Bilbao - "He sido y soy una mujer que ha vivido entre la nostalgia y la rebeldía, y de esa combinación han surgido textos agridulces... A veces desde el vitalismo, otras con el impulso de la desesperanza como acompañante". Hablar de la obra narrativa de Miren Agur Meabe (Lekeitio 1962) es, en realidad, hablar de sí misma. Y una de sus obras más personales, un libro valiente en el que la escritora se expone a sus lectores y lectoras, es Kristalezko begi bat, por el que los libreros le entregaron ayer el premio Zazpi Kale, que distingue la obra escrita en euskera más vendida en la edición anterior de la Feria del Libro de Bilbao.
Hace apenas un año que ha publicado 'Kristalezko begi bat'. Me imagino que estará muy satisfecha de cómo ha sido recibido por las críticas y por los lectores...
-Así es. El libro salió en marzo de 2013 y tuvo buena acogida desde el primer momento. Va por la tercera edición. Se ha leído y comentado en muchos grupos de lectura y se le han dedicado bastantes reseñas críticas. Recientemente, ha recibido el Akademiaren saria, que es un premio de los lectores, y también el Farolillo de Papel, concedido por la Asociación de Librerías.
Muchos lectoras se habrán sentido identificadas con su personaje: una mujer de mediana edad que comienza a hacer inventario de sus pérdidas. ¿Así se lo han transmitido?
-Sí, ya que en el libro aparecen temas de interés común. Por ejemplo, la vivencia amorosa como una disputa íntima entre el modelo romántico en que hemos sido educadas y el modelo de independencia; la menopausia y sus efectos; el reparto de roles para las mujeres, donde destaca el cuidado de los padres; la preocupación por dar respuesta a preguntas que nos acompañan a lo largo de la vida?
En alguna ocasión ha comentado que no se trata de una autobiografía, sino de una autoimitación. ¿Cuál es la diferencia?
-La autobiografía es una especie de currículum vitae en el que la clave de la narración es la fidelidad a la realidad. En cambio, en la autoimitación, la clave consiste en la mimesis de una realidad que puede ser vivida o simplemente imaginada. En las últimas páginas, cuando se hace la comparación entre esta novela y el ojo de cristal, se dice que los ojos de cristal tampoco son ojos de verdad, sino copias realistas. Eso significa que en la obra hay un "yo" de papel que es como una suma de proyecciones de mi "yo" real.
¿Hasta qué punto se desnuda emocionalmente en la novela? ¿Ha confesado que escribe para ordenar las estanterías de su interior, para ordenar sus recuerdos. ¿Y con esta novela? ¿Lo ha conseguido?
-Para mí la escritura, en parte, consiste en un ejercicio de autoconocimiento. En este caso, expongo la idea del espejo, es decir, la observación propia como punto de partida y de llegada de la escritura, por lo que hay análisis de sentimientos, descripción de emociones, retratos de episodios del pasado, reafirmación de voluntades? La obra no tiene un argumento de acción, sino que está planteada como un collage o patchwork, retales personales de temática distinta. Escribir el libro ha sido como fabricar una prótesis, un trabajo lento y meticuloso destinado a suplir una carencia.
Y de todas las pérdidas, ha elegido para su título un ojo de cristal... ¿Por qué?
-Porque tiene varios valores en la narración: en primer lugar, un valor real, ya que es una seña de identidad personal, la prótesis que sustituye al ojo que me falta, lo cual avisa de que el contenido de la historia es autorreferencial; por otra parte, tiene un valor metafórico, en cuanto que lo empleo como símbolo de las pérdidas, desgarros o adioses de mi vida; y por último, un valor literario, por ser un elemento que aparece en otros autores y autoras desde antiguo, una especie de tópico en la historia de la literatura, que yo convierto en el leit-motiv del que parten las distintas secciones que componen la historia.
¿Para cuándo la traducción al castellano?
-La traducción al castellano está a punto de ser publicada por la editorial Pamiela. A finales de este mes saldrá a la calle con DEIA, dentro de una campaña de promoción. Posteriormente llegará a las librerías.
¿Siempre ha tenido claro que debía escribir en euskera?
-Sí. Escribir en euskera es un acto de compromiso con mi sociedad y con mi tiempo, un acto ecológico de defensa de la lengua y un gesto de afecto a mi pueblo y a mis raíces.
¿En qué proyectos está trabajando en la actualidad?
-Por una parte, he terminado la traducción de mi poemario Bitsa eskuetan (Espuma en las manos) que se editará este año. Además estoy dando los últimos toques a una obra infantil, Bihotzak dun-dun, que se centra en la relación de una niña con un anciano al que cuida su padre. Visitas a centros escolares, colaboraciones en prensa, charlas y otras actividades llenan mi agenda.