“Hace ya tiempo que estoy más cerca de Sabina que de Springsteen”
Carlos Goñi edita hoy el décimo disco de Revólver, ‘Capitol’, y lo presenta el lunes y martes próximos en los FNAC de Bilbao y Donostia, respectivamente
bilbao - El músico valenciano apuesta por la independencia en este disco, menos rock y más acústico y “de piel para adentro”, explica. Lo presentará en vivo, con grupo y en formato eléctrico, el 10 de marzo en la Santana 27, en Bilbao.
A su edad, renuncia a Warner y apuesta por la independencia.
-Nadie me ha dicho nunca cómo tenía que hacer discos y canciones, pero Warner no es lo mismo que cuando llegué a ella. Hay otras personas y, aunque no hablaré mal de ellos nunca y había un buen contrato sobre la mesa, decidí irme.
¿El título se refiere al edificio Capitol de Madrid, el de la Gran Vía y ‘El día de la bestia’, que incluye unos cines y un hotel?
-Exacto. El disco está escrito ahí. Decir vivir sería excesivo pero he pasado mucho tiempo en él en los tres últimos años mirando desde arriba a la gente pasar. En él surgió este viaje alrededor de uno mismo.
A veces no nos gusta mirarnos.
-Eso es, pero alguien me hizo ver que vivía en una especie de sótano en el que me movía bien con el rollo de la tristeza. No sé si era victimismo pero tenía una mochila muy pesada encima. Y me la he quitado de encima. Basta de esa melancolía que es la felicidad de los tristes.
Es un arquetipo, el del perdedor, que da mucho juego en el arte.
-Totalmente, es más interesante el que lo intenta entre penurias y lo consigue al final; o no. E interesa más el intento que el resultado final. El tesoro es salir a buscar el tesoro. Luego, si lo encuentras...
Es un disco largo, con 14 temas.
-Nunca me ha temblado el pulso para cargarme canciones si bajaban la media. Aquí no ha pasado, no quería quitar ninguna.
‘Capitol’ es el contrapunto del anterior, el expansivo ‘Babilonia’. Este es “de piel para adentro”.
-El otro era más social, aunque todos mis discos son autobiográficos y toda biografía tiene algo de ciencia ficción. En este, aunque mire al exterior también, lo hago desde mí mismo y con la cabeza fuera del sótano. Durante años he proyectado una imagen fatal de mí mismo. Soy irónico y divertido, pero se me veía abatido por la vida. Ahora no, aunque sigo teniendo problemas y por el hecho de gritarlos no van a desaparecer. Es una cuestión de aprendizaje, de dejar detrás cargas que no son tuyas. Y no es fácil.
Estilísticamente, ha hecho un disco más acústico que rockero.
-Ya, pero Neil Young con acústica es más rock’n’roll que Metallica. ¡Y no digamos ya con Crazy Horse, la gran tormenta! Al final, el rock es una cuestión más de actitud que musical. A veces utilizas una guitarra acústica y estás pegándole fuego a todo. Como en Más tequila, en la que me cisco en todo (risas).
Sobre todo en lo ‘cool’, el ‘moderneo’ del arte y las redes sociales...
-Así es. Y encima lo hago a ritmo de tex-mex, muy fronterizo.
Ideal para Donald Trump, vamos.
-(Risas). Es que me fascinan Ry Cooder, Flaco Jiménez, John Hiatt, Los Lobos, Raúl Malo... Lo más opuesto a lo moderno ahora es la frontera de México y los USA. Y quería tocar un poco las pelotas.
Hay country, personajes familiares, el río de la vida, pianos a lo Roy Bittan. ¿Tiene el disco algo de ‘The river’, de Springsteen?
-Eso es una paja mental tuya (risas). El country me fascina y ahora me atrevo con él porque tenía una asignatura pendiente con la guitarra y sus técnicas. Ahora lo he logrado en temas como Campanilla, en la que hablo de la gente que no quiere crecer, o Sin Barcelona.
Con esta última se mete en un gran charco, el de Cataluña.
-Es algo complejo, sí. Lo del referéndum es lógico pero hay una Constitución con la que nos regimos todos. Y he escrito esta canción explicando el por qué me daría mucha pena que dejáramos de llevar el mismo apellido. Y me pasaría con Euskadi con más motivo porque tengo allí gente muy importante en mi vida.
¿Y por qué tanto miedo a votar?
-Ya, en realidad no pasa nada. Seguiríamos viéndonos y hablándonos, aunque sería una pena. En el fondo, es una canción de amor.
Hay varios guiños en el disco a Valencia. ¿Le duele su tierra?
-La del parque temático de Calatrava y los políticos corruptos claro que me duele, nos ha jodido.
En algún tema recuerda a Sabina.
-Ya, me lo han dicho pero alabando la calidad de mis letras. He subido un peldaño últimamente. Hace ya tiempo que estoy mucho más cerca de él que de Springsteen.
Titula una canción ‘Premios y cicatrices’. ¿Qué tiene más hoy?
-El del sótano diría que cicatrices y el actual... Mi mayor premio es que me gustan todos los lunes de mi vida. Y me fascinan los que todavía no he vivido, tienen una pinta...
Canta que le falta tiempo.
-(Risas). Hace ya tiempo que me falta. Y, sobre todo, nos faltan vidas para vivirlo.
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