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Lang Lang: “De niño tocaba el piano casi todo el día, me parecía una manera normal de vivir”

Lang Lang, uno de los grandes pianistas del mundo, ofrecerá un recital el domingo 28 en Bilbao de la mano de la BOS

Lang Lang: “De niño tocaba el piano casi todo el día, me parecía una manera normal de vivir”Borja Guerrero

bilbao - En 2003, Lang Lang, por entonces un prometedor pianista chino, dejó boquiabierto al público bilbaino cuando se subió al escenario del Palacio Euskalduna e interpretó con toda su energía el Tercero de Rachmaninov. Desde entonces, se ha convertido en el mayor fenómeno pianístico de todos los tiempos, inspirador de 40 millones de niños en su país que deciden estudiar el piano, motivados por su ejemplo.

El nombre de Lang Lang significa brillante, hombre educado. Toda una premonición porque este joven músico (Shenyang, 1982) arrastra multitudes donde quiera que va. Transformado en una especie de pop star planetaria, ha desarrollado una carrera meteórica en las salas de conciertos de todo el mundo y se ha convertido en una de las personas más influyentes del planeta. Fue elegido para tocar en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos en Beijing, vista por más de 5.000 millones de personas, entre otros importantes eventos a nivel mundial.

El próximo domingo, día 28, se volverá a subir al escenario del Palacio Euskalduna de Bilbao para ofrecer un recital extraordinario, de la mano de la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS), en un auditorio en el que “me siento cómodo trabajando y con ilusión”. Y para ello, ha elegido un programa muy especial: los trascendentales cuatro scherzos de Chopin, el Concerto italiano, de Bach y Las estaciones, de Tchaikovsky. “Amo estas piezas desde que era muy joven. Y además, quería tocar diferentes estilos de obras para el público de Bilbao”, explica a este periódico.

inicios Parece que Lang Lang hubiera estado destinado a ser un pianista de éxito desde antes de su nacimiento. Su madre ya le tocaba música clásica cuando estaba embarazada. Cuando tenía tres años comenzó sus lecciones de piano y decidió que la música clásica era divertida cuando escuchó la Rapsodia Húngara Nº 2, de Liszt, en unos dibujos animados de Tom & Jerry. Cuando apenas alcanzaba los pedales del piano con su pies, ya tocaba a Mozart. “Naturalmente amé la música desde muy niño, desde entonces, ya quise convertirme en pianista”, explica.

¿Y por qué esta pasión por el piano? “Era mi instrumento favorito desde el principio, en China empezó a ser popular en la década de los ochenta”, responde.

A los cinco años ofreció su primer recital público y ganó el concurso de piano de su ciudad, Shenyang. “¿Qué recuerdo de esos momentos? Estaba muy nervioso por tener que actuar en público”, asegura Lang Lang.

Las escasas perspectivas que ofrecía la Revolución Cultural frustró las aspiraciones de sus padres con vocación musical, que acabaron depositando todos sus sueños en su hijo. A los 9 años, su padre abandonó su trabajo de policía y se fue a vivir con su hijo a Beijing, para preparar su entrada en el prestigioso conservatorio de la ciudad. “Desde niño tocaba el piano todos los días, amaba la música, me parecía una forma natural de vivir. Cuando me trasladé a Beijing para preparar mi entrada en el conservatorio, practicaba casi 8 horas diarias”.

No fue una infancia fácil para Lang Lang, sin amigos, sin su madre, que se había tenido que quedar atrás, en su pueblo; sin dinero... “Fueron tiempos muy difíciles, pero yo era joven, así que no lo pasé tan mal como mi padre”, recuerda.

Aunque Lang Lang prefiere no entrar en esta entrevista en este episodio, en su libro Journey of a Thousand Miles (Un viaje de miles de kilómetros), cuenta su relación con su padre exigente y perfeccionista, que le repetía constantemente que tenía que ser el número uno. Sin embargo, era también el mismo padre que se levantaba a las cinco de la mañana para ocupar el baño comunitario y evitar que su hijo, al despertarse, hiciera cola y quien tocaba con él su erhu, el violín chino.

Preguntado si cree que era necesaria tanta presión o piensa que podría haber llegado a donde está por otro camino, Lang Lang no lo duda: “Mi padre es una de las personas más importantes en mi carrera. Ahora, creo que ese fue el mejor camino que puedo imaginar”. Lang Lang agradece a su padre su determinación por convertirlo en pianista, mientras confiesa que, a pesar de la fuerte disciplina, “nunca estuve tentado de abandonar mis estudios”.

estrellato A los quince años dejó su país y se trasladó a Estados Unidos para estudiar en el prestigioso Curtis Institut. La oportunidad que le lanzó al estrellato y que le convirtió en una joven promesa llegó con 17 años casi por casualidad. Sustituyó a André Watts en el Concierto para piano n° 1, de Tchaikovsky, frente a la Sinfónica de Chicago en 1999. Nacía el fenómeno Lang Lang.

El pianista vive entre Nueva York, Europa y China - está prácticamente todo el tiempo de viaje- ofrece más de 100 conciertos al año y su nombre es una marca registrada, una firma que está protegida por la ley china. “¿Si soñé en alguna ocasión estar donde estoy? Llegó naturalmente, lo he disfrutado”, explica Lang Lang, que ha revolucionado también la accesibilidad a la gran música por medio de las nuevas tecnologías. No hay duda de que no es un concertista clásico al uso. Le gusta el rock and roll, lo que le llevó a tocar con la banda Metallica. Los amos del metal interpretaron su clásico One con el pianista en la gala de los Premios Grammy, que tuvo lugar en el Staples Center de Los Ángeles en 2014. “Me gusta mucho el rock. Disfruté muchísimo tocando con ellos”, confiesa Lang Lang.

La filosofía zen asegura que en la vida hay que ir peldaño a peldaño. ¿Y cuál es el siguiente paso para Lang Lang? “Voy a dedicar más tiempo a mis proyectos educacionales, incluyendo mis escuelas de músicas y la Fundación musical Lang Lang”. El músico ha fundado su propia fundación, dedicada a inspirar a los jóvenes músicos y a recaudar dinero para ayuda humanitaria. Lang Lang quiere enriquecer las vidas de los niños de todo el mundo a través de la música.

Además, en la actualidad se ha convertido en un ídolo para millones de niños que estudian en su país natal. “ Me encanta ver cómo hay tanta gente estudiando piano y estoy contento de poder contribuir con mi experiencia. ¿Qué consejos les daría? Que estudien con un buen profesor y que practiquen muy duro”, insiste. El joven pianista es también un defensor de los niños, a través de Unicef, el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas y desde 2013 como Mensajero de la Paz de la Unesco. “Me gusta hacer lo que pueda por la paz en el mundo”, señala.

Está convencido de que la música es muy valiosa para el planeta: “Contribuye a formar el mundo interior de las personas”.