valladolid. En el mundo del cine hay directores que solo saben hablar de cine y otros que pueden hablar de cine y otras muchas cuestiones culturales e intelectuales. Víctor Erice está en esa posición: reivindica el cine como el "arte popular del siglo XX", artesanía y discurso. En la presentación de Centro histórico, un trabajo colectivo sobre la capitalidad cultural de la portuguesa Guimaraes, dijo estar en "busca de un latido nuevo" que no encuentra en el modelo industrial. "Mis trabajos se ven en todo el mundo, pero no en las salas de cine", incidió en la Seminci. En cuanto al cine español, por el que sobrevuela un "fantasma industrial", recuerda que las mejores películas (citó El verdugo, de Berlanga) han llegado de la modestia. Un cine que considera "muy dependiente" y de "existencia precaria" y en muchas veces en manos "no profesionales del cine", en referencia a los ejecutivos de televisión.

Erice ve síntomas interesantes en el documental de creación. El cine, aquella ilusión que conoció, lo ve contaminado por "lo audiovisual", marcado por la hibridación de varios lenguajes. Pero entiende que ya no es lo mismo. "Se está mutando" hasta convertirse en "un entretenimiento vulgar de las masas para captar al consumidor". "No tienen categoría de ciudadanos", arremetió Erice, recordando que su búsqueda es hacia un cine que fija alcanzar "el conocimiento y la creación". Entre la fractura entre el cine comercial y el de autor, recordó que El espíritu de la colmena se estrenó en un sala con 600 butacas. Un tiempo pretérito.

En ese sentido, en una frase de gran carga política, advirtió de que no cree en "peajes" que alteren el sentido del cine, que indicarían "la fractura considerable" entre el cine más puro y el entretenimiento. No es partidario de adoptar ese "peaje" que deberían custodiar los Ministerios de Educación, Cultura o Industria".