Javier Gutiérrez: “La isla mínima’ me abre la puerta a nuevos personajes”
Tras alzarse con el Goya a mejor interpretación masculina protagonista, el actor estará mañana en Santurtzi para presentar la galardonada ‘La isla mínima’
bilbao- Un viaje hacia la redención. De ello habla, en ocasiones sin palabras, el detective con un oscuro pasado franquista que encarna Javier Gutiérrez en La isla mínima. Juan, un personaje que ha calado muy hondo en el actor y que le ha otorgado un aluvión de premios, entre los que destaca el recientemente entregado Goya a mejor actor protagonista.
Todo comenzó con la Concha de Plata del Zinemaldia, y desde entonces no ha dejado de recoger premios. “Estoy al borde del colapso”, dijo al recoger su ‘cabezón’. ¿Sigue tratando de asimilar tanta nominación?
-La verdad es que todavía estoy un poco desbordado; no sabía el tsunami que me esperaba. Uno no acaba de creérselo, porque la carrera desde San Sebastián ha sido imparable. No solo para mí, sino para la película.
No hay duda, 2014 y el comienzo de 2015 están siendo su año.
-Está siendo un año muy bueno para mí y espero que haya más así, aunque va a ser difícil igualarlo. Vivimos tiempos muy convulsos, y en el sector de los actores la crisis y el paro son un mal endémico. Yo soy uno de los privilegiados porque llevo trabajando muchísimo tiempo.
¿‘La isla mínima’ supone un punto de inflexión en su carrera?
-Sin duda. Llevo más de 20 años de profesión y, de alguna forma, uno se prepara inconscientemente haciendo todo tipo de trabajos para dar el do de pecho cuando llegan personajes de esta envergadura. Sentía que tenía la responsabilidad de estar a la altura y eso hace que te pongas las pilas; además viniendo del mundo de la comedia, quizás había algún prejuicio por verme en un rol dramático.
¿Se mira más de cerca a los actores de comedia que dan el salto a los papeles dramáticos?
-Sí, y creo que es injusto que se mire con lupa porque si hay algo difícil es hacer reír. No digo que el drama sea para nada fácil, pero creo que la comedia es incluso más difícil. De hecho, si colocas a los actores de comedia en un drama pueden funcionar, pero al revés es más difícil.
En muchos de los premios ha compartido nominación con Raúl Arévalo, del que ha dicho que es su otra mitad en la película.
-Así es. No ha habido un rol protagonista, sino dos. Creo que ha sido muy acertado que nos nominasen a los dos porque tal y como yo lo entiendo, su mitad del trabajo y la mía hacen uno solo. Siempre he dicho que nos retroalimentamos y Raúl, siempre muy elegante, ha llevado esta rivalidad bien entendida y sana como un caballero. Es un compañero con mayúsculas.
Personajes tan complejos como el que encarna deben dejar un poso enorme, difícil de olvidar.
-El personaje, la película, la forma en que la rodamos, los vínculos que se crean... hacen muy difícil poder despegarse de un trabajo. Yo siempre digo que las películas o pasan por uno o se quedan en uno, y La isla mínima se va a quedar en mí mucho tiempo. Con mi personaje, nosotros teníamos un objetivo muy claro: humanizarlo y que el espectador llegara a empatizar con él. Este viaje que hace Juan, no solo buscando a los asesinos, es un viaje hacia su propia redención.
Ha trabajado muchos años como secundario y, con el Goya como protagonista en la mano, ha querido elogiar el trabajo de ese colectivo.
-Sí, porque el trabajo como actor secundario ha sido y sigue siendo muy importante en mi trayectoria. Aunque haya hecho La isla mínima y tenga un Goya, me seguirán llamando para hacer todo tipo de papeles, principales y secundarios. Llevo bregando muchos años en el oficio y he hecho de todo, pero sobre todo en cine han sido papeles secundarios y, por ello, quiero reivindicar esa figura. No veo mejor modo de hacerlo que en la persona del desaparecido Álex Angulo, gran compañero, amigo y un faro para muchos actores. Un actor que trabajaba de forma profesional, rigurosa y un gran amante de su oficio.
Con todo ello, ¿qué le queda por hacer? ¿Quizá dirigir desde detrás del escenario?
-Me queda todo por hacer (risas). Antonio Banderas dijo que empezaba la segunda parte de su vida y yo acabo de empezar el primer tiempo. Tengo una espinita clavada de dirigir teatro, pero todavía es algo que no me he planteado. Me quedan muchas historias que contar y La isla mínima ha abierto una gran puerta para acceder a ellas y a nuevos personajes.