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Dictadores en el diván

Hitler, Franco o Ceaucescu tienen su contrapartida en documentales irónicos

Dictadores en el diván

las palmas

los alemanes se resistieron durante años a la sombra fantasmagórica de Hitler. La sola presencia del sátrapa austriaco suponía un latigazo en su conciencia. Por eso mismo, de vez en cuando conviene repasar las obras que ha encumbrado el cine de resistencia. Las producciones que levantan la polvareda de la memoria histórica y saldan cuentas con los dictadores que amenazaron a sus conciudadanos y libraron batalla contra la libertad y los sueños. Francisco Franco, Hitler o Ceaucescu consiguieron amedrentar a millones de ciudadanos amordazados, pero el tiempo, el dichoso tiempo, ha gestionado una sutil e higiénica reconciliación con el pasado y el futuro.

Hitler, ein film aus Deustchland (1977), la obra de Hans Jürgen Syberbeg, es la máxima constatación del poder discursivo del cine para ampliar los ecos del pasado y reflexionar sobre los caminos de futuro. Una extraordinaria obra que impacta por su mensaje, puesta en escena y la imagen de un Hitler convertido en títere cruel e impasible, el mismo que cautivó a una sociedad adormilada y con hambre de líder.

memorias del mal Para muchos historiadores, se trata de la obra que mejor retrata la sublevación de un pueblo y el subconsciente de un sentimiento de culpa compartido. No es de extrañar que la escritora norteamericana Susan Sontag dijera que no había visto nunca una película más extraordinaria. Entre la ficción y el documental, Syberbeg evoca los orígenes del nazismo con la ayuda de la música de Wagner, proyecciones del pasado que resuenan con fuerza y marionetas que simbolizan la facilidad del ser humano para ser sometido a las directrices que marca el ejecutor.

En una época en la que la memoria histórica ha ganado a pulso su presencia en la agenda política y mediática, habría que señalar, tal y como ha hecho El Festival de Cine de Las Palmas en una sección titulada Memorias del mal, las películas que mejor retratan el germen del odio, la (des)memoria y el necesario relato del sufrimiento.

Andrey Ujica escribió fílmicamente la autobiografía de Lui Nicolau Ceaucescu (The Autobiography of Nicolae Ceaucescu). "A fin de cuentas - -afirma Ujica- , un dictador no deja de ser un artista que puede poner totalmente en práctica su egoísmo".

En este tipo de producciones el montaje, la hermana incómoda para muchos directores, adquiere una importancia mística. Basilio Martín Patino incrementó su visión irónica para perfilar una imagen clandestina de Francisco Franco en Caudillo (1974). Entre la sátira y lo íntimo se sitúa Human Remains, de Jay Rosenblatt (1998). En Avenge but one of my two eyes (2005), Avi Mograbi cuenta una conversación que mantuvo con un amigo palestino. Una muestra de la realidad convulsa del Oriente Medio.

En la interesante lista de títulos destacan Lektionen in Finsternis (1992), del inimitable Werner Herzog, que rastrea en los pozos de petróleo de Kuwait después de la Guerra del Golfo, o el estremecedor S-21: la máquina roja de matar (2003), de Rithy Patan, que buscó a los supervivientes del genocidio de los jemeres rojos en Camboya.