BILBAO. “La revolución hay que hacerla con esmoquin”, asegura el cantautor donostiarra, que ofrecerá un concierto en formato íntimo, con el grupo de José Luis Canal, en el que también explicará sus canciones.

¿Sigue bien de salud?

-Sí, gracias. Tuve un pequeño problema pero ya está todo solucionado. Estoy a tope y en la carretera.

Acaba de terminar Loraldia, centrado en la cultura euskaldun, y se inicia Basque Fest, que ofrece una amplia oferta cultural y de ocio en Bilbao durante Semana Santa.

-Es una idea genial para la que gente que se quede en la ciudad y para quienes vengan. Es un escaparate espléndido para mostrar nuestras músicas, nuestros bailes y nuestras cosas. En mi caso concreto, van a poder conocer a más fondo mis canciones de lo habitual.

¿Y eso, por qué?

-Quienes vayan a verme contarán con las letras en un folleto, tanto en euskera como en castellano, y, además, explicaré someramente cómo hice las canciones. Habrá una comunicación con el público más fluida, para que entiendan cómo surgieron.

Gipuzcoano de pro, últimamente le vemos mucho cantando en Bilbao. Se va a tener que empadronar.

-(Risas). Cuando gane la Real la Champions iremos a Bilbo a coger refuerzos. ¡Ojalá este año pudieran ir los tres equipos vascos a Europa!

En algún concierto en Bilbao se le escapó un “¡Aupa Athletic!”.

-Claro. Me alegro mucho de que las cosas estén así aunque tengo algunas discusiones a muerte con algunos amigos.

Lo del futbol tiene su traslación general a la vida. Le he oído cantar ‘Bagare’ con Mendibil y el mensaje es el mismo que el de su canción ‘Zazpirak bat’. ¿Somos uno?

-Exacto, en otro contexto. Poco a poco hay que olvidarse de esas rencillas con toda la tranquilidad del mundo. Y más ahora, que vamos dando pasos importantes, como el reciente, en el que hemos ganado la paz. De ahora en adelante, hay que trabajar fuerte por el país. Hay que mirarse a los ojos y caminar juntos.

En Azkuna Zentroa no se acompañará de la Banda Municipal de Bilbao, como en Aste Nagusia.

-No, tienes razón. Estoy intentando hacer una gira con las bandas de música de Euskal Herria, para ponerlas en valor, con iluminación y buen sonido. A las bandas se las sitúa siempre en los kioskos, donde apenas entran. Si se les cae la partitura, apenas pueden agacharse a recogerla, el trombón de varas le pasa por encima al músico de al lado, la gente escucha por la parte de atrás del kiosco... Hay que ser consciente de que los mejores músicos salen de esas bandas de los pueblos, no solo de las capitales. Todos son grandes profesionales y da gusto ver a adolescentes con el bombardino en la mano, yendo a ensayar.

¿Con quién tocará en Bilbao?

-Con el grupo del pianista José Luis Canal, un músico buenísimo. Seremos cinco, en lugar de los 60 maestros de la Banda de Bilbao. Es un formato nuevo y pequeño, en el que varía algo el repertorio. Me acompañarán el batería Blas Fernández, Anjel Unzu a la guitarra, Rober Caballero al bajo y el acordeonista Iñaki Dieguez, que ha estado de gira con el Circo del Sol. Es gente muy potente y el formato más íntimo.

Y sonarán, imagino, muchos de los clásicos, de ‘Kaia barrenian’ a ‘Ameriketara joan nintzen’, ‘Quisiera ser alcalde’...

-Esos no faltarán.

¿Qué pasaría si no cantara ‘Guk euskaraz’ y ‘Maite, maite, maitia’?

-Imposible, no habría concierto. Termino con la primera y dejo para el bis la otra. A veces pienso que como no me pidan un bis... Afortunadamente, no sucede. Y, por si acaso, hay alguien pagado en primera fila para que aplauda (risas).

Amor y conciencia, caricia y martillo. Así es su repertorio ¿verdad?

-Y son cosas que no van reñidas. La fase dura fue cuando abrimos la brecha en los años 70 con la policía esperando a la salida de los conciertos para la entrega de documentos y la casi segura detención. De todas formas, en mi repertorio siempre ha habido canciones de amor, desde aquellos años. Luego, salieron los políticos al escenario y pasamos, al menos yo, a otro plano. Eso sí, yo sigo siendo el mismo de entonces y reivindico lo mismo para mi país. Sigo siendo el mismo nacionalista que era en la década de los años 70. El hecho es mantenerse firme, pidiendo nada más que lo que tenemos derecho y hablando despacito. Siempre digo que la revolución se hace con esmoquin.

¿Le atrapa en ocasiones el fantasma de la nostalgia o prefiere mirar siempre hacia adelante?

-No, nada de nostalgia, siempre miro al futuro. Suelo decir que el futuro es ayer y lo que hice hace cinco minutos ya no cuenta para mí.

¿Le dan vida los conciertos?

-Sí, en este momento de mi vida son muy importantes. El estar con los músicos, hablar, preocuparse, cantarle a la gente... me mantiene joven a los 69 años.

¿Se plantea grabar más canciones?

-Sí, con el problema de salud dejé el proceso de un disco nuevo y ahora me planteo retomarlo, aunque sean solo con cuatro o cinco temas. Ya sabes que ahora no se venden discos y todo se cuelga en Spotify. Pero bueno, quizás sea para Navidad, donde también quiero sacar el concierto con la Banda Municipal de Bilbao en Donostia, en la plaza de La Consti. Es un recuerdo imborrable oír el Himno de San Sebastián sin tambores, algo espectacular. Podrían ir juntos ¿no?

-No sería malo hacer un paquete con ambos discos porque sería un buen regalo. La verdad es que me has dado una idea (risas).

Ya que hablamos de futuro, antes ha sugerido que Euskal Herria vive una etapa esperanzada.

-Exacto. Todo lo que sea terminar, está bien. Todos querríamos que fueran las cosas más rápidas, pero hay mucha esperanza ahora. El que no se suba al carro de la paz se va a quedar fuera. Y a los grupos políticos hay que pedirles que hablen menos y hagan más, sin forzar a nadie. Y recordar a la gente que está sufriendo en la cárcel, y decirles que ya falta poco. Aconsejaría a la gente que escuche mi canción Gure artetik izkutatuak, donde ya hablaba de ello.

¿Ve viable revivir la gira ‘Gu gira’?

-Fue bonito cantar con Artola, Knörr y Mendibil. A ver si el verano siguiente se puede hacer algo en localidades donde no estuvimos.

Y hablando de futuro y folk. ¿Ve relevo para usted, Laboa, Oskorri, Lertxundi y compañía?

-El relevo se produce en el ámbito del rock, más que en el folk. Y es una pena porque hay muchos músicos y son mejores que antes. Oyes a Eñaut y a Ken Zazpi... Son fabulosos. El problema es de circuito y actuaciones. Deberían hacer giras enormes y, en el caso del folk, tener un kantaldi en cada fiesta con cantautores jóvenes, para no perder esa semilla.