirían.
Tiene una fundación para ayudar a que personas sin recursos puedan estudiar música.
-Sé que en América, especialmente, hay muchas escuelas que no pueden ofrecer clases de música en este momento, y me preocupa que los jóvenes que ahora tienen 15 o 16 años dejen de interesarse por la música con el tiempo, que la lírica deje de ser importante para ellos. Siento que es mi obligación ofrecer una opción a estas personas para que aprendan y traten de ser cantantes. Hace dos años que la creé, pero esta avanzando muy rápido. No pensé que llegaría a ser un proyecto tan grande.
Según dijo, “todo artista joven debe seguir su propio camino”. ¿No es difícil mantenerse tan independiente en un mundo como la música?
-No, en Europa y en América somos afortunados, porque tenemos libertad para hacer todas las cosas que queremos. Yo puedo seguir un camino y el resto otro. Pienso que en los momentos difíciles de una carrera lo más importante es continuar, saltar, superar el problema. Yo encontré muchos obstáculos en mi vida y en mi carrera, pero cada día me proponía seguir en mi dirección, sin parar. Los jóvenes deben pensar que, si en algún momento aparecen dificultades, deben seguir hacia su objetivo a pesar de todo.
Tras Bilbao, ¿cuál es su próximo destino?
-Voy al Met a interpretar La Boheme, pero antes debo estar en San Francisco cuatro días para abrir cuatro escuelas de mi fundación, así que la primera cita tras Bilbao será con mi fundación, y después volveré a cantar en Nueva York.