“Hay películas vascas que están entrando en Primera División”
José Luis Rebordinos encara la semana de inicio del Zinemaldia “con ganas” y con el deseo de que todo el público encuentre “cuatro o cinco” filmes que le “sorprendan”
donostia -¿Cómo se presenta la nueva edición del Zinemaldia?
-Es como cuando te pasas todo el año estudiando y ahora toca pasar el examen. Hay películas que vienen testadas y algunas de la Sección Oficial han pasado ya por el festival de Toronto, pero siempre es una incógnita cómo van a pasar aquí. Estamos con ansiedad, con ganas de que empiece.
Uno de los últimos anuncios que han hecho es que a partir de esta edición cambian los criterios para elegir a los Premios Donostia. ¿A qué se debe?
-El Zinemaldia no tiene que ser algo inmutable. En estos siete años hemos cambiado muchas cosas. Pero desde hace tiempo teníamos esa espina clavada: nuestro único premio honorífico es el Donostia y estábamos condicionados a dárselo a cineastas, actores o actrices, que nos gustaban mucho, pero que tuvieran una parte de glamour. ¿Por qué no podemos dárselo a un director espléndido? ¿Por qué no a un músico? ¿Por qué no a un director de fotografía? Pensamos que con Mónica Bellucci, Ricardo Darín y Agnès Varda este era el año en el que podíamos explicar lo que queremos. El caso Varda nos sirve para mostrar que el Premio Donostia es nuestro homenaje a alguien cuya obra admiramos profundamente.
También afirmó que cuando se daba un Premio Donostia a alguien poco conocido, causaba una especie de conmoción entre el público donostiarra.
-Estos tres Premios Donostia explican que el espectro se amplía, que buscamos gente que creemos se merece un reconocimiento.
¿No puede ocurrir que el público haga una lectura errónea de ese cambio y piense que el Zinemaldia ya no es atractivo para estrellas internacionales?
-Llevamos varios años en los que creo que hacía tiempo que no había tanto glamur. El Premio Donostia se lo podíamos haber dado perfectamente a Arnold Schwarzenegger, un auténtico icono del cine, que viene este año a presentar una película que él ama profundamente, porque es un hombre que está militando en la lucha contra el cambio climático. También vienen Glenn Close, Alicia Vikander y James Franco, entre otros.
Es cierto que a Donostia vienen cineastas muy importantes, quizás no tan conocidos popularmente.
-Creo que para nuestro tamaño de festival, el glamur está más que garantizado. Muchas veces, además, Donostia tiene una segunda línea de actores y actrices muy potentes que igual el público menos cinéfilo no conoce. Pongo un ejemplo: este año el premio honorífico del festival de Locarno (Suiza) ha ido a manos de Todd Heynes y se lo ha entregado Oliver Assayas. Los dos han estado en el Zinemaldia un montón de veces y han pasado desapercibidos. En cambio allí ha sido un gran acontecimiento. ¿Por qué a un director de ese nivel no podemos darle ese reconocimiento?
¿A quién le daría José Luis Rebordinos el Premio Donostia?
-(Ríe) No lo puedo decir porque muchos Premios Donostia se cuecen a fuego lento durante años. Llevábamos años detrás de Denzel Washington hasta que un día cuadró. Ethan Hawke era otro que nos encantaba. No pudo venir en 2015, pero vino el año pasado con Los siete magníficos.
Este año será el tercero que viene Mónica Bellucci a Donostia. Parece que le gusta mucho el Zinemaldia.
-Aparte de representar ese glamur, tiene una obra espectacular que mucha gente no conoce. Ha trabajado con Sam Mendes, con Philippe Garrel, con Emir Kusturica, Gaspar Noe? Queremos poner en valor toda su obra. Nos gusta que venga, nos parece una invitada espléndida.
Usted ha afirmado que el Zinemaldia tiene que adaptarse. ¿Se puede hacer esto sin perder la identidad?
-La identidad del festival está en continua modificación. Una cosa es lo que se ve desde la ciudad y otra cómo se ve el Zinemaldia desde fuera. Desde hace siete años le hemos dado mucho peso a la industria. Hemos pasado de tener algo más de 500 miembros de la industria a tener casi 1.600. Ahora mismo, en Europa, Donostia es un sitio referente para citas industriales, por su foro de coproducción.
¿Hay que renovarse o morir?
-Está claro que los festivales no se pueden quedar parados, menos los más grandes, que tienen un valor en sí mismo. Incluso Cannes, que es el más importante del mundo, busca adaptarse año a año. Un festival como el nuestro, que está en una segunda línea de juego, o se adapta o está muerto. Cada año nos planteamos por dónde tenemos que ir. Luego hay planes generales que se trabajan más a largo plazo. Por ejemplo, este año incluimos Vergüenza, una serie de televisión de Zabaltegi-Tabakalera a concurso, y dos capítulos de otra serie, La Peste,dentro de la Sección Oficial. No vamos a ser un festival de tele pero los productos televisivos deben tener un lugar. Fe de etarras, por ejemplo, es un producto de Netflix y pensamos que es una película importante como para estar en el Zinemaldia. Y aún más desde el punto de vista del País Vasco, porque se trata de una parodia llena de humor sobre un comando etarra. Hacemos una radiografía y una fotografía de este momento.
