Bilbao

NO es la primera vez que el barítono Bruno de Simone ejerce de maestro. "Tengo la responsabilidad de devolver a los jóvenes cantantes lo que a mí me han aportado maestros como Alfredo Kraus", explica este cantante napolitano que cuenta con una dilatadísima carrera internacional. En sus más de 33 años sobre los escenarios, le ha dado tiempo a interpretar muchos repertorios, aunque confiesa que Rossini es su debilidad. No en vano, fue galardonado con el Rossini d'Or en 2007 al mejor intérprete rossiniano, como antes lo ganó el tenor peruano Juan Diego Flórez.

Desde el pasado martes, doce privilegiados cantantes han podido asistir en el foyer del Arriaga a una de sus Master Class, todo un lujo de lecciones magistrales, dentro del programa pedagógico que el teatro bilbaino ofrece fruto de la colaboración con el Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Bizkaia. Una Master Class que ha estado dirigida a profesionales del bel canto que han deseado mejorar su técnica y aprender de este barítono de referencia, que ha estado acompañado al piano por el maestro Rubén Fernández Agirre, un enamorado de la palabra, que ha encontrado una profesión que fusiona sus dos pasiones: el piano y la voz.

No es la primera vez que trabajan juntos. El año pasado colaboró con él preparando el personaje de Leporello, de Don Giovanni, de Mozart, para el Festival de Verona y volvieron a coincidir en la comedia romántica El elixir del amor, de Donizetti, que la ABAO programó en febrero de 2012.

El artífice de que Bruno de Simone imparta estas lecciones magistrales en Bilbao ha sido el director artístico del Arriaga, Emilio Sagi, con quien ha trabajado en varias ocasiones. La última vez, durante la inauguración de la temporada del Teatro Real en Madrid el pasado mes de septiembre, dando voz y vida a Basilio, "un dottor della mia sorte", en El barbero de Sevilla, de Rossini, bajo la dirección escénica de Sagi.

comienzan las clases Transcurren unos instantes hasta que el sonido de un aplauso va difuminándose, y entonces continúa la clase maestra. Al frente, los alumnos y alumnas escuchan atentamente las palabras del maestro, sin necesitar apenas traducción. Tanto Bruno de Simone como Rubén Fernández Agirre buscan infundir la mayor tranquilidad y confianza a los participantes para que se encuentren lo más cómodos posible.

No pasa mucho tiempo hasta que Simone hace salir a una de los cantantes y tras examinar su técnica, le aconseja sobre cómo depurarla. Lo mismo hace con otra joven, aprovechando además para explicar otro de los puntos remarcables de la clase maestra: la importancia de la dramatización. "Un cantante de ópera no es solo una voz, tiene que expresar con todo su cuerpo lo que quiere transmitir al público", explica.

Y una y otra vez, Rubén Fernández Aguirre, acompaña con su piano a la voz de la cantante, hasta que el maestro exclama un merecidísimo ¡Bravo! A Bruno Simone se le nota que disfruta mucho enseñando.

Reconocido como un punto de referencia en el repertorio belcantístico, Bruno de Simone es uno de los cantantes-actores más apreciados en el mundo operístico internacional. Nacido en Nápoles, simultaneó sus estudios clásicos y universitarios con la dedicación a la música y al canto bajo la guía de Sesto Bruscantini. Simone comenzó a destacar como el intérprete ideal del dramma giocoso y de la ópera bufa, en particular del repertorio rossiniano, en el que ha interpretado 17 roles. "Aunque, en total, he encarnado 64 papeles operísticos ", confiesa el barítono italiano. El prestigioso cantante ha participado en muchas de las producciones de ópera bufa (compuestas por Galuppi, Pergolesi, Paisiello, Cimarosa) que se han llevado a cabo en los últimos años.

¿Y cómo ha visto Bruno de Simone a sus alumnos y alumnas en Bilbao? "He visto un gran nivel, no solo en las voces, sino también en sus facetas interpretativas. Merece la pena ayudarles a mejorar. Los jóvenes tienen necesidad de que se les transmitan conocimientos, creo que todos los artistas, no solo los del bel canto, tendríamos que dedicar un pequeño tiempo de nuestro trabajo para enseñarles. Yo he tenido la suerte de trabajar con grandes voces y creo que es mi deber compartir lo que he aprendido. ¿Cómo podría olvidar, por ejemplo, a Alfredo Kraus? Él me escuchó por primera vez en Nápoles cuando yo tenía solo 15 años y nada más debutar, tuve la oportunidad de cantar con él en Werther. Bruscantini ha sido también mi gran maestro durante 20 años...".

Pero, Bruno de Simone no enseña solo técnica a sus alumnos, sino también les quiere cargar de ilusión. "Quiero que los jóvenes sigan creyendo todavía en esta bella profesión. La situación en Italia, y me imagino que en muchos países, es muy preocupante, el mundo lírico, y en general la cultura, atraviesa un mal momento. Las subvenciones bajan, los teatros dejan de programar, no hay proyectos... Hay mucha dependencia cultural de la Administración, de la financiación pública. Hay que cambiar la mentalidad. En EE.UU. se favorecen políticas culturales basadas en los incentivos fiscales. En Italia y en España habría que cambiar la ley para conseguir más financiación privada. No corren buenos tiempos para la cultura, vamos a intentar salvarla. Me entristece mucho cuando mis alumnos me dicen que yo he llegado, pero que ellos no confía en poder hacerlo. Sería una pena perder el bel canto, la fuerza de la palabra y el sonido".