Síguenos en redes sociales:

“Vivir el Nobel con García Márquez fue sublime”

La que fuera novia de Blas de Otero y Gabriel García Márquez considera que su carrera profesional comenzó cuando Paco Ibáñez la subió a un escenario

“Vivir el Nobel con García Márquez fue sublime”Deia

Bilbao - Este jueves día 7, la Sociedad Bilbaina recibe a la recitadora y actriz eibarresa afincada en París Tachia Quintanar (1929), que ofrecerá un recital poético dedicado a la mujer, a partir de las 19.30 horas.

¿Cómo nació su vocación?

-He recitado desde los tres años. En casa, cuando venían las visitas, me sacaban a decir poesía. Tengo un recorte de prensa y en él aparecía La encantadora niña Conchita Quintanar... Porque yo antes me llamaba Conchita, hasta que Blas de Otero me empezó a llamar Tachia Quintanar.

¿Es usted una aventurera?

-Sí, claro. Hoy mirando hacia atrás reconozco que fui una aventurera. Yo le dije a mi padre que me iba a Madrid y él respondió: como lo hagas, cuando llegues a Orduña te trae de vuelta la Guardia Civil. En la segunda tentativa pensé: ¡Me voy a Madrid y ya está!

¿Y qué pasó en Madrid?

-En Madrid estudié Arte Dramático y saqué una mención (honorable), en dicción. Hablé con mi padre y unas amigas le convencieron de que París no era el infierno. Entonces me fui.

¿Por qué a París?

-A partir del momento en que conocí a Blas de Otero me cambiaron los esquemas mentales, igual que le pasó a él, porque veníamos de un catolicismo excesivo. Empecé a abrir los ojos. Siempre tuve obsesión de marchar a París, Blas me animó y con veinticuatro años, en la gran ciudad, llegó la apertura total. A partir de ahí fui una persona de ideas totalmente diferentes.

¿Cómo salió adelante?

-Haciendo todo tipo de trabajos, menos el trottoir (la calle) -bromea- . Conocí entre medias a García Márquez y te puedes imaginar, fueron unos años muy intensos. Más tarde me casé con mi marido y tuve un hijo artista maravilloso, Juan Rozoff . Le llaman el Prince francés. Tengo mucha ilusión de que venga a Bilbao, porque sé que es un gran hombre de escena.

¿Qué hay de las tertulias que organizaba en su casa?

-Toda la vida he sido muy inquieta y por mi casa han pasado desde García Márquez, con quien cenaba todas las navidades, hasta Atahualpa Yupanki, Paco Ibáñez o Carlos Saura... Organizaba festejos cada dos por tres. Suerte que a mi marido, que, aunque era ingeniero, compartía conmigo el amor al arte, le encantaba este mundo. Cantábamos y lo pasábamos en grande, aunque no bebo ni fumo.

Y de Bilbao, ¿qué me cuenta?

-Suelo venir bastante porque aún tengo familia aquí. Bilbao, son los paseos por la Gran Vía, de arriba abajo. Allí conocí a Blas de Otero. Estoy muy ilusionada con este próximo viaje. Voy a hacer también una cata, recitaré y probaré vino por primera vez.

Después de tantos años en Francia, ¿dónde está su casa?

-Soy ciudadana del mundo. Tuve un marido ruso que hablaba siete lenguas a la perfección. Me siento francesa, de pasaporte, pero también española y vasca.

¿Se acuerda del primer beso?

-Yo vivía donde está ahora el Guggenheim y allí me dieron el primer beso. Uno va llevando sus vivencias por el mundo. ¡Qué palabra tan bella! Vivencia...

Cuénteme otra...

-Tengo unas vivencias sublimes de la estancia en Estocolmo, cuando García Márquez recibió el Nobel de Literatura.

¿Le ha marcado el amor por encima de todo?

-El amor y la poesía. He pasado veinte años en Francia diciendo poesía para los exiliados y los emigrantes, durante el franquismo. Una poesía más militante. Cuando cumplí ochenta años y Paco Ibáñez me subió con él al escenario, nació mi carrera profesional.

¿Y usted cómo se definiría a sí misma?

-Soy demasiado sincera, a veces, demasiado directa y tengo la suerte de caer bien a la gente. Vino a entrevistarme el biógrafo inglés de García Márquez y hoy en día somos más que hermanos. O una señora japonesa, gran especialista del Nobel, que ahora quiere venir a mi casa, porque nos hemos hecho íntimas. Tengo tanto agradecimiento hacia mis amigos... Si soy tal y como ellos dicen, me alegro de haberme conocido.

¿Cómo es su París?

-París es el Sancta Sanctorum de la cultura y vivo absolutamente rodeada de arte. Tengo bastantes cuadros en casa y visito exposiciones a diario.

Hábleme de sus valores.

-El arte, la amistad y el amor, son los tres valores seguros a los que te puedes agarrar hoy en día.

¿Cómo es Tachia Quintanar, profesionalmente hablando?

-La palabra rapsoda existe en castellano, pero a mí no me gusta. Se podría decir recitadora. Yo digo la poesía de una forma sencilla, respetando al poeta. Tengo la suerte de tener bastante buena salud y la cabeza me funciona. Muchas actrices hacen lecturas de poesía, pero a mí no me gusta leer, sino recitar de memoria.

¿Qué lecturas le han marcado?

-No soy para nada una intelectual, mi marido lo era, yo leo sobre todo poesía y poco más. Aunque de joven Los hermanos Karamazov sí me marcaron, sin duda.

¿Cree que su actitud le ha ayudado en la vida?

-Soy una persona positiva y, claro, ayuda mucho. Conozco a gente pesimista y con esa actitud cada vez te va peor. Hay gente desgraciada, pero hay mucha más gente buena que mala.

¿Cuáles son las claves del recital que va a ofrecer en Bilbao?

-Un día pensé hacer poesía femenina y en Bilbao, le daré la voz a la mujer. Tengo un hilo conductor que va del amor al desamor y de la mujer ciudadana, a la más combativa. En mi recital tengo varias poesías de Ángela Figuera, a quien admiro muchísimo.