¿Hay alguna presencia que le guste que no haya podido venir?
-La lista sería inmensa. Este año la Academia de Hollywood le da el Oscar Honorífico a Agnès Varda y lo anunció el día anterior a nosotros. Otro de ellos es a Donald Sutherland. Sería un sueño para mí que fuera un Premio Donostia. Este año hemos estado muy cerca de conseguirlo.
Cuando se anunció la presencia de John Malkovich para liderar el Jurado Oficial hubo cierto revuelo.
-Malkovich es bastante conocido y un buen amigo del festival. Aparte de un actor al que admiro profundamente, es director, diseñador... En definitiva, un hombre de la cultura. Es alguien muy culto con el que da gusto hablar siempre y más en estos días de furia y ruido. Cae muy bien a la gente. Los siete años que llevo de director le hemos ofrecido presidir el jurado, pero es un hombre muy ocupado.
Hablemos de la Sección Oficial. ¿Qué nos vamos a encontrar este año?
-Siempre decimos que la Sección Oficial es muy heterogénea; es así porque es algo que buscamos. Tiene un punto Frankenstein, que puede sonar malo pero no creo que lo sea. Somos un festival que responde a un público generalista, ante la prensa local, nacional e internacional? Tienes que responder a cuatro públicos muy diferentes. Sabemos que hay películas que al público le van a entusiasmar y un tipo de crítica no va a entender que estén en competición, y viceversa. Por eso hay películas cercanas al mainstream y otras más radicales. Creo que en esta edición hay películas con mucha personalidad. Hay un ramillete de cinco o seis películas, entre las que se encuentran Disaster Artist, la serbia Soldiers y la belga Ni juge, ni soumise, entre otras, que van a sorprender. Hay poco cine convencional en la Sección Oficial.
Este año compite ‘Handia’. ¿Cómo valora la evolución de nuestro cine?
-Llevamos unos años en los que se hacían cosas interesantes pero no había un florecimiento del cine vasco. El punto de inflexión es Loreak, que no solo es una gran película, sino que empieza a jugar en otra liga porque tiene un distribuidor internacional importante. La película llega a la terna casi final de los Oscar. Esa marca una diferencia. Nunca había habido una película a competición en euskera en la Sección Oficial, y en los últimos cuatros años ha habido tres. No es casualidad. De repente, hay un cine vasco que tiene un nivel. Handia es una película sorprendente. Que una cinematografía tan pequeña como la nuestra sea capaz de producir con ese nivel y ese rigor esta película es de por sí un hecho increíble.
El cambio se ha producido muy rápido.
-En los últimos cuatro años hay dos o tres películas, por lo menos, que marcan una clara tendencia. Handia antes de estrenarse ya tiene un distribuidor importante. Esto hace diez años era absolutamente impensable. Hay películas vascas que están entrando en Primera División. Y ahora estamos muy bien posicionados.
¿Cómo trabaja el comité de selección?
-El comité de selección hace un seguimiento de las películas. En este momento, por ejemplo, ya tenemos la base de datos del año que viene de los filmes que se están produciendo. Y luego hay diferentes formas de verlas: hay obras de gente que se inscribe y nos la envía. Otras las vemos en los grandes mercados internacionales como Cannes, Berlín o Ventana Sur, en Buenos Aires. Y otras se ven en viajes ex profeso. Hay viajes a Londres, París y Estados Unidos. Hay películas como las del cine español que intentamos que las vea todo el comité de selección, pero a Londres viajamos la subdirectora del Zinemaldia, Lucia Olaciregi, y yo. Hay veces que hay que tomar decisiones y no puedes esperar. A París, que es un viaje muy importante, acudimos solo cuatro personas del comité de dirección-selección.
Dentro de ese proceso evolutivo que citaba, en los últimos tres años han apostado por incluir películas de animación japonesa.
-Este año en una de las proyecciones especiales de la Sección Oficial será Fireworks, del mismo estudio que Your name de Makoto Shikai, que fue proyectada en el Zinemaldia en el mismo lugar. Nos parece una pequeña joya. Yo soy muy fan de Your Name y parece que esta va a ser otra de las películas curiosas del festival.
Entonces, ¿el comité de selección seguirá apostando por la animación para la Sección Oficial?
-Estamos abiertos a que haya películas de animación y de no ficción. Las vemos todas. Estamos trabajando para que el año que viene la nueva película de Mamoru Hosoda esté en el festival -El chico y la bestia de Hosoda fue la primera película animación en competir por la Concha de Oro-. De hecho, ya hemos hablado con el distribuidor internacional y le han mandado a Hosoda nuestro mensaje. Si hay películas de Hosoda, o de Makoto Shikai o de Ghibli, claro que estamos interesados. Your name, que se proyectó el año pasado en el festival, ha sido la película de animación japonesa que más ha recaudado en la historia de aquel país. Yo me acuerdo que el año pasado la gente me decía: “Pero estáis un poco locos, ¿qué pinta esto aquí?”. Es una película espléndida.