BARCELONA- No cabe duda de que este 2015 ha sonreído a la gran dama de la novela negra. “Estoy aterrorizada, después de esto solo me puede esperar un entierro con honores”, exclama, con una carcajada. Alicia Giménez Bartlett (Albacete, 1951) recogía hace tan solo unos días el premio José Luis Sampedro, un reconocimiento a la extensa carrera literaria que nació hace tres décadas con Exit. Con su Hombres desnudos se aleja momentáneamente de la inspectora que la hizo famosa para abordar “una novela sin género” en la que aflora con fuerza el componente social. El mundo del striptease y la prostitución masculina actúan como vía para dibujar el retrato de una España azotada por una complicada situación económica. “Vivimos un momento en el que hay una juventud con mucho potencial, pero la crisis ha llevado a un montón de cambios sociales; hay un gran abismo entre clases”, ha denunciado.

Afirma que ‘Hombres desnudos’ se trata “una novela sin género”. ¿Cómo es eso posible?

-Es cierto que no lo tiene, porque no es novela negra, no es histórica, tampoco tradicional, ni social, ni filosófica... Es una novela actual.

Por tanto, un relato unido a la actualidad pero del que se ha destacado su gran compromiso social. ¿Encontrará el lector una denuncia latente entre sus páginas?

-No, no es una novela militante en la que exista una denuncia clara. Lo que sí hay es la denuncia que hace cada lector. En lo que respecta al compromiso social, en el libro hay ciertas circunstancias de la realidad que destacan, como es el tema del futuro de los jóvenes. De repente, profesionales muy formados tienen que conformarse con pseudotrabajos, contratos basura, despidos... Es terrible que a la gente esto le parezca normal.

La realidad y el presente ha sido el tema favorito de esta edición del Planeta. ¿La complicada situación actual ha provocado que se ponga el foco en un contexto más cercano?

-Probablemente sea así. Vivimos una realidad que a todos nos está empujando. Cuando éramos ricos disfrutábamos más de la vida y perfilábamos la realidad, pero ahora nos empuja con fuerza a contar qué ocurre. Es lo que me llevó a escribir esta novela.

Pone sobre la mesa otro tema “mal visto”, según ha afirmado, como es la prostitución masculina.

-Así es, pero no se trata de una novela de prostitutos, sino de un ver cómo detrás de un paro en aumento surgen soluciones que han sido clásicas entre las mujeres y que empiezan a adoptar los hombres. Estamos hablando de trabajar en clubes o de ser strippers, que es algo que todavía nos choca ver en el género masculino.

Ha resultado vencedora con una novela alejada de su saga policíaca. ¿Qué le empujó a dar este cambio?

-Sin duda, el tema que quería tratar me apartó absolutamente de la novela negra. Tal y como yo la concibo, es un género desenfadado donde hay mucho humor, pero aquí había un componente muy duro, muy trágico, que no cabía en una de mis novelas negras. Quizás otro autor con otro tipo de registro hubiera podido hacerlo, pero yo opté por descartarlo.

¿Cuando habla de ese componente duro se refiere a la nueva realidad en la que se encuentran inmersos los protagonistas?

-Sí, a la que viven ellos, pero también a la situación social que vivimos actualmente todos.

Hábleme de la apasionada relación que surge entre ambos.

-Digamos que la historia tiene cuatro protagonistas, pero dos son más centrales. Él es un profesor en paro y ella una empresaria abandonada por su marido. Luego aparecen un par de amigos de ambos que son quienes los presentan y quienes terminan por desencadenar la historia. Al principio, la relación entre los protagonistas se centra en el sexo dominado por parte de la mujer, pero va evolucionando hasta llegar a un final que me sorprendió incluso a mí misma.

Una vez más, la mujer tiene un papel central en su obra.

-Absolutamente. La mujer tiene un cada vez mayor papel protagonista en la sociedad, y nos queda mucho más por delante. Es curioso porque Daniel (Sánchez Arévalo) también da la voz a una mujer en su novela, los dos hemos arrasado por goleada.

La crisis es un tema que desgraciadamente toca muy de cerca a sus lectores y con el que seguro se sentirán identificados. ¿Harán lo propio con los personajes?

-Diría que el lector se va a sentir tan identificado como repelido porque cada personaje no es modélico, sino que tiene aspectos criticables como tenemos todos los seres humanos. Hay cosas buenas y odiosas en ellos, por lo que creo que la identificación directa no se llegará a producir.

La ya famosa sudadera con la palabra ‘Merde’ (mierda) que lució el jueves en la gala ha supuesto toda una revolución en las redes sociales.

-Ha sido una pequeña revolución de salón, una gamberrada que se carga la solemnidad absoluta (risas). Lo solemne es muy pesado y quería dar ese tono más desenfadado y de fiesta.

¿Está Petra Delicado esperándola para su siguiente novela?

-Sin la menor duda. Después de lo duro que ha sido escribir Hombres desnudos, volveré a Petra en cuanto me dejen y me divertiré mucho.

Premio en mano, tuvo un emocionado recuerdo para su agente literaria, Carmen Balcells.

-Estuvo toda mi carrera conmigo, confiaba ciegamente en mí e hizo unas profecías asombrosas como que tendría más éxito fuera de España que aquí. Siempre tuvimos una colaboración muy fructífera.