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Pérez Agirregoikoa llena de magia y simbolismo el bar del Museo Guggenheim

El donostiarra realiza en una de las paredes del local una pintura de gran tamaño titulada ‘La forêt des maîtres-sots’

Pérez Agirregoikoa llena de magia y simbolismo el bar del Museo Guggenheim

Bilbao - El bar del Museo Guggenheim tiene desde ayer, en su segunda planta, un paisaje único y lleno de magia en una de sus paredes. Se trata de una gran pintura acrílica y carboncillo sobre lienzo, de cuatro metros de largo y diez de ancho, del artista Juan Pérez Agirregoikoa (Donostia, 1963), que ha titulado La forêt des maîtres-sots.

Un bosque nocturno plagado de elementos simbólicos, políticos y filosóficos compone una pieza en la que el autor ha reflexionado sobre el comportamiento humano. Juan Ignacio Vidarte, director general del Museo Guggenheim, aseguró ayer durante la presentación de la obra que la segunda planta del bar de la pinacoteca, desde la que se puede contemplar la ría, ya era “un espacio especial, pero ahora es un espacio mágico”. “Redescubrimos este lugar y pensamos que podía acoger una obra de arte, y el propio Frank Gerhy nos animó a ello. Además, Juan nos puso todas las facilidades para llevarlo a cabo. Nos hizo varias propuestas y finalmente esta fue la elegida”, explicó Vidarte.

Juan Pérez Agirregoikoa, por su parte, aseguró que cuando le ofrecieron este proyecto estuvo un poco “preocupado”, ya que colaborar con un museo como el Guggenheim “supone que te comparen con grandes artistas internacionales”. “Fue algo intimidante”, definió el artista donostiarra. Pérez Agirregoikoa tardó seis meses entre la preparación y llevar a cabo la pintura. “En la obra se muestra un bosque nocturno que está lleno de elementos simbólicos, como el ciervo que aparece mirándose en el lago, que representa a Narciso, o Bambi, que es el símbolo de la inocencia”, aclaró el autor. “Me interesaba la idea del bosque como lugar imaginario, ese espacio donde se instituye todo lo que hace vínculo y, amparado por la noche, grabar en un tronco que los canallas (knaves) aman a los tontos (fools) y que este es un amor correspondido”, añadió Agirregoikoa, que reside desde hace varios años en París. “La sociedad siempre ha estado dirigida entre tontos y canallas”, afirmó el artista, justificando su obra.

“Me fui a Francia a estudiar un año y después comencé a trabajar allí, pero en Donostia paso cuatro o cinco meses al año, aunque en París me resulta más fácil aislarme y trabajar”, confesó el autor, que realizó La forêt des maîtres-sots por partes debido a su gran formato. El artista había barajado otros colores para la pintura, pero finalmente se decantó por un color que contrasta con el resto de tonos que componen el bar. “En un principio iba a realizarlo con un color más acorde con el espacio, que fuese menos llamativo, pero al final se tomó la decisión de que tenía que ser un color más potente. Sobre todo pensé en la gente que trabaja aquí a la hora de pintarlo, y por parte del museo han sido todo facilidades para trabajar”, dijo el autor.

Satisfecho con la obra presentada, Pérez Agirregoikoa aseguró que su profesión es inestable y muy variable: “Lo que pasa en la carrera de los artistas es que unas veces te llaman mucho, y te parece fácil, y luego no te llaman nada y todo puede parecer difícil. Normalmente cuando te llaman, te llaman mucho. Pero es cierto que ahora con la crisis suelen bajar los presupuestos, se hacen menos exposiciones y eso se nota”.

Con su particular estilo plagado de ironía y crítica, el autor pretende mostrar una obra que ofrezca numerosas visiones para que cada espectador construya su propio relato al contemplar el muro. Para Pérez Agirregoikoa la crítica es “una de las funciones que puede tener el arte, aunque ha tenido muchas a lo largo del tiempo”, y asegura que “en la historia del arte los buenos artistas han sido quienes han aportado algo a la sociedad o han hecho avanzar en otros campos”.

Fondos Con esta pintura, el bar del Guggenheim Bilbao, que abrió sus puertas en marzo del pasado año, entra en el grupo de establecimientos de hostelería de museos con obras de arte, al igual que el restaurante del Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York, que tiene una pieza del artista británico Liam Gillick; o el Museo K21 de Düsseldof, que posee una obra del autor cubano Jorge Pardo. Además, la pieza del artista donostiarra formará parte de los Fondos de Investigación del museo bilbaino para garantizar su preservación.