LA octava edición del Bilbao Mendi Film Festival subió el telón el pasado viernes con Meru, y cumpliendo las expectativas de la película prenominada a los Oscar, se agotaron todas las entradas días antes de su proyección. No ha sido ésta la única sesión en la que se ha colgado el cartel de no hay entradas. “Con una venta del 80% en las sesiones de cine, durante el fin de semana 2.500 personas han disfrutado de las proyecciones”, detallan los promotores. La programación prosigue hoy y se extenderá hasta el domingo, fecha en la que se entregarán los galardones.

Un día antes, el artista y fotógrafo Imanol Marrodán (Bilbao, 1964) presentará en la Sala BBK su libro Anboto, imagen de un mundo flotante. Se trata de un acercamiento sentimental y cartográfico a la montaña mítica donde reposa Mari, la diosa de los vascos. Un viaje visual, ordenado por recorridos, al que se suman dos series más de trabajo, algo más conceptuales. El autor lo explica así: “Es un proyecto sobre arte y naturaleza, cuyo objetivo es el de redescubrir una montaña que es emblemática tanto por su carga mitológica como por lo que significa para los montañeros. Busco ponerla en valor y hacer una exploración del entorno”.

El fotógrafo se inspira en algunos ejemplos orientalistas, como el que representa el monte Fuji, en Japón, montaña rodeada también de un gran componente mágico. “Me he inspirado en artistas japoneses que hacia el siglo XVIII empezaron a pintar escenarios naturales donde la presencia del ser humano era mínima o inexistente. Yo las llamo imágenes de un mundo flotante, y la idea está articulada sobre un mismo paisaje, que hay que reproducir en distintas posiciones de luz, algo que también hacían los impresionistas. En este proyecto he querido hacer algo parecido, tratando de poner en valor ese estado emocional provocado por el paisaje, que también exploró el romanticismo alemán del siglo XIX”. Marrodán busca así “la carga emotiva del paisaje”, no en vano a ese entorno (el del Parque de Urkiola) se le ha llegado a llamar “la pequeña Suiza”.

Además, en el libro se plantean otras lecturas. Por ejemplo, la de la conexión entre la naturaleza y el ser humano. “Hemos construido estructuras artificiales que chocan con nuestro origen natural -advierte Marrodán-. Vivimos en un mundo artificial donde el tiempo vuela, y la montaña nos devuelve a otro tiempo, mucho más pausado, y nos impulsa a recuperar otro ritmo de vida para poder reflexionar y tratar de recuperar nuestra esencia natural”. Ese es el transfondo del libro, indica el autor, que cada vez desea “contar menos” porque “no es fácil explicar las sensaciones íntimas que tiene uno cuando está solo, de noche, en Anboto”.

El libro tiene 276 páginas y está diseñado para que las fotos panorámicas no se partan por el pliegue, lo que incrementa el disfrute del mismo.