Antxon Zubikarai fue uno de mis primeros maestros de periodismo en DEIA. Yo era aún un joven estudiante de Periodismo y me ofrecieron ser corresponsal del periódico en la Zona Minera, una labor similar a la que ya desempeñaba en Radio Popular. Y Antxon y María Jesús Gandariasbeitia fueron mis tutores en aquella etapa. No existían ni ordenadores ni Internet, así que solíamos dictar las crónicas por teléfono. Muchas veces, al otro lado se solía poner Antxon, y con su humilde sabiduría siempre me daba consejos o me proponía cambios que mejoraban mucho mi artículo. Aprendí más de sus consejos que en los cinco años de Facultad. Era un hombre enciclopédico, culto, melómano. Y era un hombre callado. No hablaba nunca más de lo necesario, y siempre con un respeto y una tranquilidad poco habitual entre la clase periodística, que solemos pecar de sabelotodos y meticones. Siguiendo los pasos de su aita, Augustin, Antxon era también el euskaldun por antonomasia en nuestra redacción, y era una delicia oír sus conversaciones en un bizkaiera con sabor a kresala ondarresa. He querido aportar esta pequeña vivencia mía con Antxon para que, más allá de ser el autor de la letra del Himno del Athletic, los que no tuvieron la dicha de conocerle sepan que, con él, se va uno de los vascos de primer nivel, un referente de la cultura y de la identidad vascas, y un hombre bueno. Su humildad y timidez seguramente han impedido que lograra en vida la dimensión social y el reconocimiento que se habría merecido. Estas líneas quieren reivindicar su persona y su obra ahora que, desgraciadamente, nos ha dejado. Hori bai, armailetan Athletic, Athletic, zu zara nagusia abesten dogun bakoi-tzean, Antxon izango dot gomutan. Besarkada galanta bere familiari. Goian bego!
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