EL artista donostiarra Fernando Pagola inauguró en 2010 en la Galería Moisés Pérez de Albéniz una exposición titulada A la sombra de Perkain, con una creación audiovisual homónima que “quiso ser un homenaje al mundo de la pelota, intentando rescatar su expresión más esencial de una visión completamente banalizada y comercial que la televisión y los medios nos obligan a procesar para asegurar su continuidad como fenómeno deportivo”. A Pagola le gusta pensar que, en su aspecto original, el pelotari “nos enlaza con el mundo griego y su apego al mito”. Y nos lo muestra “en su espacio metafísico y abstracto frente a la naturaleza y el caos, desnudo de su componente publicitario, en el espacio de tres planos que es el frontón, con dos paredes: una que determina la anchura y otra la longitud del terreno de juego, en ángulo recto, y un suelo sobre la tierra.
En A la sombra de Perkain, el pelotari y el frontón forman un todo, “son inseparables”. En cuanto a la influencia de Oteiza, Pagola señala que si bien no realizó este trabajo pensando en él, “alguien me recordó recientemente que Oteiza lo abarca todo, y, ciertamente, el mundo del frontón pertenece, sin duda, a ese imaginario oteiciano”. También se verá hoy Soroa, cortometraje de Asier Altuna (Bergara, 1969) basado en el poema Deja cada muerto un dedo acusador al cielo (cosecha en Fitero), del libro Existe Dios al Nordeste de Jorge Oteiza. “Desde la primera lectura surgió una imagen surrealista muy potente que me cautivó, y, a partir de esa imagen, surgió una historia”, comenta el realizador.
Soroa “tiene que ver con la naturaleza, con la tierra, con la sequía y con la cosecha”; en definitiva, con “el ciclo de la vida y la muerte”.
Soroa, que el director califica de “cine y punto”, sin etiquetas, ha visitado todos los continentes a través de más de 70 certámenes, y ahora se verá en Punto de Vista. Está “feliz” de presentar Soroa en esta programación, aun más si es en el ciclo en torno a Oteiza. Y es que, una de las razones por las que Altuna hizo la película Bertsolari (2011) fue “el modo en que el de Orio describe en su Quosque Tandem...! el proceso creativo del bertsolari”. También reconoce su influencia en Amama (2015), y Kilker, un guión de largometraje en el que trabaja ahora también se inspira en un poema de Oteiza.
Al realizador guipuzcoano Jesús Mª Palacios siempre le han atraído las ruinas “por su capacidad de evocación del pasado”. En 2012 vivía en Hendaia y pasaba casi a diario por los restos de la casa que habitaron Oteiza y Basterretxea entre 1957 y mediados de los 70. “Un día me acerqué a grabarla y en su interior coincidí con dos personas que vivían allí y que me permitieron conocer el espacio por dentro”, cuenta. En Casa vacía “hay un intento de hablar de la relación de Oteiza con el cine, una intención de hacer una no película prácticamente sin imágenes sobre Acteón, una película que nunca se hizo”, agrega el director.
También se pasarán dos piezas de Itziar Añibarro. La primera, Oteiza, se basa en la obra Los catorce Apóstoles de Arantzazu y se realizó en un taller con reclusos que reinterpretaron esta escultura a través de la danza y la poesía. En la segunda, Making Oteiza: Apóstoles y reclusos, los protagonistas explican su experiencia en este taller.