BARAKALDO. Esta historia no tiene final feliz y el protagonista, un simpático pajarito, es toxicómano. El cortometraje de animación Birdboy busca reflexionar sobre la contaminación, "tanto la del medio ambiente como la de la persona", explica Alberto Vázquez (A Coruña, 1980), autor del cómic Psiconautas en el que se basa el cortometraje y codirector del mismo junto al cineasta Pedro Rivero (Bilbao, 1969). Ambientado en un pueblo costero -"que bien puede ser gallego o vasco"-, la obra narra la historia entre el siniestro e inadaptado Birdboy y la pequeña y dulce Dinki. "Quise retratar la época en que entró la heroína por las costas gallegas y que segó una generación de jóvenes", explica el autor.

Los protagonistas se verán afectados por "un terrible accidente industrial" que cambiará sus vidas para siempre. Desde que el pasado año se estrenara en Bilbao, donde obtuvo el primer premio del Festival Zinebi, Birdboy ha recorrido unos 140 certámenes internacionales y ha cosechado una treintena de galardones, entre los que se encuentran los prestigiosos Foyle Film Festival de Irlanda y, más recientemente, el Silver Hugo del Chicago International Film Festival.

Ambos premios han resultado claves para abrirse camino a la preselección de la próxima edición de los premios Oscar, que se celebrará en febrero. El cortometraje ha contado con un presupuesto de unos 75.000 euros -"gastos de promoción, tiempo y esfuerzo no incluidos", ironizan los promotores-, y las subvenciones no llegaron hasta una vez concluido el trabajo. La obra ni siquiera está incluida en el catálogo Kimuak del Gobierno vasco para la distribución de cortometrajes. "Fue una apuesta a ciegas, pero al mismo tiempo estábamos seguros de que el proyecto tendría cierto recorrido", explica Iván Miñambres, editor de Birdboy en la productora Uniko Estudio, ubicada en Barakaldo. Allí es donde se ha realizado la fase de edición y posproducción del cortometraje.

La animación se ha creado en la productora catalana Postoma Studio, mientras que las tareas de sonorización y doblaje (dispone de versión en castellano y gallego) se realizaron en Galicia, en Cinemar Films. "Creo que éste será el modelo de negocio de futuro en el sector audiovisual: pequeños equipos especializados que se unen para realizar un proyecto medianamente grande", aclara Miñambres.

cARTA DE PRESENTACIÓN Pese al reconocimiento internacional, el equipo de Birdboy confiesa que el cortometraje tan solo es una carta de presentación a fin de afrontar un reto mayor: la adaptación de Psiconautas al largometraje. "Decidimos que en lugar de hacer una grabación piloto de un filme que quizá luego no viera la luz, sería mejor invertir algo más y realizar un cortometraje con vida propia", razonan editor y director.

El proyecto, "viable y realista", ya se ha presentado ante las instituciones públicas, a la espera de recibir alguna ayuda. "Para hacer el corto vendí mi casa, así que...", comenta Rivero. En su opinión, el hecho de que mucha gente trabaje de manera vocacional deriva en prácticas poco profesionales. "Es cierto que en la producción hay mucho margen para la trampa, pero no es nuestro caso. No tenemos dinero suficiente ni aspiramos a ganarlo", zanja. De hecho, su socio Vázquez reconoce que ninguno de los dos se ha recuperado aún de la inversión de Birdboy. "Digamos que de esto no vivimos", apunta jocoso el ilustrador.

El cómic Psiconautas cayó en manos de Pedro Rivero a finales de 2008, al poco de haber finalizado su largometraje La crisis carnívora (2007), la primera película realizada en formato de vídeo Flash en el Estado. "Había sido una experiencia bastante difícil -recuerda el cineasta bilbaino-, tras dedicar muchos años de trabajo, no tenía distribución para la cinta y me encontraba en un momento de depresión, por eso el cómic caló hondo en mí, porque tiene ese aroma de "me quiero tirar por la ventana", ironiza. Entusiasmado con la obra, se puso en contacto "inmediatamente" con Vázquez, a quien no conocía. "Inocente de él, desconocedor del mundo audiovisual, aceptó", bromea.

Mundos personales Así es como comenzó el proceso creativo de Birdboy, cuyo rodaje se prolongó durante unos ocho meses. "Un corto de ficción no tiene nada que ver con la animación, donde en cada plano hay que crear los fondos, personajes, objetos, etc. A cambio, puedes crear mundos mucho más personales", defiende Miñambres. Por su parte, Vázquez se muestra satisfecho con su primera incursión en el sector audiovisual, y asegura que cuando vio las primeras animaciones en el estudio de Barcelona, supo que aquello "iba a funcionar". Aún así, es consciente de que el cortometraje se dirige "probablemente a un público minoritario", pero se defiende: "Todo es minoritario en un inicio, luego nunca se sabe. A veces, lo minoritario consigue mucha proyección y lo comercial, en cambio, resulta un fracaso estrepitoso".

Otra de las ventajas de la animación reside en el carácter universal de las ilustraciones y de las emociones que transmiten al espectador. "La animación es más cercana a la realidad emocional, y ésta es universal", sostiene Rivero. "Por eso es más fácil exportar este tipo de productos que los de ficción, que siempre se asemejan más a la realidad cotidiana", añade Iván Miñambres.

Después de vender los derechos de Birdboy a las cadenas de televisión ETB, TVE y Canal+ (en las que ya se ha emitido el cortometraje), el siguiente paso es hacer gala de esa universalidad animada y vender los derechos a nivel internacional. Y los premios internacionales que apuntan hacia los Oscar constituyen un buen aval, si bien Vázquez se apresura a restar importancia al asunto. "Los premios son buenos, pero a nivel personal, no son más que una palmadita en la espalda", asevera. "Lo que de verdad importa es creer en lo que haces, tener una idea muy clara de lo que quieres hacer y compartirla", añade.