LES unió el fútbol, mejor dicho, el Athletic, y acabaron explorando otros territorios, más amplios, volubles y fértiles quizá que los que, a priori, ofrece el balompié. El escritor Kirmen Uribe y el músico Mikel Urdangarin se conocieron en Gasteiz, hace más de quince años. El ondarroarra ya apuntaba maneras como poeta y el de Zornotza empezaba a trastear con catorce notas recién aprehendidas, solo catorce, las básicas. Mikel le pidió un poema para ver si podía someterlo a las leyes de su instrumento y ahí arrancó una aventura que se ha mantenido firme durante todo este tiempo, a pesar de algún que otro intervalo. Ambos rompieron esa fina frontera que separa a la palabra de la nota musical y desde 2000 han cuajado relatos intensos que han cautivado a miles de seguidores.

Uribe le regaló un poema (Urrun izanik) para el disco Espilue y al año siguiente surgió Bar Puerto (Gaztelupeko hotsak), espectáculo que combinaba poesía, música, vídeo e historia oral; en aquella ocasión les acompañó el cineasta Josu Eizagirre. En 2003 se aliaron con otros dos grandes músicos, Rafa Rueda y Bingen Mendizabal, y con un ilustrador, Mikel Valverde, para crear Zaharregia, txikiegia agian (Gaztelupeko hotsak). Y el año pasado volvieron a juntarse todos para concebir un nuevo proyecto multidisciplinar: Jainko txiki eta jostalari hura (Elkar).

Hoy presentan el espectáculo en la Alhóndiga, dentro de Gutun Zuria, el festival de las letras que organiza el espacio bilbaino desde hace siete temporadas. Antes, hacia las 20.00 horas, Kirmen Uribe y Mikel Urdangarin hablarán de su relación personal y de cómo logran combinar sus habilidades artísticas sin herir el orgullo o la sensibilidad del otro. "Ayuda el conocerse, la confianza, el que haya feeling", adelanta Mikel Urdangarin, "y luego se requiere cierta flexibilidad y generosidad por ambas partes, porque hay veces que tienes que moldear lo que presenta el otro o dejar que él moldee lo tuyo".

El cantante zornotzarra confiesa que han tenido pocas desavenencias durante estos catorce años. "Con Kirmen apenas he tenido grandes discusiones porque mis recomendaciones siempre han sido bastante certeras. Él es el experto en poesía, y yo ahí no entro, pero hay que vigilar también la musicalidad de las letras, los estribillos, las rimas, todo eso que viste una canción, y creo que ahí le llevo una pequeña ventaja, por lo que él atiende mis consideraciones".

Así, cada cual trata de ceñirse a su terreno, "siempre tratando de aportar lo mejor de cada uno, claro". Urdangarin reconoce que Kirmen es generoso en ese aspecto: "Al final la letra la tengo que cantar yo, y necesito plegarla un poco a mi estilo, es lógico. Eso sí, se trata de una entente, no hay que forzar nada". Y si hay que inmiscuirse en el trabajo del amigo, siempre lo hacen "con la aprobación del otro, aunque sea tácita".

Esta entente también les ha llevado a discutir sobre muchos temas que afloran en las letras de ambos. El cantante zornotzarra presume de que la música les ha podido ayudar "a pensar sobre algunas cosas de forma conjunta, porque al hablar de las letras confrontamos pensamientos, y eso siempre es enriquecedor; seguro que ese ejercicio también ayuda a fortalecer una relación como la nuestra".