Con un pie en Estados Unidos, a través del country-rock y de las melodías soleadas de Crosby, Still, Nash & Young, y otro en Euskadi. Es la propuesta del grupo vizcaino CountryBasque, que acaba de publicar su debut, un álbum de sonido nostálgico y una grabación y presentación cuidadas que la banda no tiene previsto presentar en directo. “Reivindicamos nuestras raíces vascas desde el propio nombre del grupo. Somos vascos que hacemos música country”, explica su líder, Xabi Salinazarmendaritz, vocalista y compositor principal del septeto.
Atribuyen a Benjamin Flanklin la máxima de “la honestidad es la mejor política”. El grupo CountryBasque la sigue a rajatabla desde su propio nombre, al igual que desde el título de su debut discográfico, Made in Basque Country. En ambos juega con la dicotomía de un estilo, el country, y la ubicación geográfica vasca. Y les define porque ellos se autoproclaman “un grupo de country-rock que reivindica las raíces vascas, aunque pueda resultar paradójico porque cantamos en inglés”.
El origen temporal del grupo es reciente pero tiene unos antecedentes lejanos. Quizás provengan de Pat, el aitatxi de Salinazarmendaritz, que al igual que “otros hombres bravos fueron a Estados Unidos a la búsqueda de sus sueños”. Quizás con ese antepasado emigrante empezó esa pasión irrefrenable que siente CountryBasque por la música country, mamada a fuego en los años 70 por unos melenudos lampiños con aspecto hippie que formaron el grupo Traidor, Inconfeso y Mártir siguiendo las enseñanzas de The Flying Burrito Brothers, America, Poco, Eagles, Crosby, Still, Nash & Young o The Nitty Gritty Dirty Band.
Tras esa primera aventura se dieron a conocer desde una banda pionera en Bizkaia del folk rock estadounidense, Crimen y Castigo, que no obtuvo relevancia comercial. Han pasado casi cuatro décadas y ellos siguen a lo suyo, alimentados por la misma savia. Son siete multiinstrumentistas ya veteranos que viven la música de manera honesta y aficionada, sin complicaciones ni meta alguna, más allá de reunirse tras el trabajo diario y disfrutar haciendo canciones como Indian soul, en la que recuerdan a los pieles rojas, la fiebre del oro o la caza de búfalos, o el instrumental Strings soup, que se puede bailar en un granero de Texas o en una romería vasca.
Made in Basque Country agrupa trece canciones compuestas, arregladas y producidas totalmente por la propia banda en “nuestro estudio y con nuestros medios”. Para ofrecer “más variedad y riqueza al abanico sonoro”, que el grupo define como “country-rock actualizado y de amplio espectro”, incorporaron colaboraciones de “diferentes voces vascas”, caso de Iñaki Uranga, Alberto Barañano o Marta Arteta.
no a los conciertos La banda, que evidencia su falta de pretensiones al anunciar que no actuará en vivo, sabe sonar plácida y encantadoramente acústica en By the lake y arañar con la electricidad en Best friends. Sobre un manto creado por banjos, mandolinas, armónicas, dobros, ukeleles, guitarras acústicas y violines, CountryBasque, que ejecuta con garbo las armonías vocales californianas de los 70, ofrece un repertorio campero, con sabor a ozono, atemporal y con letras que respiran positivismo y un aroma de regusto hippie al evocar espacios abiertos donde el ser humano puede vivir feliz con sus congéneres y en contacto con la naturaleza.
Escuchar W.E.N.K.Y. y la balada Grudge is no company hace que al oyente se le disparen los pies y los buenos sentimientos, respectivamente. Desde aquí, en Euskadi, con la mirada puesta allí, en los (no tan) lejanos Estados Unidos. El disco está a la venta en www.countrybasque.com, así como en tiendas, a través del sello Elkar. En su versión digital, tanto para descargas como en streaming, aparece disponible en las plataformas Itunes, GooglePlay, Amazon, Spotify o Deezer.