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“La vida es un ejercicio de resistencia y la música, todavía más”

Edita su décimo disco, ‘Me mata si me necesitas’, que firma el sábado en Bilbao y presentará en el Kafe Antzokia el 13 de mayo

“La vida es un ejercicio de resistencia y la música, todavía más”

Bilbao - Sin apoyo de multinacionales, con el boca a boca, toneladas de sensibilidad y emotivos conciertos, Quique González se ha convertido en uno de los músicos estatales más queridos y exitosos de los últimos años. Su décima entrega, Me mata si me necesitas (Varsovia Ediciones) combina lo acústico y eléctrico en un disco ligado a sus vivencias recientes, entre “la tragedia y la celebración de la vida”. El madrileño perdido en un pueblo cántabro pasará por la tienda Power Records de Bilbao este sábado mientras las entradas para su concierto en el Kafe Antzokia, el 13 de mayo, se venden a buen ritmo.

A la tercera decidió no ir a Nashville a grabar.

-Quería hacer algo distinto, y sonar diferente. Estaba a gusto con mi banda actual, Los Detectives, y apetecía cerrar el círculo grabando y saliendo de nuevo a la carretera con ellos. Se ganan y pierden cosas pero mereció la pena.

En Nashville grabó con grandes músicos que luego no estaban en los conciertos.

-Claro, es más sencillo al colaborar los músicos en el proceso. Y han influido en el disco porque hay más tiempo para preparar las canciones y la propia convivencia y el cariño, y su talento, se traduce en la música.

Lo primero que canta es “lo escribes y lo rompes, no sabes ni por donde empezar”.

-Esa canción abre el disco a vista de pájaro, es como un trailer. Me gusta escribir sobre mi oficio y Detectives habla de él y presenta el repertorio.

¿Se ve como un detective, vigilando y persiguiendo las musas?

-Sí, soy observador y, a veces, algo justiciero. Viene de mi pasión por la novela y el cine negro, que me lleva a colorear las canciones con esa estética. No leo novela negra del norte de Europa, soy más de clásicos. De los nuevos leo a John Conolly.

¿Le ha costado componer estos temas? Habla del “festival de los torpes”.

-No, es más disparado y escupido que otros discos, y me quité de encima las canciones en un proceso fluido aunque muy trabajado. No tengo método para escribir, me dejo llevar por la emoción y las intuiciones y estar a gusto con la banda, y si te suceden cosas, resulta inspirador.

¿Diría que en este disco ha trabajado más con guitarra o piano?

-Casi todo con guitarra pero salté al piano para ver diferencias.

Le sigue dando más importancia a las letras que a la música ¿no?

-Sí. Es que te identifican y comprometen más. Lo importante es tener cosas que contar.

Y lo hace de forma más cruda, menos críptica que otras veces.

-Sí, igual es más directo y menos disperso que otros discos. Pero no es algo que piense, no hay intención previa de crear más misterio o grasa.

“No puedes verlo sin dolor”, canta. A pesar de una relación sentimental larga rota y de la muerte de su padre, suena esperanzado.

-“Seguir esquivando las balas”, canto también porque la vida es un ejercicio de resistencia. Y en mi oficio, más. Las canciones nos reflejan y, por ello, basculo entre la tragedia inminente y la celebración de la vida. A veces, ambos sentimientos se cruzan. Me ha pasado en este último año y medio.

Disco introspectivo entonces, con poco de crónica externa.

-Me gustaría pensar que a veces soy observador y otras miro hacia adentro, pero la media tira a lo segundo. En este disco soy menos narrativo, sí.

En lo musical es un disco continuista pero integra mejor que nunca lo acústico y lo eléctrico.

-Me gustaría pensar que sí. Por romanticismo creo en una cara A y B, y en la mezcla de pianos y guitarras eléctricas con mandolinas y violines. El fin era sonar compacto y me gusta mezclar.

En ‘Relámpago’ rockea con ganas.

-Sí, es juvenil, el ver el rock’n’roll con 18 años, con un amigo, en un coche y buscar otros horizontes. Tiene un punto Springsteen.

En ‘Sangre en el marcador’ habla ya de madurez.

-Al cumplir cierta edad tienes más arañazos en tu vida y has perdido ya gente. Eso te hace pensar cómo gestionar ese dolor.

También le canta a “volar con mis propias alas”. Le está saliendo bien la jugada de dar la espalda a las multinacionales.

-Tengo mucha suerte con la gente que trabaja mis discos. He hecho mi camino siempre, independientemente de las circunstancias del momento, estuviera con una compañía o no. Hay que jugar con las cartas que da la vida. Ahora me centro más en la música, no vivo peleado ni luchando contra las corporaciones.