QUIÉN no ha tarareado alguna vez el estribillo de la pegadiza You’re the One That I Want, dejándose llevar al ritmo de Travolta y Olivia Newton-John? ¿Y quién no se ha levantado nunca del sofá para reproducir frente al televisor la conocida coreografía que acompaña la puesta a punto en el taller del Grease Lighting?

Los fans de Grease están de enhorabuena, ya que el próximo jueves llega a Bilbao una forma diferente de disfrutar de este clásico del cine. Esta original fórmula llamada Sing Along, que nació hace ya más de 15 años en el Reino Unido, llega a los cines Zubiarte de la capital vizcaina, a partir de las 21.30 horas, como una firme apuesta para levantar a los espectadores de sus butacas. Lejos del habitual silencio que impera en las salas de cine, cantar a pleno pulmón y bailar al ritmo de la música están absolutamente permitidos.

“Buscamos ir un poco más allá de una proyección habitual y convertir las salas en algo más que un lugar al que simplemente ir a ver una película, que sea una auténtica fiesta”, explica Fernando de Luis-Orueta. Él, junto a los tres miembros que componen La Tropa Produce, es uno de los artífices de la adaptación española de este formato que se ha consolidado con el paso de los años en la programación cultural londinense y que desde el pasado verano está causando furor en todo el Estado, principalmente en ciudades como Madrid o Barcelona.

Frente a la gran pantalla, el público de todas las edades se encuentra con la proyección de una película musical con todas sus canciones subtituladas en formato karaoke -para los más despistados-, lo que permite disfrutar de sus números musicales más conocidos, acompañados por la actuación de un grupo de animadores. Ellos, actores especialistas en teatro musical, son los encargados de hacer llegar a cada uno de los allí congregados todos los pasos de baile imprescindibles y les ayudan a sumergirse en esa atmósfera tan especial.

en euskadi El pasado enero, La Tropa Produce apostó por extender esta particular fiebre por los musicales a tierras vascas, haciendo una breve parada en el cine Príncipe de Donostia. El resultado, un éxito: el cartel de no hay entradas colgado mucho antes de su estreno en “uno de los mejores pases que hemos hecho nunca”, resalta el productor.

Con ese precedente, esperan repetir el mismo éxito con Grease en Bilbao: “Teníamos muchas ganas de venir, porque el pase de Donostia fue maravilloso con todo del mundo de fiesta, gente disfrazada... uno de los más divertidos. Estamos seguros de que si en Donostia funcionó tan bien, en Bilbao será un bombazo”.

Ante las voces más escépticas, Fernando de Luis-Orueta se muestra convencido de que “la fórmula funcionará” fuera de las dos grandes ciudades que le vieron dar sus primeros pasos. “Mucha gente, cuando vamos a una ciudad nueva, la comparan con Madrid y te dicen que en Madrid la gente es de otro carácter, que entran mejor al trapo... y cuando fuimos a Barcelona por primera vez también nos hicieron esta advertencia. Pero no solo se han llenado todas las funciones, sino que, por ejemplo, con Mamma Mia, el público acabó haciendo la conga por los pasillos”, dice entre risas, haciendo alusión a la ciudad catalana, donde cuentan con una programación más estable y acaban de retomar las funciones tras un parón navideño.

Por el momento parece, pues, que mantienen alejados esos pronósticos menos optimistas y el Sing Along arrasa por donde pasa. “En Donostia nos ocurrió un poco lo mismo; nos decían que la gente es más parada, que nos iba a costar más, que si el carácter de la gente del norte... nada, fue un éxito”, recuerda.

origen A pesar de haber llenado las salas londinenses durante casi dos décadas, el Sing Along sigue siendo un gran desconocido para gran parte del público estatal. Sus orígenes se remontan a 1999, después del Festival de Cine Gay de Londres, cuando comenzaron a resonar las primeras notas de verdaderos clásicos musicales en el cine Prince Charles. En agosto de ese año decidieron programar funciones de manera habitual, abarrotándose la sala en todas ellas y llegando a congregar en la mansión de Kenwood House a más de 7.000 personas disfrazadas en una noche, un acontecimiento que no pasó desapercibido y que llevó a trasladar el formato a rincones de todo el mundo como Nueva York, Amsterdam, Dublín, San Francisco, Sydney, Melbourne, Estocolmo y otras muchas ciudades que comenzaron a organizar sus propios shows.

Cerca ya de dos décadas de andadura en las que el Sing Along lleva ofreciendo con cada función el pasaporte para disfrutar de “una forma activa” de ver cine. Y no solo cine. También es karaoke, y teatro. Para Fernando de Luis-Orueta “el cine tiene una parte social muy importante que no se perderá nunca”. “Experiencias así, que subrayan ese aspecto social y de pasarlo bien con la gente, pueden ser un modo de atraer al público en una época difícil para las salas de cine”, afirma.

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