Bilbao. Para el pianista -y quizá también psicólogo- de cantantes Rubén Fernández (Barakaldo, 1974), la poesía constituye "la guía fundamental" en los conciertos. Afirma que para transmitir la música, primero hay que comprender la poesía que encierra la misma. Dominar idiomas es muy importante -habla alemán e italiano-: sólo así se puede acceder en totalidad a la belleza de las obras de Schumann, Debussy o García Abril, por citar algunos de los autores que interpretará esta tarde junto a Montiel.

¿En qué medida ha influido la figura de Achúcarro en su carrera?

Para mí ha sido un referente y un ejemplo a seguir en todos los sentidos. Esto puede sonar a bilbainada, pero no lo es: uno de los aspectos que más me gustan de él es que siempre ha defendido de dónde es; pese a haber viajado mucho, ha mantenido sus raíces. Asimismo, me encantan los colores que emanan de su piano, en ese sentido, le concibo más como un pintor que como un pianista. Me parece un hombre muy interesante, recuerdo que de pequeño le tenía como a alguien muy lejano a mí; en cambio, cuando le conocí a él y a su esposa, Emma Jiménez, me dí cuenta de lo cercanos que son, tan grandes artísticamente y a la vez tan terrenales.

En la presentación de este ciclo dedicado a Achúcarro afirmó que se trataba de "justicia".

Lo reafirmo, me parece una iniciativa estupenda y muy justa. Me considero un privilegiado por formar parte de este proyecto, máxime cuando tres de los cuatro pianistas que participan en el mismo -Marta Zabaleta, Alessio Bax y el propio Achúcarro- son solistas y yo soy el único pianista de cantantes. Tal como apunta el maestro homenajeado, son dos profesiones distintas con un vínculo común: el piano. Tanto él como Emma Jiménez valoran mucho el lied y el mundo camerístico en general, así que me siento muy orgulloso de que me hayan propuesto participar en este ciclo.

¿Qué destacaría del repertorio que Montiel y usted interpretarán hoy?

Es un programa ecléctico; adrede, porque queremos que esté al alcance de todos los públicos, que satisfaga tanto a los más eruditos como a los que no lo son. Incluye canciones del repertorio popular alemán, francés, español... Además, copiaré a Achúcarro: también yo voy a tener un micrófono para introducir y contextualizar las obras.

De modo que el público 'no-entendido' no podrá esgrimir la excusa de no comprender lo que escucha.

Así es, pero no quiero que nadie piense que se trata de algo didáctico, ya que algunos espectadores de mayor edad pueden sentirse ofendidos de que alguien joven como yo les enseñe nada... Es simple contextualización, al igual que en la ópera se incluyen pantallas con subtítulos, etc., defiendo esa información en el lied, a fin de que el público se involucre más. A mayor comprensión, mayor disfrute de la obra.

¿Cómo es trabajar con la mezzo soprano María José Montiel?

Es la primera vez que vamos a trabajar juntos y, además, será el debut de ambos en el Campos. A juzgar por los ensayos, nos hemos compenetrado muy bien; y la comprensión musical, junto con la complicidad, son indispensables para subir a un escenario y defender un repertorio.

¿Se puede trabajar la complicidad?

No, o se tiene, o no se tiene. No obstante, creo que una de las labores del pianista de cantantes es comprender la psicología de éstos para saber qué necesitan en cada momento. El hecho de haber trabajado con muchos intérpretes me ha procurado las claves para entender cuándo debo intervenir más y cuándo no; es muy importante observar al cantante, sus gestos, su mirada... Hay que saber encontrar el equilibrio.

En una ocasión dijo que el pianista es "una red" para el cantante.

Me gusta que tenga confianza total como para lanzarse al vacío musicalmente; la certeza de que si en un momento dado se equivoca, tiene la tranquilidad de que el pianista va a estar ahí, de colchón. Por eso me gusta esta profesión.

Sin embargo, reconoce que existen ciertas reticencias y estereotipos que superar...

A nivel estatal, siempre se ha hablado mucho del intérprete solista, y hay tendencia a considerar como algo menor a quien no lo es. Yo no lo creo así. Achúcarro tampoco. A diferencia de otros pianistas que en primer lugar quisieron ser solistas pero luego derivaron en otras facetas, desde el principio tuve claro que quería ser pianista de cantantes. Fue una elección lógica y natural: desde pequeño he estado ligado a la música y al canto -he cantado en coros, fui pianista de la Sociedad Coral de Bilbao, con la que también me iba de gira y cantaba...-.

Completó su formación en el extranjero al "no encontrar respuesta en este país". ¿Ha mejorado la enseñanza musical desde entonces?

Ahora contamos con Musikene, existe la especialidad de pianista de cantantes, a nivel estatal también hay centros donde formarse al respecto... Cuando me fui a Viena, en 1996, no había nada de eso. Estudié Piano aquí para tener una titulación superior pero en cuanto la conseguí, me fui y pasé cinco años entre Viena y Múnich especializándome en mi ámbito.

¿Y qué hay de la falta de cultura del recital?

Para un pianista estatal, cuesta llegar a alcanzar cierta fama internacional en el mundo del lied. Muchos cantantes tienden a asociarse con los pianistas más reconocidos, que casi siempre son alemanes, ingleses o americanos. Aquí ha habido dos pianistas de cantantes maravillosos, Félix Lavilla y Miguel Zanetti, pero es cierto que su fama está ligada en gran medida a que acompañaron a intérpretes como Teresa Berganza o Montserrat Caballé. Es un tema delicado, pero lo asumo.