donostia
EL primer arte surgió por necesidad de la mano del hombre en las cuevas y muros a base de líneas curvas y rectas. Y en esa misma dirección de expresión simbólica se mueven también las pinturas de Juan Sukilbide (Iruñea, 1961), expuestas en la Casa Okendo de Donostia. Pintura compuesta a base de líneas sensibles, rectas y curvas, cortas y largas, cargadas de todos los colores de la paleta, y que a la manera de los diseñadores gráficos y de las mejores vanguardias, resume y sintetiza el cosmos en que habitamos y construimos con signos y símbolos exotéricos.
Sobre superficies planas monocromas, generalmente, traza con el pincel líneas orgánicas, para construir a manera de telas, tapices o mapas, un resumen expresivo de sus vivencias del hombre y su hábitat, los animales, bosques, espacios siderales y cívicos, ciudades y espacios galácticos.
Espacios llenos de vida, fuerza y color que tratan de comunicarnos todo lo que expresan. Espacios naif, ingenuos, infantiles, alegres, que evocan a Picasso, a Penck y al hombre de las cavernas. Espacios que logran sus mejores aciertos en las composiciones más simples, como Hombre con perro y casa, los títulos son míos, (en rojos y azules), Hombre tumbado en hamaca (en rojos y verde) o en Barca africana (ocres y violetas).
Y también en algunas composiciones más complejas y abigarradas, como Dos árboles con ciudad al fondo (en azules y ocres), o, Ciudad con muchos edificios (en blanco sobre azul). En otros casos, estos mapas o cartografías de ciudades, cargados de coches y edificios, líneas y puntos, resultan para nuestro gusto, demasiado abigarrados y barrocos, demasiado confusos y macmáticos. La pura pulsión y el puro fluir no siempre genera buenos resultados. A veces, la pasión desembocada conduce al caos. El equilibrio, el orden, la composición, aunque de otro modo y manera no clásica, deben darse también en el arte contemporáneo.
En la muestra, ciertamente, ha y de todo; pero existen media docena de telas, plenas de buen hacer, de alegría, vitalidad, fuerza y encanto.