bilbao - Pla sigue fiel a sí mismo, con o sin referéndum catalán. Ingenuo, ácrata, delirante, provocador y surrealista, el músico, que revolucionó los días previos antes al 1-O con una carta que fuera de Catalunya se tomó como real cuando era solo una broma “mal escrita y llena de tonterías”, se pasea estos días por Euskadi. “Todos nacemos apátridas, los pañales y la patria nos los ponen luego”, asegura Pla, que actuará el jueves en el Kafe Antzokia de Bilbao, el viernes en la Jimmy Jazz gasteiztarra y el sábado en el Doka donostiarra.
Resulta obligado hablar de la actualidad política catalana, empezando por su reciente ‘troleo’ a la prensa española.
-No hay mucho que contar, todo partió de una broma entre amigos y luego ellos (por Madrid) lo hicieron y lo deshicieron. No hice nada.
La carta desconcertó, decía que Rajoy había sorteado bien la crisis.
-Ya, pero no la mandé a ningún sitio. Ellos decidieron cogerla e interpretarla totalmente sin saber que era una broma y hacerla suya (risas). La usaron para sus tonterías.
Algunos no aprenden, parece que no le conocen todavía.
-Eso es lo que digo yo porque de mí no se fían ni los de la CUP. ¡Si me echaron de la CNT! No lo entiendo. Es una historia que ellos han montado y desmontado.
¿Cuánto dinero le deben los amigos? Creo que todo partió de una apuesta con ellos.
-¿Pretendes que me venga Hacienda? A ver si vamos a cagarla bien.
¿Votó?
-No, tenía mucho miedo de la Guardia Civil y no quería que me pegara. Además, está prohibido. Paso de hacer cosas ilegales. Bueno, sí voy ahora a los toros, al ser ilegales; antes, jamás fui.
¿Para usted es más importante la libertad individual que la de los pueblos?
- En las cosas sociales estas... (duda) uno se ve envuelto porque no vive en una isla. Y luego... si no miras la televisión un par de días, no lees la prensa y dejas de coger el iPhone, sigues tu vida normal. Cada vez nos obligan a estar más pendientes de lo que pasa en el mundo y es más difícil tener un espacio personal en el que no tengas que estar dando explicaciones sobre esta sociedad tan invasiva.
Cultiva ese espacio personal. Vive como un ermitaño, en el campo.
-Lo intento, sí. Es que... es como si yo pensara algo. Bueno, si lo hiciera, lo último que haría sería decirlo (risas).
Esta vez viene con el guitarrista Diego Cortés. ¿Sacará su vena más rumbera en estos conciertos?
-No lo sé. No tiene que ser así, aunque supongo que sí. No lo había pensado, pero al sal ir con un guitarrista flamenco es fácil que sea así (risas).
Cortés es un bestia.
-Todo es muy fácil con Diego. Aunque suelo hacer otro tipo de espectáculos, unos conciertos al año los hago con él porque es un formato amable y tranquilo. Quizás sea el que más me gusta, en cualquier sitio y posición; ante 40 personas o 20.000, con gente de pie o sentada, borracho o sereno.
¿Se siente más libre en dúo?
-Me da libertad y muchos registros. Todo depende de la situación de la gente y del ambiente que se cree, sea en teatro o festival. Son matices que influyen, y ahí surge la improvisación.
No trae un repertorio cerrado.
-Con Diego, nunca. No he ensayado nunca con él, ni le he dicho qué canción voy a cantar. Salimos, arranco y él me sigue. Luego la uno a otra; o hablo... No hay nada prefijado y puedo cantar lo más nuevo o alguna tan vieja que él no se acuerde de ella.
Entonces, ¿cómo sale él del paso?
-Improvisa, y es cuando todo va mejor. No creas que se repiten muchas canciones. Tengo la ventaja de que me acuerdo de todas y me siento cómodo con ellas, con las de ayer o las viejas. No reniego de ninguna.
Sus últimas visitas tenían un fuerte componente teatral: ‘Manifestación’, ‘Guerra’ y ‘Somiatruites’.
-La última es mi favorita y le tengo gran cariño por su lirismo. Las otras son más cómicas y esperpénticas.
En ‘Manifestación’ salía una pancarta que decía “todo es una puta mierda, y lo sabéis”. ¿Lo mantiene?
-Puede ser (duda). La verdad es que me da igual, ni me acordaba de ella.
Dijo que le avergonzaba ser español. ¿Le pasa con todas las patrias?
-No me produce vergüenza ser español o catalán (risas). Pasa que me preguntan cosas y respondo... pero no le doy ninguna importancia.
¿Es usted un apátrida?
-Bueno, todos lo somos al nacer, digan lo que digan. Los pañales y la patria nos los ponen luego.
¿Le parece la vida real tan delirante y surrealista como sus canciones?
-¡Mucho más! Si soy un “sí señor” (sumiso) comparado con la realidad...
Creo que está preparando un nuevo espectáculo de corte teatral.
-Sí, tendrá vídeos y mappings. Se llama Miedo y se estrenará en enero, en Buenos Aires. Aquí se podrá ver en 2018 y 2019... si no pasa nada. Repito música con Raúl Refree, y en el montaje, con Nueve Ojos. También colaboro con unos pintores argentinos llamados Mondongo en la escenografía.
¿A qué tiene miedo?
-(Duda). A la Guardia Civil y... no he preparado esta respuesta. ¿Y tú?
¿Yo? A veces, a mí mismo.
-Nada, ya está pensada (risas).