GASTEIZ. Un juzgado de Gasteiz considera que existen indicios de que el exdirector del yacimiento arqueológico alavés de Iruña-Veleia, Eliseo Gil, un socio y un trabajador suyos cometieron delitos continuados de estafa y daños.

El Juzgado de Instrucción número 1 de Gasteiz dictó un auto en el que da por finalizada la instrucción del caso y pide a las partes personadas en el proceso que formulen un escrito de acusación o pidan el sobreseimiento de la causa.

El exdirector del yacimiento está acusado de haber falsificado grafitos considerados históricos y la jueza estima que, a tenor de las diligencias practicadas, los hechos podrían constituir un delito continuado de estafa y otro de daños.

Los hallazgos que se cuestionan, localizados entre 2005 y 2006 bajo la gestión de la empresa Lurmen, son unos grafitos escritos en cerámicas de los siglos III, IV y V que en su día se calificaron como históricos porque adelantaban al siglo III la aparición del euskera y la llegada del Cristianismo.

El auto señala que al parecer Eliseo Gil, administrador de la empresa Lurmen, firmó un convenio con Euskotren para la ejecución durante diez años del proyecto Iruña-Veleia en este yacimiento, con un presupuesto de 3,7 millones de euros, tras lo cual en 2002 la Diputación alavesa concedió a la empresa los permisos de excavación.

Ya en septiembre de 2004 el equipo de Lurmen construyó una réplica de una letrina romana sobre la que se realizaron diversos dibujos y textos y, en agosto de 2005, al ser descubiertos, el trabajador encausado reconoció que él había hecho el grafito con la palabra Veleia en la pieza pero que era una “broma”.

Durante 2005 y 2006 se produjeron distintos hallazgos que fueron considerados “excepcionales”, fundamentalmente de cerámica y ladrillo del siglo II. En estas piezas Eliseo Gil y su colaborador, “con el ánimo de obtener no solo un beneficio económico sino también un prestigio y reconocimiento profesional”, hicieron inscripciones en euskera, y aplicaron un material de relleno para que esas piezas fueran descubiertas tras su lavado por los empleados de Lurmen.