antes de firmar clásicos como Get in on, Children of the revolution o 20th century boy, y de vestirse con boas y ropas doradas, darse rímel a mansalva y competir con Bowie como estrella más atractiva del glam en los 70, Marc Bolan fue hippie, como demuestran los tres primeros discos de Tyrannosaurus Rex (después T. Rex), que ahora se reeditan repletos de tomas inéditas de estudio y en directo.
“Con tu tacón de aguja, los ojos pintados, dos kilos de rímel, muy negros los labios, te has quedado en el 73, con Bowie y T. Rex”, cantaba Alaska con Dinarama. Bolan, nacido Marc Feld (Londres. 1947), fue una de las estrellas de los 70 al frente de T. Rex, grupo que en esa década logró incluir 10 sencillos entre los más vendidos del Reino Unido. Símbolo de la generación mod en sus inicios, pasó por una época hippie a finales de los 60 y después se convirtió en una estrella que eclipsó incluso a Bowie a la cabeza del glam rock (gay rock, según otros), caracterizado por su boogie de guitarras machaconas, palmas y una estética recargada de maquillaje y refractaria al macho-rock de la época.
El glam y las enseñanzas de T. Rex pueden rastrearse en multitud de grupos y movimientos en las últimas décadas, pero pocos conocen la faceta más bucólica de su líder. Bolan, hijo de un camionero y de una vendedora ambulante, se mostró siempre tan interesado por la música como por la imagen, aunque le costó darse a conocer desde que editó su primer single, The wizard, que pasó desapercibido. El germen del éxito posterior llegó cuando Bolan (voz y guitarra) se encontró con el percusionista Steve Gerpegin Took, con quien puso en marcha Tyrannosaurus Rex, grupo del que ahora Universal reedita sus tres primeros discos con tomas inéditas grabadas en estudio y programas de radio.
El grupo debutó con My people were fair and had sky in their hair? but now they´re content to wear stars on their brows (Mi gente era pálida y tenía el cielo en su pelo, pero ahora están contentos de tener estrellas en sus sienes), en 1968, cuando la música había ensanchado fronteras con gemas de Dylan, Beach Boys, Donovan o The Beatles, y Bolan había visto en directo al maestro del sitar indio Ravi Shankar. De todos ellos, directa o indirectamente, hay ecos en este disco de título kilométrico y halo hippie.
Lo produjo Tony Visconti (quien contribuyó al éxito de Bowie y que recientemente ha colaborado con los vizcainos Capsula) y contó con el apoyo del periodista de la BBC John Peel. “Marc echaba la cabeza hacia atrás al cantar como nadie más lo hacia Y eso le daba un aire especial y carismático”, dice Visconti sobre Bolan, que firmó un álbum desnudo, de sonido acústico y ambiente alucinógeno.
Este debut no estaba muy alejado de los ambientes de los primeros Pink Floyd, bajo el liderazgo del lunático Syd Barrett. “Lo que ellos hacen con la electrónica, nosotros lo hacemos de manera acústica”, dijo Bolan, que se ocupaba de la voz y la guitarra acústica. Con él, las percusiones de su compañero y unas letras cargadas de fantasía y leyendas que destacan principalmente en el blues Hot road mama; el folk de ecos psicodélicos y orientales de cortes como Scenescof y Child star; el aire ingenuo del rock de los 50 de Weilder of words; el guiño a Yupanqui en Frowning Atahallpa (my inca love); o el single Debora.
Prophets, seers & sages. The angels of the ages fue su segundo disco, publicado pocos meses después. “Soy poco musical, pero al escribir, las palabras y la música surgen juntas”, explicó Bolan, a quien le gustaba componer y grabar rápido. El álbum mantuvo el aire folk pero con letras más complejas, se grabó en mejores condiciones y mostró al dúo más maduro. Bolan seguía flipando con historias de monstruos, unicornios y centauros, con Tolkien y las “vibraciones astrales”, en un trabajo con pistas hacia atrás en Deboraarobed, el ritmo infeccioso e ingenuo del single One inch rock y guiños al acid rock y al blues.
El último CD reeditado, Unicorn, el mejor para muchos, presenta una depuración de su estilo, ya que ofrece una producción y ejecución más elegante y accesible. Todavía incluye efectos de sonido, alguna excentricidad y guiños al folk ácido en Stones for Avalon, pero supone el primer paso al estrellato de un grupo que firmó piezas dulces como The seal of seasons; embelleció Cat black (the wizard´s hat) con coros a lo Phil Spector, e introdujo pianos, baterías y se abrió a las guitarras eléctricas en cortes como King of the rumbling spires. La deriva musical de entonces, unida a problemas personales, forzó la salida de Steve Peregrin, sustituido por Mickey Finn. Después llegó el glam y su éxito imparable.