El electricista de la catedral robó el Códice
La policía detiene al presunto ladrón de Santiago de Compostela, Manuel F. Castiñeiras, y halla en ungaraje el valioso manuscritoApresan también a su esposa, a uno de sus hijos y a la pareja de este
BILBAO. Digno de una gran novela. El guion que podría confeccionarse del robo y la posterior recuperación del Códice Calixtino podría desbancar a muchos best seller del momento. La policía detuvo ayer al principal sospechoso del hurto y propietario del garaje donde fue hallado el Códice, Manuel Fernández Castiñeiras, que según los vecinos "era religioso, metódico e iba cada día a misa", pero no se había leído el apéndice del valioso manuscrito, donde se habla de "castigo de excomunión a quien lo robe de la catedral compostelana". La maldición del Códice será el menor de los castigos para él.
El presunto ladrón es un electricista que trabajó durante más de 25 años para la Catedral de Santiago de Compostela, pero que fue despedido hace un año, justo antes de la desaparición del manuscrito (hoy se cumple un año exacto). Al parecer, Fernández Castiñeiras mantenía oculto el Códice en un garaje de la localidad coruñesa de Milladoiro. El manuscrito original se encontraba en el interior de varias bolsas de plástico, empaquetado con papel de periódico y en buen estado. Además de al electricista, la policía apresó a su esposa, a uno de sus hijos y otra mujer vinculada a la familia. En el mismo garaje se encontraron otros dos facsímiles del Códice y dos libros que podrían proceder de la propia catedral y cuyo origen se está investigando. Además, los investigadores se incautaron de más de 1.200.000 euros.
El dinero intervenido a Fernández Castiñeiras puede ser producto del robo continuado, según apuntan las primeras hipótesis policiales. Fuentes de la investigación dijeron a la agencia Efe que las indagaciones de los agentes siguen esta línea de trabajo, si bien no descartan otras como la venta de libros u objetos, posiblemente, también sustraídos de la catedral compostelana. Así mismo indicaron que la policía seguía desde hace tiempo los movimientos del electricista al percatarse de su extraño comportamiento, ya que rehusaba a cooperar en la búsqueda del Códice.
Otro elemento que contribuyó a sospechar del electricista fue la mala relación que mantenía con el deán de la catedral, José María Díaz. Este era el responsable del Archivo Catedralicio cuando se descubrió la desaparición del Códice. En unas enigmáticas declaraciones posteriores, el deán insinuó que sabía quién era el ladrón, pero se negó a pronunciarse sobre el asunto. El ladrón había dejado las llaves puestas en la cerradura de la cámara blindada en la que se guardaba el Códice Calixtino, también conocido como Liber Sancti Jacobi, lo que la policía interpretó como un indicio de que autor del robo quería llamar la atención sobre las laxas medidas de seguridad en el archivo catedralicio.
Por ello, los especialistas de la Brigada de Patrimonio Histórico de la policía no han cesado en las investigaciones desde la desaparición del ejemplar. Desde entonces se han practicado exhaustivas inspecciones oculares y casi medio centenar de entrevistas y tomas de declaraciones a personas relacionadas con la investigación.
El Códice fue sacado por última vez del archivo de la catedral para ser expuesto públicamente en 1993. El seguro de esa exposición ascendió entonces a unos seis millones de euros. La joya bibliográfica que permaneció desaparecida durante el último año es considerada por los expertos como uno de los cuatro códices con mayor valor que custodia la Iglesia en España. Los otros son la Biblia de San Luis, que está en la Catedral de Toledo; el Beato de Liébana (Girona), y el Liber Testamentorum de la Catedral de Oviedo.