BILBAO - El silencio da paso al fluir de las enérgicas primeras notas de un tutti orquestal que avanza ya cuál será el tema principal del Allegro, primer movimiento de un total de tres que componen el Concierto para violín, violonchelo y orquesta en La menor de Johannes Brahms que la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS) interpretará el próximo jueves y viernes en el Palacio Euskalduna. Ambos instrumentos solistas establecen entre sí un diálogo constante que personificarán la violonchelista Teresa Valente y la violinista Carolina Kurkowski, nueva concertino de la BOS desde la pasada temporada y que debutará como solista dentro de la formación.

Esta obra del compositor alemán, según detalla Valente, “podría decirse que, a pesar de llamarse concierto, es una obra sinfónica en lo que se refiere a la concepción de sinfonía, es decir, que todos los instrumentos tienen un papel protagonista”. Algo con lo que coincide Kurkowski, que afirma que el próximo jueves “a pesar de que nosotras dos llevamos un poco la voz cantante, cada uno de los miembros de la orquesta nos acompañaremos y todos participaremos en esa intensidad de crear una magnífica obra magistral”. “En este caso, diría que todos acompañaremos a Brahms, y que a la vez estaremos acompañados por él, será él quien nos acompañe”, aclara, entre risas. “Así es, hay muchos momentos de este concierto en los que los dos instrumentos forman una sola voz a la que se une también la orquesta”, añade una sonriente Valente.

A falta de apenas unos días para su actuación conjunta, las dos solistas se muestran realmente ilusionadas por compartir con el público bilbaino y con el resto de la orquesta un proyecto que echó a andar hace ya unos meses y que las ha unido mucho. “Somos ya un poco como un matrimonio”, dice la violonchelista. “Hay de todo en tantos días de trabajo, pero Teresa y yo nos llevamos muy bien, y eso es una suerte”, responde la violinista. Y las dos estallan de nuevo en carcajadas. Esa afinidad existente entre ellas, forjada a base de innumerables ensayos y horas de trabajo, es la que se trasladará el jueves a las tablas del Euskalduna. “Desde septiembre hemos tenido la oportunidad de trabajar el concierto, y no sólo tocar, sino también hablar mucho, algo poco habitual pero muy importante”, desgrana Valente. Una comunicación que ambas consideran “fundamental” en el terreno musical y que añade “un componente interesante y especial” a la próxima actuación, en palabras de la concertino.

Kurkowski ya había interpretado anteriormente esta obra de Brahms, mientras que para Valente ha sido su primer acercamiento; una circunstancia que, según explican, ha aportado dos miradas muy diferentes. “Esta segunda vez en Bilbao han surgido muchas nuevas ideas”, dice la violinista, de madre colombiana y padre polaco, mientras que la violonchelista de Lisboa confiesa que las opiniones e ideas derivadas de la experiencia previa de su compañera le han facilitado el proceso.

las primeras notas Disciplinadas y apasionadas de su trabajo, ambas afirman que están unidas a la música “desde antes incluso de nacer”. Y es que los padres de Carolina Kurkowski, ambos violinistas, solían llevarla cuando era niña a sus actuaciones de ópera en el Teatro Nacional de Coburg (Alemania), algo con lo que ella “disfrutaba muchísimo”. “Una vez cogí un pequeño violín que habían conseguido para mí y traté de tocar la melodía de una de esas óperas que había escuchado. Mis padres se quedaron un poco asustados porque tendría unos cuatro años, pero fue ahí cuando se dieron cuenta de que yo tenía talento musical”, recuerda la intérprete.

El caso de su compañera de escenario es muy similar, ya que el padre de Teresa Valente es guitarrista y su madre enseñaba cómo acercar a los bebés y alumnos de educación infantil al mundo de la música. “A los cuatro años empecé con mi formación musical, y a los seis elegí el chelo, no me preguntes la razón porque nadie cercano a mí lo tocaba, pero yo ya lo tenía muy claro”, confiesa.

Tras varios años sumidas en sus respectivas formaciones musicales, centrada principalmente en Berlín en el caso de Kurkowski, y en su Lisboa natal y en la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid en el de Valente, ambas se conocieron en la orquesta Gulbenkian de ciudad lusa, que invitó a la violinista a tocar como concertino y de la que fue miembro la violonchelista. “Entonces apenas tuvimos la oportunidad de hablar, pero casualmente nos hemos vuelto a encontrar en Bilbao”, sostiene Valente, que hace ya cuatro años que forma parte de la BOS, una orquesta que la recibió “de brazos abiertos”.

NUEVAS INCORPORACIONES Carolina Kurkowski, por su parte, tras pasar por la Filarmónica de Berlín, se incorporó a la formación durante la pasada temporada para tomar el relevo de la anterior concertino María Madru. “Sentía que necesitaba un cambio, en todos los aspectos, porque cuando has conseguido un sueño necesitas crear otros nuevos. Iba a dedicar 2013 a buscar un nuevo lugar para mí y la primera plaza que vi fue la de Bilbao, hice la prueba sintiendo que el puesto tenía que ser mío, y aquí estoy, en Bilbao”, una ciudad que la ha enamorado “porque puedo mirar por mi ventana y ver la naturaleza y las montañas” y “donde siempre hay cosas que descubrir”.

Como concertino, constituye el nexo de unión entre los miembros de la orquesta y el director, “un puesto de gran responsabilidad y donde cada palabra, cada gesto o cada frase... toda esa comunicación es permanente e importante para que esto funcione”.

La de Kurkowski no es la única incorporación, ya que ,desde el pasado diciembre, la BOS ha nombrado a Erik Nielsen el nuevo Director Titular para las próximas tres temporadas, un anuncio que han acogido “con muchas ganas”. “Yo he tenido la suerte de tocar con él tres veces y son de esos momentos que recuerdas durante tu trayectoria, creo que es una decisión muy acertada”, opina Valente. Kurkowski también aplaude la elección, ya que, a su juicio, el director “es alguien que va a servir a la música, que se preocupa por ella y que trabaja hasta el último momento para que el resultado sea el mejor posible”.