bilbao - Del embeleso y la pasión inicial al dolor y la indiferencia hasta levantar nuevamente el vuelo. El disco del donostiarra es una carta de amor a su pareja escrita a la vieja usanza, con sonido analógico y pocas pistas, a ritmo de folk, country y pop, y con la novedad a las voces de Maika Makovski.
El anterior CD, ‘Corazones’, era doble, y este tiene doce canciones. ¿Y dice sufriro sequía creativa?
-(Risas). Es que tardé en arrancar y encontrar el filón y el detonante del disco. Hasta que un día gris y de bajón sentimental me salió parte de una canción... y luego otra. Y vi que tenía que escribir un tratado sobre el amor y el desamor. Tuve claro el concepto y todo surgió más fluido.
Este es su segundo disco conceptual consecutivo.
-Así es: Corazones, que giraba sobre el corazón y mi problema de salud, y este. Y en ambos he escrito yo las letras también. He trabajado con Diego Vasallo, Jesús Mª Cormán y Rafael Berrio, los mejores letristas del país, de los que aprendí mucho antes de lanzarme yo. Veo cosas de estos maestros en mis letras.
¿Ha sido una cuestión de valentía o estas letras tan autobiográficas debía escribirlas usted?
-Un poco ambas cosas. Empecé a escribir letras en 24 golpes porque Cormán quiso quedarse algo al margen. Allí empecé, por necesidad. Y el anterior, al hablar de mí, como este, nadie podía escribir sobre él. Son muy personales y no podían estar en boca de otra persona.
El disco ¿es de amor o desamor?
-De ambas caras. Es un tratado sobre el amor de las parejas de larga duración. Habla de qué pasa con las relaciones a lo largo de los años, cómo se calientan y enfrían, y de las cosas que lo rodean. A mí me ha dado para un disco (risas).
Menos mal que, en este caso, ofrece un mensaje luminoso al final, cuando canta “han crecido alas en las cicatrices”.
-Efectivamente, el mensaje final es ese. El disco ofrece más oscuros que claros pero, al final, subyace la idea positiva de que todo se puede arreglar. El final es feliz.
Canta que llegó a tocar fondo.
-Y es verdad. Todo lo que digo en el disco es verdad. Lo he pasado mal... y también bien en el mismo año. Y lo he reflejado. Basándome en mi propia experiencia, la gente, al oírlo, podrá identificarse conmigo.
¿Otra forma de ahorrarse la visita al psicoanalista?
-Así es (risas). Y llevo así cuatro años gracias a los dos últimos discos. La terapia del lápiz me va muy bien.
Un verso dice “la vida duele”.
-Es que cuando te sientes mal... la vida aprieta mucho; y duele.
Musicalmente, pasa de la electricidad del anterior a un sonido más acústico, más folk y country.
-Puede ser, sí, porque no me gusta repetirme. Aunque lo hemos grabado la misma gente. Está grabado y producido con Paco Loco en sus estudios de Cádiz y luego mezclado con John Agnello. Misma gente, pero con un contenido diferente y acústico. Es más dinámico, aunque ambos son profundos en las letras.
Y lo ha registrado como en los 60, yendo a la esencia.
-Corazones tenía 24 pistas, aunque se grabó en sonido analógico, y este tiene solo 8. Es que cada vez me gusta menos el sonido digital porque te permite filtrar la voz, corregir todo... Es un camino hacia la perfección en el que se pierde el alma y suena todo igual y robotizado.
Si la arruga es bella... ¿el error?
-El error es muy interesante y mi disco está cargado de ellos, con voces grabadas en una o dos tomas y sin edición posterior. Mis discos de cabecera, de The Beatles a Dylan, están llenos de imperfecciones y eso los hace maravillosos.
Si su voz natural y sin filtros es una de las novedades del disco, otra es la participación de Maika Makovski.
-Nos pareció interesante el contrapunto femenino en un disco que está cantado a una mujer. Y pensamos en ella por su talento y voz especial. Ella viene del mundo alternativo pero nos dijo que sí; y acabó trabajando en 8 canciones. Últimamente sí veo que hay menos prejuicios sobre mí y que mis discos aparecen en radios y prensa especializada.
Cuénteme lo de Julio Iglesias.
-(Risas). Se le ocurrió a Paco, que cantara en Tienes que ser tú, pero al final no pudo ser. Es tan difícil como que participara Dylan, el sueño de mi vida. Sería más fácil cantar con Elvis, que está muerto, que con Dylan.
¿Y los directos?.
-Ya están en marcha. Hemos incorporado a Marina Iniesta (voz y guitarra), para mantener el toque femenino. Nos ha rejuvenecido mucho.