BILBAO - La sala BBK del Museo Bellas Artes de Bilbao acoge la primera gran retrospectiva en Europa dedicada al movimiento pictórico hiperrealista, que invita al espectador a sumergirse en un viaje “más allá del virtuosismo y la espectacularidad” y a reflexionar sobre una realidad distorsionada que se muestra en objetos, lugares o acciones de la vida cotidiana como restaurantes de comida rápida, cafeterías, ciudades y brillantes tapicerías de coches y motocicletas.

La muestra, titulada Hiperrealismo 1967-2013, está compuesta por 68 obras emblemáticas y reúne a un total de 34 artistas, divididos en tres generaciones, que conforman un recorrido cronológico por este movimiento que nació en Estados Unidos a mediados de los 60 como una forma de rechazo al expresionismo abstracto, el estilo artístico predominante en aquel momento.

Tomando la fotografía como base de su trabajo, los pintores hiperrealistas tratan de conformar la representación más exhausta y precisa posible de la realidad, convirtiendo diferentes elementos de la vida cotidiana, especialmente aquellos característicos del estilo de vida estadounidense, en los temas principales de sus obras.

No obstante, tal y como apunta el británico Ben Johnson, perteneciente a la generación de artistas hiperrealistas más actuales, ese trazo virtuoso y preciso esconde una “obsesión común” de todos los pintores del movimiento: la creación de una nueva realidad que sólo existe en la mente del autor y con la que quiere hacer reflexionar al espectador. “La fotografía me sirve más para alejarme de la realidad que para acercarme a ella”, añade.

Una característica común de estas tres generaciones de autores es la rebelión contra los temas clásicos de la pintura y la apuesta por plasmar en el lienzo escenas cotidianas retratadas con una cámara fotográfica, la herramienta esencial para ejecutar sus obras. El pintor madrileño Bernando Torrens, único representante estatal dentro de la exposición, destaca la importancia de la fotografía como base de sus pinturas, ya que, según afirma, cuanto más se aproxime a la realidad el modelo inicial que se emplee, más oportunidades se abren para “inventar” una nueva perspectiva. Torrens ha lamentado que en muchas ocasiones los espectadores se limiten a la gran precisión técnica de las imágenes y no reflexionen sobre el sentido de la obra. En ese aspecto, coincide con Johnson al asegurar que el método no debe impedir ahondar en el mensaje que se encuentra oculto detrás de esa virtuosa superficie.

“realidad DISTORSIONada” En colaboración con el Instituto para el Intercambio Cultural de Tubinga (Alemania) y comisariada por su director, Otto Letze, la exposición que recala en Bilbao es única en lo que al género se refiere, y fruto de 10 años de trabajo, ya que la producción de este tipo de obras se encuentra muy por debajo de la media de artistas de otros movimientos, debido a la gran precisión que se requiere para realizarlas. Tal y como explica Letze, un pintor hiperrealista finaliza una o dos obras al año, e incluso puede tardar hasta tres años en concluirla, lo que ha dificultado en gran medida la labor de recopilación para la muestra.

La imagen resultante de ese largo proceso, según el director, logra ir “mucho más allá de lo real”, y ofrece diferentes perspectivas de un mismo objeto, persona o lugar mediante la superposición de las fotografías utilizadas como plantilla. Para observar esas piezas que esconden una “realidad distorsionada”, Letze aconseja a los espectadores que se acerque hasta la sala BBK poner gran atención, ya que, según bromea, “los hiperrealistas son maestros en intentar poner trampas al observador”.

El movimiento de los fotorrealistas, como se les denomina en el mundo anglosajón, destaca por tener un lenguaje accesible y tratar temas cercanos al público, fácilmente identificables en su día a día. Desde que surgiera hace más de cinco décadas, la evolución de este movimiento ha ido de la mano del desarrollo de la fotografía y de las nuevas tecnologías. A ello se suma el proceso de internacionalización que tuvo lugar en las últimas dos generaciones y que abarca tanto al ámbito geográfico -limitado a Estados Unidos en una primera época- como a los artistas y a la temática.

La exposición pudo disfrutarse durante la primavera del año pasado en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid y permanecerá en la pinacoteca del museo bilbaino hasta el 19 de enero de 2015.