Síguenos en redes sociales:

“Los vascos nos hemos hecho a base de fuego y martillo, pero mantenemos la dulzura”

Josean Larrañaga, ‘Urko’, repasará junto a varias bandas de música su extenso repertorio en una gira que recorrerá las principales capitales vascas durante los próximos meses

“Los vascos nos hemos hecho a base de fuego y martillo, pero mantenemos la dulzura”

donostia - No se trata solo de cantar sus canciones con diferentes bandas de música. Hay un reto en marcha con nuevos arreglos musicales, situando en lo más alto a las bandas municipales, que en ocasiones han sido consideradas el hermanito pobre de la música. Este nuevo proyecto acercará a Urko a las principales capitales vascas durante los próximos meses, ofreciendo una nueva relectura de su dilatada carrera musical. El artista recalará en la Aste Nagusia de Bilbao el 21 de agosto, cuando tomará la explanada de Abandoibarra junto a la Banda Municipal de Bilbao.

¿En qué momento de su vida llega esta gira?

-Hace tres años decidí tomarme un tiempo de descanso, pero he pasado por momentos críticos de salud. Estando aún delicado, decidí que tenía que tirar para adelante, y arranqué con esta idea. La planteé a Músicos sin Fronteras haciendo un concierto en el Teatro Campos Elíseos, con la ayuda, en algunas canciones, de la Orquesta Municipal de Bilbao. Entonces vi que aquello podía sonar muy bien.

Escuchar sus canciones es un acto de memoria histórica. ¿Cómo fueron los años 70?

-Fueron de gran efervescencia social y política. Ya por entonces era nacionalista, comunista e internacionalista. En 1974 empecé a grabar mis canciones, con lo que me convertí en un personaje público, en un cantautor comprometido. En los años ochenta estuve a punto de presentarme a las elecciones para la Alcaldía de Donostia.

¿Son 45 años cantando?

-Cantando en euskera desde 1973, pero yo ya cantaba con anterioridad, así que 45 años con momentos duros, pues al principio era un no vivir con problemas policiales, prohibiciones, problemas políticos dentro del país. El tiempo ha puesto luego las cosas en su sitio.

A veces sucede que la etapa más complicada es la más?

-En aquella etapa estábamos todo el día con la adrenalina puesta. Pero sí, la verdad es que estoy muy contento por haberlo vivido.

¿Primero fue cantante y después músico?

-Yo vine a este mundo con la música en las venas. Hay dos tipos de músicos, los que se suben a un escenario y, por muy bien que toquen o canten, no comunican; y los que llevamos la música dentro, en el alma, que nada más pisar el escenario ya estás conectado a la gente. Se nace con algún gen, no sé, como me está ocurriendo con un nieto mío de dos años, que lleva el ritmo conmigo perfectamente.

¿Cómo está hoy la música vasca?

-Ahora es cuando más músicos de calidad hay en Euskadi. Otra cosa es qué salida tienen. Lo que no veo es un relevo generacional en el mundo de los cantautores. Pero hay contradicciones terribles: estamos hablando de Donostia Capital Cultural en 2016 y la ciudad no tiene banda de música, si bien tienen banda de música Deba, Azpeitia, Azkoitia, Hernani, Pasaia? Los conservatorios están llenos y Musikene está en Donostia, pero falta algo, falta escucharles, aunque sea en la calle.

Los cantautores vascos que compartieron una época se han agrupado a veces para cantar.

-La gente respondió muy bien a la Gu gira que montamos Gorka Knörr, Txomin Artola, Niko Etxart, Gon-tzal Mendibil y yo. Éramos como un parque jurásico. Teníamos un buen grupo detrás, lo pasamos muy bien; y llenar, llenábamos.

‘Maite’ es una de sus canciones emblemáticas. Se preguntaba en esa canción, ¿qué es el amor? y ¿cuánto dura?

-El amor se transforma en cariño y respeto. ¿Cuánto dura? El amor dura lo que dura el respeto y el mutuo afecto. Puede durar toda la vida.

Dice que los vascos, en estos temas, somos “duros, pero nobles”.

-Los vascos nos hemos hecho a base de fuego y martillo, en una forja, pero mantenemos la dulzura. Somos gente noble, contundentes en nuestras creencias para defender lo nuestro, cosa que en otros sitios han hecho dejación y ahora se lamentan de ello.

Sus canciones hablaron de temas como el amor y patria. ¿Cómo resisten el paso del tiempo?

-Si analiza cien canciones mías, solo un 20% son cañeras; la mayoría son canciones de amor. No podía permanecer impasible ante lo que pasaba. Cuando hicimos la cantata a Txiki y Otaegi yo estaba absolutamente indignado. Uno de los abogados me dijo una tarde: “Los fusilan mañana”. Recuerdo que salí a la calle y armamos la de dios. Después hicimos aquel texto imprescindible. Yo seguía cantando el Maite, maite, maitia y el Zu ere, pero la rebeldía me acompañaba, porque yo he sido siempre Josean Larrañaga, y Urko es el que canta de vez en cuando en los conciertos. Eso siempre lo he tenido muy claro.

‘Guk euskaraz, zuk zergatik ez?’, es otro de sus emblemas musicales. ¿Es hoy el euskera ese “mar azul y ancho” del que habla en la canción?

-Está en un buen momento, pero camina más lento de lo que nos gustaría. Se habla más euskera que nunca en las calles de Euskadi y del norte de Nafarroa. En Donostia cada día se oye más, pero hay un corredor Errenteria-Pasai Antxo-Irun, donde se habla poco. Al igual que ocurre en Lasarte y Andoain. Pero vete a Usurbil, Zarautz, Orio? ahí 100% euskera.

Ha musicado versos de Gandiaga, Aresti y Zulaika, pero solo a Bergamín le dedicó un disco entero.

-Vivía a dos manzanas de mi casa, en Pedro Egaña, al lado del río. Un pariente me regaló un día uno de sus libros de poesía. Lo empecé a leer con veneración y me costó dos años conseguir los permisos de su familia para musicar los poemas.

¿Se canta con más ganas después de verle las orejas al lobo de la muerte?

-Cuando sales de ese paso, tu actitud cambia. Te das cuenta de por qué idioteces discutimos, por qué tonterías nos enfadamos y lo egoístas que somos.

¿Qué es la música, qué son las canciones entonces?

-Una expresión del alma que algunos necesitamos como respirar. Cantar me libera. Yo soy cantarín. Y si hay que cantar por otros, canto. Me gusta cantar tangos, boleros, rancheras, todo. En mi barrio de Amara nos sentamos y cantamos. En mi cuadrilla hay gente que canta muy bien. Y sí, cómo no, cantamos como locos.