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En Big Fish, la ficción, la realidad y los mitos se enredan. Historias de circos disparatados, pueblos insólitos, peces que roban anillos de compromiso o siamesas orientales… Lógico que el hijo desconfíe de los relatos que cuenta su padre, hasta que, al final, se rinde ante su personalidad creativa. Estamos ante el Tim Burton más cuentacuentos, el cineasta febril que presenta relatos y asombra con su nervio creativo. Un Tim Burton explosivo, creativo (profusamente profundo), que gustó más a los seguidores no habituales de su cine que a sus incondicionales. Sobre Sombras tenebrosas se podría decir que el director norteamericano enseña su universo tanto como su ausencia. Esta vez, el Burton genuino que hace disfrutar tanto de sus diseños artísticos como del relato cinematográfico está ausente.
Como en Charlie y la fábrica de chocolate (2005), el protagonista, Barnabas (Johnny Depp), mantiene una extravagancia anticuada que intenta conectar con los jóvenes estelares de la película. Ahí está parte de la escasa gracia de Sombras tenebrosas, una libre adaptación de una serie televisiva, la transgresión del encuentro entre los hippies y el vampiro centenario encarnado por Depp, actor principal y productor. Estamos frente a un Tim Burton que hace guiños a un público más adolescente en la persona de la actriz Chloë Grace Moretz y pierde su conexión natural con sus seguidores adultos. En Sombras tenebrosas, el peso vuelve a recaer en la ambientación y los personajes, más esquemáticos que nunca, que pierden intensidad narrativa. Burton es de los pocos directores capaz de dotar personalidad propia en tan solo unos segundos a un personaje. En tan solo un gag visual o una ornamentación barroca. Aquí, en cambio, apenas vemos a los miembros del pueblo; la comunidad, que tanto suele mimar. ¿Quién no se acuerda, por ejemplo, de las vecinas de Eduardo Manostijeras?
La década de los 70 sienta bien a Burton. Fue en esa época en la que se incorporó como becario en Disney y conoció, poco a poco, la industria. Sin embargo, en Sombras tenebrosas capta vagamente la esencia sociológica de su letal conservadurismo. En esa década de miradas más atormentadas de antihéroes y seres desubicados, Burton no se complica la vida en el retrato ambiental de los seres que habitan el castillo maldito. Hay quien ha definido a Burton como el cineasta prestidigitador. El director que hace de la imagen un truco para la explosión de creatividad que intenta desviar la atención del espectador.
Entre los directores contemporáneos, Burton ha sido de los que mejor ha entendido el uso de los trucos digitales. Es decir, uno de los pocos que sabe combinar efectos de low tech (baja tecnología) como en Bitelchús, y efectos especiales digitales más avanzados para crear nuevas formas y composiciones, como en Alicia en el país de las maravillas. A través de los trucos digitales, pasa de la influencia gótica a un efecto pop hiperbrillante. Es a partir de Mars attack, en cambio, cuando se rindió al placer digital de los efectos especiales.
Lo que no ha cambiado ha sido su histórica lealtad con Johnny Depp y Danny Elfman, su compositor fetiche. En Sombras tenebrosas la música funciona a pesar de sus arrebatos épicos y líricos.
Tim Burton estrenará en octubre en Estados Unidos su siguiente película, Frankenweenie. Una idea inicial que no pudo llevar a cabo como quiso en 1984 por restricciones en el presupuesto. Como ya hizo en La novia cadáver o Pesadilla antes de Navidad, volverá al stop-motion (técnica de fotograma a fotograma). En blanco y negro y en 3D. Un cuentacuentos que busca inspiración en sus propios clásicos.