Viaje interior y exterior a la Donostia de los años 50 y 60
La escritora donostiarra Maite González Esnal presenta su primera obra de ficción en castellano, 'Viajes, frutas, barrios', con relatos basados en la realidad
Bilbao - La nueva obra de Maite González Esnal, Viajes, frutas, barrios (Editorial Pamiela) está formada por un puñado de relatos que reseñan culturas tan dispares entre sí como, la Frisia del norte de Europa, el mestizaje de la zona del Bidasoa en Gipuzkoa y los años 50-60 de la Donostia preindustrial". "Me he divertido creando personajes, viviendo con ellos y dándoles vida", subraya la autora afincada en Hendaia y especializada en literatura infantil en euskera.
La primera parte del libro congrega apuntes de sus viajes por Frisia (Países Bajos, 150 Kms. de Amsterdam, 500.000 hablantes con lengua propia, el frisio), en los que con breves retazos cuenta el impacto experimentado por una viajera impenitente como ella procedente de la montañosa y verde Euskal Herria al encontrarse con un paisaje en el que el horizonte siempre aparece al alcance de la vista, y "las vacas pacen desparramadas por los prados, como fichas de dominó tras una partida", explica González Esnal. "Describo lo que me llamó la atención cuando llegué a Frisia y todas las dudas que se te planteas cuando vives en una cultura distinta a la tuya. El relato tiene una parte real de la isla tal y como es, aunque luego incluyo breves hechos de ficción basados en sus tradiciones y costumbres. Narro también las sorpresas que depara la arquitectura construida con fines religiosos y hoy destinada a uso civil", explica la autora.
Testimonios El paisaje humano del libro lo animan historias inspiradas en testimonios de las gentes de esta zona de los Países Bajos: "Su Majestad el Ave Fría habla de una tradición muy arraigada entre la población, que en el pasado reportó ingresos a la gente del campo y hoy, por necesidad ecológica, no es mas que un deporte de primavera", subraya.
El cuento Poesía en un Búnker describe un evento literario que tuvo lugar una noche cerrada, a la luz de las estrellas. Aprovechando el paseo nocturno por los extensos prados frisios, la autora bucea en el ánimo de gente "tocada de literatura así como de otras inquietudes vitales".
Las tres frutas En torno a las frutas, Maite González Esnal ha realizado un ejercicio literario para describir distintos momentos e historias vividas en el País Vasco. "Una que se llama Mirlos en el maizal, donde juego con un dicho que viene del euskera que dice que el año que se posan los mirlos en el maizal, será un año en el que nazca gente difícil. Es la biografía de una mujer que siempre la han considerado difícil y peculiar porque se interesa por las lenguas minoritarias y como las va descubriendo en la Donostia de los años 50-60", apunta.
¿En los relatosde frutas por qué recoge la manzana, la granada y el higo? "Con la manzana, mordida por una mujer que, entre película y película en el Festival de Cine de San Sebastián se pasea por el puente del Kursaal, a los ojos de su amiga del alma deja de ser símbolo del mal para ser La Eva que se escapó de la Biblia".
La granada, icono de la fertilidad, le da pie a Maite para el relato Jean el cheminot, inmigrante salmantino dueño de un granado en su modesto huerto hendayés. "Recuerdo que en mi infancia en Donostia esta fruta era desconocida entre la población autóctona, solo la comían los inmigrantes. En el relato a través de esta fruta entabló una amistad basada en admiración por un hortelano sabio, narrador de historias legendarias sobre la Galicia que le dio pan, castañas y afecto; y así los dos se desahogarán de un pasado que duele, porque guarda ortigas en la memoria". En las narraciones sobre el higo, la escritora, habla del inmenso placer que supone sustraerlos del árbol. El relato sobre esta fruta lo componen las vivencias que aluden al mundo de la fruta robada en la niñez, al tiempo que recrea el mercado de La Bretxa.
la chica de barrio Relatos como En el Cuarto Piso, y el que lleva por título Indiano-Enea, recogen voces, costumbres y apuros económicos e ideológicos vividos por la gente de barrios marginales en la Donostia de los 50. Componen un friso costumbrista bajo el impacto emocional y ético que supuso para familias trabajadoras la concesión por Franco de la paga extraordinaria del 18 de Julio en el año 1947. "Estos dos relatos están narrados por una voz de chavalita de barrio de unos 10-11 años que vive en un bloque de 24 vecinos. Ella refleja lo que significa vivir con lo justo, al tiempo que se convierte en el consuelo de una vecina que ha perdido a su niño y a la que visita cada día. Es la crónica de un duelo y una pérdida", añade la autora.
Esta parte del libro de González Esnal es un recuerdo a esa generación que vivía con lo básico. "El reconocimiento al esfuerzo de sus mayores por salir adelante con el trabajo como brújula y la voluntad en el morral, para vivir tamizando el dolor, de lo que no lo es y sabiendo distinguir el bien del mal viviendo con lo básico", remacha.