El espíritu moderno de Christof Klute
donostia
eL fotógrafo alemán Christof Klute (Munster, 1966), vuelve a exponer una cuidada muestra de sus fotografías, de raigambre racionalista, en la galería Altxerri de Donostia.
Se trata del último trabajo del fotógrafo alemán que se centra en la captación de espacios creados por el hombre, como apartamentos, escuelas, y universidades, tratando de establecer una conexión con el concepto de utopía moderna propuesta por arquitectos como Le Corbusier, Niemeyer, Taut, Terragni o Moretti. En su manera de trabajar se aprecia claramente la influencia de Bern Becher y Thomas Ruff, artistas con los que ha estudiado el artista. Las series de arquitecturas que presenta, generalmente contienen de dos a siete fotografías, y no parten de la intencionalidad de representar un espacio arquitectónico de una manera objetiva y distante, sino el objetivo de conducir al espectador hacia una experiencia subjetiva.
El fotógrafo realiza y plasma una fotografía de corte racional y minimalista, como la propia arquitectura captada, y que se basa en la utilización de cuidadas planimetrías geométricas, en la tensión entre arquitectura y naturaleza, y en una mirada fría y distante de la arquitectura racionalista de las primeras décadas del siglo XX.
Sus planimetrías ofrecen así muros, pasillos, puertas, ventanas, escaleras, tabiques, persianas, captados con ojo certero, valiéndose del propio color de los edificios, a los que nada añade ni les falta, salvo sus propios reflejos en algunos casos, o algún elemento surrealista que deja entreverse entre los pliegues de algunas persianas.
Con todo, la fotografía más pura y racional es la realizada con arquitecturas blancas, aunque posee también aciertos en sus arquitecturas de ventanas con colores, resultando también interesantes algunas propuestas de raigambre más surrealista, como sus persianas con lengüetas y sus reflejos de la ciudad incorporadas, o sus reflejos y luces sobre veladuras realizadas sobre diversas arquitecturas.
Su fotografía es ciertamente de calidad, rotunda, fría, y distante, como las obras que plasma, de una belleza inquietante, que se abre paso en medio de tanta chapuza arquitectónica y fotográfica que nos envuelve e invade. Ciertamente hay que tener ojo para verla y atraparla, aunque puede quedarse atrapada por la misma arquitectura ya consagrada, o por una técnica de alta calidad y algo voltaje. Pero, ¿la fotografía es solo eso?