Margarita Alexandre, rara avis del cine
En el marco de Pre-Zinebi, el colectivo Simone de Beauvoir dedica hoy una sesión a la nonagenaria cineasta El Campos Elíseos acogerá el ciclo
Bilbao
Hay personas que cumplen años pero no envejecen. La productora y cineasta Margarita Alexandre (León, 1923) es una de ellas. La directora nonagenaria se disculpa al otro lado del teléfono porque está afónica y convaleciente de una rotura de tibia y peroné, que la tiene anclada en su casa, en el céntrico barrio madrileño de Chamartín. "Estoy un poco atontada", dice, aunque su discurso, claro y conciso, invitan a pensar todo lo contrario.
La mala fortuna quiso que no llegara hoy a Bilbao donde, en el marco del ciclo Pre-Zinebi, el colectivo feminista Simone de Beauvoir ha organizado la Muestra de Cine Realizado por Mujeres y le había invitado a la proyección de La muerte de un burócrata (Tomás Gutiérrez Alea, 1966), uno de sus trabajos más destacables como productora. El filme se rodó en la primera etapa del "proceso revolucionario cubano", y le reporta muchos "y muy importantes" recuerdos a la cineasta. "Era patente la suspicacia típica de las revoluciones que comienzan, existía recelo ante cualquier atisbo de crítica, aunque fuera amable", rememora. "La película tuvo un éxito tremendo en La Habana, porque los cubanos se vieron reflejados en ella; mostraba las dos caras de Cuba, la divertida y la dramática", añade.
Pese al fatídico percance, la jornada dedicada a repasar su vasta trayectoria y no menos azarosa vida se mantiene, pues tras la emisión de la citada película (en la sala Cúpula del Teatro Campos Elíseos de Bilbao, a las 20.00 horas), se proyectará un documental sobre su figura, con imágenes de su última estancia el año pasado en Cuba. Durante once años, Alexandre residió en la isla caribeña junto a su segundo marido, el cineasta Rafael Torrecilla.
Allí rodaron siete películas, pero antes les unió Puebla de mujeres (Antonio del Amo, 1952), donde una treintañera Alexandre trabajaba como actriz y él, como ayudante de dirección. Ambos compartían inquietudes artísticas, y juntos emprendieron el rodaje del filme Cristo (1953), que la cineasta recuerda con especial cariño: "Elegimos este personaje no por convicción religiosa sino porque todos los pintores del mundo lo han retratado a lo largo de la historia; no queríamos hacer un documental, sino una película de arte -me gusta mucho la pintura-, pero con historia". Como curiosidad, la película fue declarada de interés nacional por Franco.
La gata (1955) también posee un lugar especial en la memoria de Alexandre, ya que fue la primera película que se rodó en España con el sistema Cinemascope. Por aquel entonces, solo existían tres lentes de este tipo "en todo el mundo", apunta la directora. "Presentamos el proyecto a la filial de la Twenty Century Fox, la Hispano Fox Film, les gustó muchísimo y nos plantearon rodarlo con este sistema".
Con este filme, la directora quiso retratar "una Andalucía de empaque, sin caer en una película folclórica estúpida de las que abundaban en aquella época", comenta, a la vez que alaba la labor del director de fotografía, Juan Mariné, "la película quedó maravillosa en el sentido estético". El rodaje no estuvo exento de peligro, si bien con el paso del tiempo se ha convertido en una divertida anécdota: "Había una escena en la que actriz Aurora Bautista, que encarnaba a María la gata, salía al campo a dar de comer a los toros, entre los que se había criado la protagonista. Aquel día hacía mucho viento, y la falda de Aurora tenía bastante vuelo, así que estábamos muy preocupados pensando que algún toro podría arremeter contra ella. Por suerte, la escena salió bien y al grito de ¡corten!, ¡cuál fue nuestra sorpresa!; el ayudante de cámara, con los nervios, había olvidado pasar la película por la ventanilla, de modo que no se había grabado absolutamente nada", relata aún con cierto asombro. "Tuvimos que repetir la secuencia, claro está, y enfrentarnos de nuevo al peligro".
'Operación ogro' Cuando su "compañero" Rafael Torrecilla fue nombrado consejero comercial de la embajada de Cuba en Roma, este se mudó a la capital italiana. Sorteando los laberintos burocráticos, ella conseguía permisos para visitarle durante unos diez días, un par de veces al año. En ese nuevo contexto, cayó en sus manos el manuscrito de Operación Ogro, escrito por Julen Agirre (pseudónimo de Eva Forest).
Alexandre le propuso rodar la película al director Gillo Pontecorvo, que aceptó con gusto el proyecto. "Pero como él era un poco lento para el trabajo literario -admite la productora de esta cinta- pues sucedió que mientras le dábamos vueltas al asunto, los etarras salieron indultados de la cárcel; y en el ínterin, murió Franco; con lo cual, cambió la idea inicial de Gillo, que era hacer una película que mostrara la batalla contra un dictador?". A raíz de la muerte de Franco, decidieron grabar el filme en Madrid, en una coproducción italo-española. Eso sí: durante todo el rodaje estuvieron escoltados por un coche de policía. "En la claqueta se leía Operación Ogro, y en aquellos primeros meses tras el fin de la dictadura había un batiburrillo de problemas, fue una película bastante complicada".
Margarita Alexandre reivindica el cine libre de etiquetas de género. "Creo que esa lucha está vencida hoy día; por fortuna cada vez hay más mujeres cineastas; nosotras -se refiere a otras compañeras de la época como Ana Mariscal-, fuimos una excepción, un caso raro", asegura. Con todo, se apena cuando las propias mujeres se "perjudican" a sí mismas. "Una vez, charlando con mujeres cineastas sobre la película Zero Dark Thirty (La noche más oscura), de Kathryn Bigelow, una de ellas comentó: No está mal, parece dirigida por un hombre. Yo me quedé boquiabierta: ¡una película ha de valorarse en función de si es buena o mala, y no reparar en si la ha dirigido un hombre o una mujer, ¿y a usted qué le importa?".